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  • Status: Migrante. Una mirada de género

    La exposición «Status: Migrante. Una mirada de género» en el Instituto Cultural de México en Miami, explora la migración desde la experiencia y el trabajo de tres artistas latinoamericanas migrantes, residentes en Estados Unidos.
    Status Migrante Una mirada de género

  • Arabia Saudita deja el status de confort en plena caída del petróleo

    El rey Salman de Arabia Saudí tomó medidas audaces en su primer año como monarca para reducir subvenciones y encaminarse hacia el final del Estado de bienestar debido al hundimiento del precio del petróleo.
    Los precios del petróleo -el reino obtiene del crudo el 90% de sus ingresos- han seguido cayendo a sus niveles más bajos en 13 años, provocando en el mayor exportador mundial de oro negro un déficit presupuestario récord de 98.000 millones de dólares en 2015. Arabia había tenido un déficit de 18.000 millones en 2014 y ha previsto un déficit de 87.000 millones para este 2016.
    Esta gran país desértico de 30 millones de habitantes ha perdido la mitad de sus ingresos desde el inicio del declive de los precios petroleros, a mediados de 2014.
    Aunque haya constituido reservas en divisas por más de 700.000 millones de dólares, el reino, líder de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), ha decidido subir hasta el 80% los precios de la gasolina, del diésel, del gas natural, de la electricidad y del agua, tras poner fin a generosas subvenciones estatales.
    «Estamos a punto de acabar con el Estado de bienestar», afirma el economista saudí Turky Fadak, que resume el impacto de estas medidas de austeridad en la población. «El objetivo final de estas medidas es reestructurar la economía saudí para reducir su total dependencia del petróleo», opina Fadak, de la asesoría Al Bilad Capital de Riad.
    Al acceder al trono tras la muerte de su hermanastro Abdalá, el rey Salman había gastado más de 30.000 millones de dólares en gratificaciones a los funcionarios, las fuerzas armadas, los estudiantes y otros colectivos. Esa generosidad se produce después de otras medidas similares decididas, por razones políticas, por su predecesor en 2011, en plena Primavera árabe.
    La bajada de los ingresos petroleros, el alza descontrolada de los gastos corrientes, en especial para los salarios, el coste de la guerra en Yemen y los miles de millones de dólares en ayudas a los países árabes son otros factores que han pesado en el presupuesto.
    «El desafío es demasiado grande. Había comenzado con la caída de los precios del petróleo, antes de la llegada del rey Salman al trono», subraya Ihsan Bu-Halaiga, del gabinete de asesores Joatha. «Lo importante es la voluntad de pasar de un sistema de asistencia social a una economía productiva», añade.
    Según él, las medidas tomadas por el Gobierno forman parte de un plan quinquenal para liberalizar los precios del carburante y aumentar los ingresos no petroleros.
    La agencia de calificación Fitch felicitó al reino por sus «significativas reformas» y sus «restricciones en los principales gastos en el segundo semestre de 2015». Estas reformas podrían mejorar la nota soberana del reino, opinó por su lado Moody’s.
    Recientemente, ante la sorpresa general, el príncipe Mohamed lanzó la idea de una salida a bolsa del gigante petrolero saudí Aramco.
    El reino contemplaría asimismo la imposición de tasas y medidas de privatización.
    Según Bu-Halaiga, estas medidas tendrían como objetivo duplicar el volumen de los ingresos no petroleros a 100.000 millones de dólares en los próximos cinco años. Estos ingresos ya han aumentado un 29%, hasta 44.000 millones de dólares, en el presupuesto de 2015, mientras que la cuota de los ingresos petroleros en el total de los ingresos del Estado bajó al 73%, contra un promedio del 90% en la última década.
    «La política populista de las últimas décadas hace que las reformas económicas sean difíciles. Ahora debemos apretarnos el cinturón, reducir los efectivos de funcionarios y hacer privatizaciones», resume Bu-Halaiga.
    Arabia Saudita deja el status de confort en plena caída del petróleo

  • Los hispanos en EU, una decada decadente

    Hace 10 años las cosas eran más fáciles para José García. A este mexicano de 48 años, que llegó a Estados Unidos en 1996 desde el estado de Guerrero, no le costaba cambiar de un empleo a otro y lograba ahorrar algo. «A cualquier rato me vuelvo», dijo una tarde de diciembre mientras cortaba rosas en la entrada de un supermercado del alto Manhattan. «En México está mejor porque tenemos casa y lo que cultivamos lo vendemos. Aquí hay muchos gastos y estoy separado de mi esposa y tres hijos». García fue uno de los millones de hispanos que, a los albores del siglo XXI, vio movilizaciones sin precedentes en defensa de los derechos de los inmigrantes. Presenció cómo los hispanos llegaron al Congreso y a la Corte Suprema, se convirtieron en la minoría más grande de Estados Unidos y alteraron el panorama laboral del país.

