Nos pasa a muchos

Esta vez, mi relato será muy personal, yo sé que se quedará registrado en la red y estará al acceso de muchos, pero no mencionaré nombres, es algo muy mí­o que quiero compartir. Por favor les pido respeto, no quiero su opinión, ni sus consejos; es algo que tengo que sacar y escribirlo es lo mejor que puedo hacer en este momento. Si eres mi amigo, quiero que sepas que ésta es la única ocasión de la que hablaré de este tema, no pienso discutirlo, ni hablarlo, ni contarlo más delante. Tampoco es para que me tengan compasión, a cualquiera nos puede pasar, es solo para que entiendan y conozcan un poquito de mí­.

Hace algunos años, creí­ haber encontrado al amor de mi vida, sentí­a que era el hombre ideal para mi, éramos el uno para el otro, compartí­amos casi los mismos gustos, digo tampoco hay que ser completamente iguales, yo me sentí­a segura y completa; pero, nunca fuimos novios, solo amigos, el amaba a alguien mas pero se sentí­a muy atraí­do por mí­, al tiempo el termino su relación de años con esa persona y decidió darse una oportunidad conmigo, pero a final de cuentas él regresó con ella para casarse y yo me quedé con el corazón roto. Tarde aproximadamente un año en reponerme de esa perdida, pues, yo no podí­a ni verlo ya que si lo veí­a solo hací­a que mi dolor reviviera, entonces decidí­ poner fin también a nuestra amistad. Habí­a perdido al â??hombre de mi vidaâ? y al mismo tiempo a mi mejor amigo.

Unos años después conocí­ a alguien más, yo no sentí­a que fuera el â??hombre de mi vidaâ?, pero lo querí­a, a mi manera, me sentí­a enamorada de él, por cuestiones laborales no pasábamos mucho tiempo juntos, pero yo era feliz así­, yo tení­a mi tan preciada libertad a la que estoy acostumbrada y por lo tanto yo le daba la libertad que el necesitaba, nos veí­amos una o dos veces por semana y diario nos llamábamos, algunas veces un â??hola, como estasâ? eran los 5 minutos o menos de las llamada. Cuando nos veí­amos aprovechábamos para platicarnos lo que por teléfono nos era casi imposible. Nuestra relación duró poco más de dos años, intermitentemente, ya que él no se sentí­a suficientemente seguro de sí­ mismo como para aceptar que yo ganara más dinero que él o que mi casa fuera más bonita y grande que la de él. Decí­a que él no podí­a darme los â??lujosâ? a los que yo estaba acostumbrada. Por mas veces que le conté de dónde vení­amos y como es que habí­amos llegado a tener esta casa, además de decirle que si yo tení­a algo era por mi trabajo (yo no he recibido dinero de mis padres desde que empecé a trabajar formalmente, aproximadamente a los 20 años, lo que gasto es mí­o y también ayudo con el mantenimiento de la casa); de alguna manera no podí­a superarlo. La última vez que volvimos el estaba raro y yo podí­a percibirlo, por lo distantes de las llamadas y las veces que nos veí­amos, de nuevo, yo entendí­a que no pudiéramos vernos pues su carga de trabajo habí­a aumentado y los viajes y salidas de trabajo se habí­an vuelto constantes. Un dí­a después de casi dos semanas sin vernos y casi sin hablar, me dijo que querí­a ser mi amigo porque ya tení­a otra novia con la que se iba a casar. En ese momento supe que cuando terminamos él conoció a alguien más; de repente entendí­ que en algún momento comenzó a andar con las dos al mismo tiempo, y que quizá muchos de los viajes y de los â??tengo mucho trabajo no podré ir a verteâ? eran mentiras. Podrán imaginarse de que le dije de hasta lo que se iba a morir. Mi corazón volvió a quebrarse en pedacitos y el tiempo de recuperación fue más largo que el anterior.

Entenderán que me es muy difí­cil creer en alguien, más porque me he vuelto un detector de mentiras viviente, también porque tengo una excelente memoria y tarde o temprano me doy cuenta de los cambios en las historias, Me volví­ frí­a y distante, por eso me es muy difí­cil entablar una relación con alguien más y si lo hago no es algo serio. El dí­a que encuentre un hombre que quiera compartir su libertad y me deje ser libre (ofrezco lo mismo), sea seguro de sí­ mismo, sincero, hombre de fe y algunas otras cosas más, ese dí­a pensare en tener una relación en serio, quizá hasta para casarme.

Si a ti no te ha tocado sufrir penas de amor ¡Felicidades! Al resto nos han sucedido cosas, las historias pueden ser similares o completamente diferentes, pero eso sí­, nadie nos hemos muerto de o por amor.

* Tania Garza, Lic. En Administración, ferrocarrilera, malvadina, biónica y ahora casi siempre diva.

Comentarios

  1. Avatar de Jéssica de la Portilla Montaño.

    Todos hemos sufrido penas de amor, es difícil mantener la fe en que llegará alguien, pero de que llega, llega, cuando menos lo esperes y sin que lo busques… si no me crees, pregúntale a mi pareja =) ¡Ánimo!

  2. Avatar de Alguien en internet...
    Alguien en internet…

    Espero que hayas recibido el apoyo correspondiente de tus amistades y familiares, y que no hayas conocido a ninguna persona o ‘grupo de personas’ que se hayan burlado de tu situación, como en algún momento me sucedió a mí, ¿te acuerdas?…

Responder a Alguien en internet… Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *