Los Zetas, ¿quienes son?

120 ízetasî, pondrían en íjaqueî a una ciudad sin problemas.
Algunos ni idea tiene que son los ízetasî, así que comencemos, los ízetasî son ex soldados con alto entrenamiento en inteligencia, comunicaciones, asalto y defensa de instalaciones que han desertado del ejercito por equis o ye razón.
Osiel CardenasEntre las más comunes, el dinero.
Aparecen por primera vez en el mundo del narcotráfico en 1999 cuando un grupo completo es contactado en EEUU, finalizando su entrenamiento de acuerdo a tratados de cooperación militar entre México y su vecino del norte, por gente de Osiel Cárdenas (preso ya) ofreciéndoles un excelente negocio.
No sé de cifras pero sé que más de dos terceras partes aceptan tan jugoso convenio y ya no regresan como soldados a México, sino como ízetasî.
¿Por qué ízetasî?
Porque dejaron de tener nombre, ya no son el capitán Ernesto, sino zeta 17, el sargento Maldonado paso a ser zeta 33, etc.
Ellos no están encargados del trafico, ni de la venta, tampoco de cobranza de cuentas difíciles… ellos están encargados de defender a los encargados de lo anterior, desde que Osiel Cárdenas fue recluido en el penal de máxima seguridad de la Palma o CEFERESO 1, han sido abatidos cerca de 43 zetas, 24 han sido encarcelados, 3 en un penal de Michoacán, fueron liberados por un comando a inicios de este año.
¿Como combatirlos?
Muchos creen que como van las cosas, que s esta haciendo lo correcto, pero a fuerza de ser veraz, eso es no mentira, pero tampoco muy preciso en el contexto de que a un militar hay que combatirlo con otro militar.
logo zetasAlgunos zetas han ya entrenado a gatilleros comunes y corrientes, a fuerza de dólares, se han comprado armas que difícilmente se ven fuera de escenas de guerra en películas, los zetas en sus acciones son portadores de chalecos antibalas de doble forro, uno de kevlar y bajo de ello, una placa de 6 kilos de acero.
Traer un celular para que, se pueden comprar 100, pero cuando atacan como por ejemplo en Nuevo Laredo, ponen bloqueadores de señales celulares y la victima o algún testigo quiere pedir auxilio vía su celular, esta inutilizado hasta que el encargo sea consumado.
Hace unos meses Yo mismo aquí puse de que el Gobierno Norteamericano temía de que ciertos mafiosos de México tuvieran en su poder mísiles SA-7 (tierra aire), ¿quiénes los manejarían?, exacto, los zetas.
Bueno, pues se dice que 120 de estas finísimas personas van camino del puerto de Acapulco, la semana pasada ahí mismo mataron al Subdirector operativo de la policía ministerial y a través de su chofer anunciaron de que los zetas irían a Acapulco.
Quizá ya llegaron, ayer dos granadas detonaron en las inmediaciones del cuartel de la policía preventiva de puerto.
Espero esto no desate un río de sangre en el paradisíaco puerto de Acapulco, ahuyentando entre muchos otros, a los turistas, ahora me entienden el primer enunciado de este escrito, ¿cierto?
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  1. Avatar de Kix
    Kix

