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  • Mucha gente lo creen, la OTAN lo desmiente

    El secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Anders Fogh Rasmussen, negó hoy que haya propuesto a los talibanes en Afganistán negociaciones de paz, como han afirmado varios medios en las últimas semanas.

    â??He oí­do la información acerca de que los talibanes han rechazado negociar con la OTAN, pero de hecho la OTAN nunca ha ofrecido negociaciones, simplemente porque ese proceso debe ser dirigido por el gobierno afganoâ?, afirmó Rasmussen en un videomensaje.

    El secretario general recordó que el gobierno afgano realizó el mes pasado una reunión con los lí­deres tribales del paí­s en el intento de discutir posibles soluciones al conflicto.

    No obstante, ese contacto no incluyó ninguna propuesta por parte de la OTAN para iniciar un proceso de paz.

    Asimismo, el próximo 20 de julio el gobierno tiene previsto realizar en Kabul una conferencia sobre desarrollo que, a juicio de Rasmussen, muestra â??un claro signo de que el joven gobierno afgano está tomando cada vez más confianza y se está encontrando a gustoâ?.

    La estrategia aliada en Afganistán consiste en formar un Ejército y policí­a nacionales, capaces de asumir la seguridad del paí­s.

    Rasmussen también reconoció en el videomensaje que el elevado número de bajas entre los Aliados deberá continuar en los próximos meses debido al desplazamiento de las tropas hacia los feudos talibanes de Kandahar y del centro de Helmand

  • EU contacta a ex enemigo en Afganistan

    En su esfuerzo renovado por apaciguar Afganistán mediante la «realpolitik», Estados Unidos está ayudando a un antiguo archienemigo a tomar el control de un distrito fronterizo con Pakistán, una estrategia que divide a militares y expertos independientes.
    El apoyo al mulá Sadiq como hombre fuerte del distrito de Kamdesh, en la parte oriental de la provincia de Nuristán, entra dentro de un plan más amplio de estabilización del país, que permita partir a las fuerzas internacionales.
    Sadiq, que dice que quiere aliarse con el presidente Hamid Karzai en su lucha contra los talibanes, es un ex comandante del grupo Hizb e Islami, responsable durante años de ataques contra la coalición, las tropas afganas e incluso civiles.
    Altos mandos militares apuestan por Sadiq diciendo que podría aglutinar a la población de Nuristán detrás de Karzai y convertirse en la vanguardia de un cambio de dirección en la estrategia antitalibán.
    Un punto de vista que no comparten algunos responsables del Departamento de Estado, ni expertos independientes, que temen que Sadiq esté buscando una mera alianza temporal con Washington para derrotar a las facciones talibanas locales y luego convertir la zona en su coto privado.
    «Sadiq se ha granjeado un amplio apoyo popular enfrentándose a los talibanes», dice el comandante Russell McCormack, responsable militar del Equipo de Reconstrucción Provincial de Nuristán.
    «Es influyente, inteligente y practica la diplomacia y un islam verdadero, en lugar de la forma bárbara que profesan los talibanes», añade McCormack desde Kalagush, la única base estadounidense en Nuristán.
    En un momento en que la coalición se juega su credibilidad en la amplia ofensiva desplegada en Marjah, bastión talibán del sur del país, un experto en la cultura de Nuristán dice que el optimismo en torno a un acuerdo fructífero con Sadiq revela la desesperación creciente en Washington.
    «Estamos diciendo que le hemos dado la vuelta a ese hombre, y ahora está ahí intentando convencer a la gente de que abandone a los talibanes y a Al Qaida y apoye al gobierno. Tengo serias dudas sobre este plan», dice a la AFP por teléfono desde Arizona el profesor estadounidense Richard Strand, que ha visitado Nuristán regularmente desde 1967.
    Estados Unidos dio su apoyo a Sadiq, jefe del consejo de Kamdesh, después de perder a ocho soldados en un ataque perpetrado en ese mismo distrito, justo cuando se estaba retirando del centro y el este de Nuristán.
    «El ejército está muy contento con Sadiq, y quiere ponerlo a él y sus apoyos del lado del gobierno», explica un responsable del Departamento de Estado especializado en el este de Afganistán, que pidió el anonimato.
    «¿Pero representa (Sadiq) un cambio? ¿O es simplemente un tipo inteligente que se sirve de cualquier alianza para imponerse a sus enemigos, los talibanes locales, y que luego hará lo que le dé la gana?», se pregunta.
    A cambio de su ayuda, Sadiq ha pedido el derecho de nombrar a los jefes de la policía y los administradores locales, según ese responsable.
    «El ejército ve al mulá Sadiq como la voz del pueblo, pero en realidad es el señor de guerra local, y si nombra a mandos de la policía y a funcionarios, esa gente tendrá una deuda con él», añade.
    Como parte de la nueva política, el ejército estadounidense no tiene una presencia permanente en el centro y el este de la provincia, sino que está concentrado en las carreteras que acceden a Nuristán desde las ciudades del sur.