    García, sin embargo, al igual que muchos otros, siente ahora que estos logros han quedado en polvo. El 2009 termina sin haberse logrado una reforma integral a las leyes de inmigración y bajo el aún fuerte martillazo de la crisis financiera global, que ha reducido el envío de remesas a Latinoamérica y sacudido el sector de la construcción estadounidense, una importante fuente de empleo para los hispanos. «Sentimos que estamos perdiendo fuerza en nuestra comunidad», señaló Angelo Falcón, presidente del Instituto Nacional para la Política Latina. «Que aunque hemos progresado, deberíamos haber logrado mucho más».

    Se habla mucho del poder de voto hispano, del creciente mercado hispano y del aumento en el número de hispanos que han accedido al sector político en la última década, ¿pero se ha traducido todo esto en verdadero poder para la comunidad hispana considerando su tamaño?
    «Siento que tenemos los recursos, pero que de alguna manera, no hemos encontrado la forma de usarlos para ayudar al hispano común», indicó Falcón. La crisis económica se ensañó con fuerza con los inmigrantes de Estados Unidos: el nivel de desempleo para hispanos nacidos en el extranjero pasó de un 5,1% en el último trimestre de 2007 a un 8% en el último trimestre de 2008.

    La esperanza inicial que generó la elección del presidente Barack Obama no se ha traducido aún en resultados tangibles: los crímenes racistas contra hispanos se sucedieron en el noreste del país durante el último año, y aumentaron la deserción escolar, las denuncias de abusos de inmigrantes en el sistema carcelario y las quejas por las nuevas medidas de seguridad en la frontera con México, incluido el envío de agentes federales. Aún así, los hispanos – casi 47 millones en Estados Unidos, es decir, un 15,4% de la población – representan una comunidad difícil de ignorar. A través de marchas bajo lemas como «hoy marchamos, mañana votamos» y un intenso debate político, los hispanos y otras comunidades inmigrantes llevaron el movimiento para reformar las leyes de inmigración a las más altas esferas de Washington.

    El proyecto de ley – con el objetivo de legalizar a unos 12 millones de indocumentados – llegó al Senado en 2007 con el apoyo del entonces presidente George W. Bush, pero quedó estancado allí por falta de apoyo. Más tarde, la guerra en Afganistán y la crisis financiera global que azotó al país relegó el tema a un segundo plano. «Sin el voto latino, el presidente Obama no hubiera sido elegido», dijo el congresista Luis Gutiérrez, un demócrata de Illinois que prepara una propuesta legislativa de reforma migratoria. «Trabajamos muy duro para elegir a un presidente que estuviera comprometido con la reforma. El compromiso fue de un año y ahora que ha llegado el momento esperamos que se cumpla esa promesa».

    Se espera que la propuesta – descrita por Gutiérrez como «un símbolo de esperanza y fuente de unidad para los inmigrantes» – reciba más de 80 patrocinadores. Podría quedar secundada por otra del senador Charles Schumer a principios del 2010. Las esperanzas son muchas, pero también el miedo a que se fracase de nuevo. «Nunca llega la reforma esta. Al revés, están sacando a más hispanos del país», lamentó García, el mexicano del supermercado de Manhattan. «La última década fue una década de extremos», indicó Chung Wha-Hong, directora ejecutiva de la Coalición de Inmigrantes de Nueva York.

    «Pasamos por momentos de discriminación, crímenes racistas, comentarios como los de Lou Dobbs o el sentimiento antiinmigrante tras los ataques del 11 de septiembre de 2001. Sin embargo, también experimentamos un impulso histórico de participación democrática sin precedentes. Ha sido una moneda de dos caras». Aunque Wha-Hong describió los últimos 10 años como una época de «sueños aplazados», destacó la importancia cada vez mayor del Bloque Legislativo Hispano, dirigido ahora por la congresista Nydia Velázquez y encargado de impulsar el debate de la reforma.

    La representante de la cámara baja no dudó en expresar su optimismo respecto al futuro de los hispanos, de los cuales dijo «tienen más poder económico que en cualquier otro momento de la historia». Velázquez nombró la designación de Sonia Sotomayor a la Corte Suprema y los éxitos musicales de Marc Anthony como ejemplos de los progresos de los hispanos. «Aunque nuestra comunidad continúa enfrentando desafíos, los hispanos se han asegurado un puesto en la mesa de negociaciones y desempeñan un papel clave en todos los debates importantes en nuestro país», afirmó.

    La campaña Reforma de Inmigración para Estados Unidos (Reform Immigration for America) -impulsada por docenas de organizaciones – pretende impulsar esos debates. A través de uno de sus programas, más de 100.000 personas han mandado un mensaje de texto al 69866 con la palabra «justicia» para unirse a una red de alertas al celular sobre la potencial reforma. Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos los hispanos necesitan una dosis de realismo en el futuro, señalan algunos.

    «Los estadounidenses están preocupados por el desempleo y la economía. Este no es el mejor momento para aprobar la reforma migratoria», dijo César Perales, presidente de Justicia Latina-PRLDEF (Fondo Puertorriqueño para la Defensa Legal y la Educación). «La gente es deportada todos los días, necesitamos una reforma. ¿Estamos dispuestos a negociar?», señaló. «Los hispanos han de entender que será una negociación difícil. Tienen que estar dispuestos a ceder algo».