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

  2. Avatar de LUIS AMâ?¦ZAGA
    LUIS AMâ?¦ZAGA

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

  3. Avatar de Piel
    Piel

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

  4. Avatar de Dra. Kleine
    Dra. Kleine

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

  5. Avatar de El Enigma
    El Enigma

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

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    Skap Fett

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

  7. Avatar de princesa
    princesa

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

  8. Avatar de LUIS AMâ?¦ZAGA
    LUIS AMâ?¦ZAGA

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

  9. Avatar de Jorge Pedro
    Jorge Pedro

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

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    Yo

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

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    tiny_toon1

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

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    ElMozambique

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

  13. Avatar de Anonymous
    Anonymous

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

  14. Avatar de El Enigma
    El Enigma

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

  15. Avatar de H Ramos
    H Ramos

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

  16. Avatar de Skap Fett
    Skap Fett

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

  17. Avatar de H Ramos
    H Ramos

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

  18. Avatar de EL ATEO
    EL ATEO

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

  19. Avatar de Azul
    Azul

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

  20. Avatar de Ley
    Ley

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

  21. Avatar de LuCeMoi
    LuCeMoi

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

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    Naxos

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

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    Anonymous

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

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    Anonymous

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

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    Anonymous

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

  26. Avatar de EL GALLO DE TAMAULIPAS
    EL GALLO DE TAMAULIPAS

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

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    Anonymous

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

  28. Avatar de Anonymous
    Anonymous

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

  29. Avatar de jose
    jose

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

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    leon

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

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    WISIN

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

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    leon

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

  33. Avatar de MANRIQUE MORENO ZARATE

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

  34. Avatar de leonardo

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

  35. Avatar de sorprendido
    sorprendido

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

  36. Avatar de el amarillo
    el amarillo

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

  37. Avatar de Julia
    Julia

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

  38. Avatar de Julia
    Julia

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

  39. Avatar de La Reyna
    La Reyna

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

  40. Avatar de Z24
    Z24

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

  41. Avatar de eriberto

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

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    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

  43. Avatar de Pomponio

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

  44. Avatar de Pomponio

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

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    veronica flores

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

  46. Avatar de veronica flores
    veronica flores

    La escuela de «Los Zetas»

    Todas eran mujeres. Traí­an una camioneta Chevrolet Traiblazer del año. Negra. Sin placas. Andaban en el centro de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas. Se aparecí­an cómo si nada.. Calmaditas. Parecí­a que anduviera paseando. Pero de repente aceleraba la conductora. Se pasaba los altos y la policí­a ni se moví­a. También circulaban los sábados por la noche. Precisamente cuando las vueltecitas de la plebada . Si alguien les miraba admirado rezongaban. Sacaban medio cuerpo en las ventanillas. Con la mano derecha cerrada, dedo cordial único bien tieso y un sonoro rayamadrerí­o. Desde mayo supe de ellas. Pregunté quienes eran. Y me quedé asombrado al escuchar: í­Son Las Zetasí®. ¿Cómo que í­Las Zetasí®. Mi amigo explicó: í­Son las viejas de í«Los Zetasí­í?casi todasí®. Me contó: Ya tienen como dos meses que aparecieron. Si alguna mujer habla mal de sus hombres la í­levantaní®. Se la llevan a Sugar Lake. Allí­ les dan su golpiza. Rapada rigurosa y a tirarlas en el centro de la ciudad. Alguien me informó desde Nuevo Laredo y comprobé con otro amigo en Ciudad Miguel Alemán. Por esos tiempos hubo una escandalera. Secuestraron a la dueña de un restaurante famoso. Golpeada, rapada y por fortuna no asesinada. Supe cuando se daban sus vueltecitas por Camargo y hací­an cuanto querí­an. Se sosegaron en julio o agosto. Ya cuando algunos de í­Los Zetasí® salieron de Miguel Alemán.

    Tamaulipas ha sido el huerto donde se cosecha esta amarga fruta de grupos asesinos. í­Los Texasí® fueron famosos y sanguinarios. Nacieron de la unión Juan Garcí­a Abrego-Guillermo González Calderoni. Uno heredero del Cartel del Golfo. Otro policí­a federal. Los dos terminaron en Texas. Narco prisionero y polizonte ejecutado. Esos í­Texasí® se amafiaron con í­Los Chachosí® al servicio de Edelio López Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén con Zeferino Peña Cuéllar. Primero rompieron con González Calderoni y todo lo que oliera a Garcí­a Abrego, heredero del Cartel del Golfo creado por don Juan N. Guerra. Un don que por los años sesentas ya tení­a la complicidad de Rafael Chao López y Rafael Aguilar Guajardo de la Dirección Federal de Seguridad. Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió: Un solo grupo y formado por militares. Los engatuzó entre 1999 y 2000. Nada de acarrear droga. Simplemente operar con sus tácticas de asalto. Matar enemigos. Policí­as traidores. Deudores y ejecutar í­rajonesí®. La ex soldadiza se acomodó a las órdenes de un solo patrón y recibí­an su buena paga. Originalmente se asentaron en Matamoros. Pero como allí­ hay una gran presencia militar le í­sacaron la vueltaí®. Se fueron a Matamoros. Luego a Ciudad Miguel Alemán.

    Dos problemas grandes tuvieron í­Los Zetasí®. Cuando perdieron a su inmediato superior Arturo Guzmán Decenas. El Ejército le mató en noviembre del 2002. Este gatillero fue a ver a su amada. Ordenó cerrar las calles. Con toda la policí­a comprada nadie intervino. Los vecinos se quejaron al Ejército. Atendieron el llamado. Y tras fuerte tiroteo Guzmán Decenas fue muerto. Varios meses después hubo misa para recordarlo. Al lugar donde murió llevaron coronas. Una enorme con vistoso moño: í­Te llevaremos siempre en el corazón. Tu familia de Los Zetasí®. El otro problema fue en marzo del 2003. Otra vez no pudieron con el Ejército. Capturaron a su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón y ordenes. Entonces decidieron matar un mes después a siete narcos competidores. El prestigiado investigador Carlos Resa Nestares escribió: í­Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de una actividad que les habí­a proporcionado ingresos marginales desde 2001. Aceleraron el ritmo de recaudación de impuestos entre pequeños delincuentes de Nuevo Laredo. Desde transportistas y pequeños vendedores de droga hasta apostadores ilegales, prostí­bulos y contrabandistas de todo pelaje. El cambio de actividad fue coronado por el éxito. Su prestigio como prestadores de servicios de violencia les abrió muchas puertasí®. Por eso entraron en pleito con los funcionarios y policí­as que manejaban esa protección y los mataron. Luego se dedicaron al secuestro con éxito. Hasta que Osiel se repuso y pudo dar ordenes desde í­La Palmaí®. Llegaron al punto de casi liberarlo. Solamente el Ejército se los impidió. Pero Cárdenas Guillén aumento su poder. Hasta se dio el lujo de utilizar a cierto custodio para darle una tunda a Benjamí­n Arellano. De paso ordenó la asesinar a parientes y amigos encarcelados de Joaquí­n í­El Chapoí® Guzmán. Todo en venganza porque este capo querí­a e insiste arrebatarle í­la plazaí® de Nuevo Laredo.

    í­Los Zetasí® empezaron a perder fuerza en septiembre. Precisamente luego del accidente donde murió Ramón Martí­n Huerta, Secretario de Seguridad Pública. Se lo achacaron a Osiel y le refundieron más. Ya no pudo remitir órdenes desde el penal. Ni siquiera faroleó en Chiapas y Cancún como en años pasados envió dos trailers repletos de alimentos para damnificados en Coahuila. A eso se agregó el refuerzo policiaco en Nuevo Laredo bajo mando militar. í­Los Zetasí® sabí­an a lo que se atení­an. Por eso prefirieron emigrar. Hasta Acapulco y cada vez menos. No fueron los 200 que anuncios defeños soltaron por esos dí­as. De no ser por el famoso video de Dallas Morning News tales matones estarí­an desde hace rato en el tobogán del olvido. Renació el nombre pero no el grupo.

    Pero el mugrero del narcotráfico parió otras bandas.. En Rí­o Bravo, Tamaulipas funcionan í­Los Equizí® que actúan en una curiosa combinación con las identificaciones de í­Los Númerosí® sonorenses. í­El 1í® y í­El 2í® son los jefes. Normalmente se les ve con mucha í­escoltaí®. Radios y í­cuernos de chivoí® De í­Los Papas Calientesí® todo mundo sabe. Son policí­as y oficiales de tránsito. Actúan a sus anchas. También están í­Los de la Guardiaí®. Son medio raros: Se plantan a la salida y llegada de Rí­o Bravo, a veces Miguel Alemán y pocas Nuevo Laredo. Cualquier auto transportando sospechosos lo detienen. Roban, golpean o matan a sus ocupantes. También les pasa eso a los transportadores de droga ya conocidos. Leí­ sobre í­Los Zetillasí®. Nada. El nombre correcto es í­Zetí­así®. Muy del norte tamaulipeco. Quieren ser los sucesores pero no ligados. Se protegen con otro grupo de chamacos y jóvenes. Les llaman í­Halconesí®. Esos nada más andan rondando por las calles. Sin arma pero con radio. Avisan de cualquier movimiento.

    í­Esto crecerá en Tamaulipasí® me dijo un amigo. Todo mundo les conoce. La policí­a no los toma en cuenta. Por eso hacen de las suyas. Sin ninguna relación con í­Los Zetasí®. Pero si quieren imitarlos. Ser mejores. Seguro que podrán hacerlo al paso que van si no los paran. Tal vez algún dí­a los veremos en un video.

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