  • Policias matan 7 jovenes afganos

    La policía afgana mató a siete jóvenes al confundirlos con insurgentes, informó la policía de ese país

    El incidente ocurrió en la provincia de Kandahar, en el sur del país, cerca de la frontera con Pakistán.

    Martin Patience, corresponsal de la BBC en Kabul, informa que los hombres estaban recogiendo leña cuando la policía comenzó a dispararles al creer que eran insurgentes.

    Seis policías implicados están detenidos y siendo interrogados.

    El hecho ocurrió durante la noche en el pueblo de Spin Boldak, ubicado en un área que sirve de entrada a militantes talibanes paquistaníes para infiltrarse en Afganistán y realizar ataques contra miembros del gobierno y fuerzas internacionales.

    La muerte de civiles es un tema delicado en Afganistán. Según la Organización de Naciones Unidas (ONU), el año pasado más de 2.400 civiles murieron en combates entre las autoridades y los grupos armados.

    De acuerdo con la ONU, el 70% de esas muertes fueron producto de ataques del Talibán, pero muchos afganos creen que esos civiles no habrían muerto si las tropas extranjeras no estuvieran en el país.

    El presidente Hamid Karzai ha advertido varias veces que la muerte de civiles perjudica el apoyo popular a su administración y a la presencia militar de Estados Unidos en el país

  • LA OTAN en Afganistan y las elecciones presidenciales

    Al comienzo fueron 5.500. En febrero del año pasado ya eran 43.000. Ahora son 64.500. Y en otoño serán 68.000. El número de soldados de la OTAN en Afganistán se ha multiplicado por más de diez en los últimos seis años.

    De cara a las elecciones presidenciales del 20 de agosto la cifra es mayor que nunca, debido también a los refuerzos adicionales. Aun así, no hay una victoria a la vista de las tropas internacionales de la ISAF sobre los islamistas radicales talibanes.

    Por lo contrario, en los últimos meses y semanas previos a los comicios, los soldados de la OTAN fueron más que nunca blanco del fuego talibán, pese a llevar a cabo una ofensiva propia. Se produjeron hasta 400 ataques semanales. Desde 2001 fueron abatidos más de 1.000 soldados de la OTAN.

    Anders Fogh Rasmussen, de 56 años, nuevo secretario general de la OTAN desde el 1 de agosto, en su quinto día en el cargo ya viajó a Afganistán. El danés dice lo que siempre había afirmado su antecesor, Jaap de Hoop Scheffer: «Respaldaremos al pueblo afgano el tiempo que haga falta». Y subrayó: «Repito, el tiempo que haga falta».

    «No soy partidario de fijar una fecha», continuó Rasmussen. «Un éxito sería poder traspasar a los propios afganos la responsabilidad de su seguridad». La reconstrucción civil, bajo protección de los militares, debería avanzar con mayor rapidez, sostuvo.

    Las elecciones presidenciales son para la OTAN tan importantes porque la alianza necesita una dirección política legitimada, estructuras democráticas y sobre todo fuerzas de seguridad eficaces en Afganistán para poder calificar de éxito la misión de la ISAF y poder retirarse así con la cabeza erguida.

    La OTAN quiere relegarse a un plano secundario durante los comicios, para no despertar la impresión de que lleva la voz cantante. Cuando se trata de cuestiones de seguridad durante las elecciones, la policía afgana se sitúa en primer plano, señala un portavoz de la OTAN. En un segundo plano el Ejército afgano, que ya cuenta con más de 92.000 de los 134.000 efectivos previstos.

    La ISAF se queda en un tercer lugar. Aunque ha recibido alrededor de 3.000 soldados adicionales (no hay cifras exactas de la OTAN), exclusivamente para asegurar la cita con las urnas, por motivos políticos quiere dar preferencia a los afganos en las operaciones.

    La Unión Europea (UE) gastó 35 millones de euros (49,2 millones de dólares) en la organización de los comicios y mandó 120 observadores electorales a Afganistán. Porque, según un portavoz de la UE, «las elecciones son decisivas para el futuro de Afganistán».

    Estos observadores recibirán protección de la ISAF. El grupo liderado por la OTAN se encargará del transporte y la atención médica a los observadores en el país, y «en caso necesario los respaldará». De acuerdo con un portavoz de la OTAN, eso significa que «si tienen problemas, nosotros estaremos ahí». Aunque no quiso concretar más.

    Militares de la OTAN esperan que la actividad de los talibanes disminuya después de las elecciones presidenciales. Aunque no quieren confiarse. Por eso la alianza prepara para el otoño (boreal) nuevas ofensivas, para evitar la presencia duradera talibán sobre todo en el sur y este del país.

    También en el norte, donde están estacionados soldados alemanes y que en su día era considerada una zona tranquila, han aumentado los ataques peligrosos. Pese al considerable refuerzo del compromiso estadounidense con Afganistán, impulsado por el presidente Barack Obama, la presión de Washington sobre sus aliados europeos para que también aumenten su implicación en la zona sólo remitió de cara al público.

    Tras bambalinas, el secretario de Defensa Robert Gates llamó recientemente a sus socios de la OTAN a poner en práctica sus promesas de solidaridad

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