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  • Oración a San Agustín de Hipona

    Oración a San Agustín de Hipona

    Agustín de Hipona, conocido también como san Agustín (en latín, Aurelius Augustinus Hipponensis; Tagaste, 13 de noviembre del 354-Hipona, 28 de agosto del 430),1​ es un santo, padre y doctor de la Iglesia católica. Después de su conversión, fue obispo de Hipona, al norte de África y lideró una serie de luchas contra las herejías de los maniqueos, los donatistas y el pelagianismo.

    El «Doctor de la Gracia» fue el máximo pensador del cristianismo del primer milenio y, según Antonio Livi, uno de los más grandes genios de la humanidad.2​ Autor prolífico,3​ dedicó gran parte de su vida a escribir sobre filosofía y teología, siendo Confesiones y La ciudad de Dios sus obras más destacadas.

    Oración a San Agustín de Hipona

    ¡Oh gran Agustín,
    nuestro padre y maestro!,
    conocedor de los luminosos caminos de Dios,
    y también de las tortuosas sendas de los hombres,
    admiramos las maravillas que la gracia divina
    obró en ti, convirtiéndote en testigo apasionado
    de la verdad y del bien,
    al servicio de los hermanos.
    Al inicio de un nuevo milenio,
    marcado por la cruz de Cristo,
    enséñanos a leer la historia
    a la luz de la Providencia divina,
    que guía los acontecimientos
    hacia el encuentro definitivo con el Padre.
    Oriéntanos hacia metas de paz,
    alimentando en nuestro corazón
    tu mismo anhelo por aquellos valores
    sobre los que es posible construir,
    con la fuerza que viene de Dios,
    la «ciudad» a medida del hombre.
    La profunda doctrina
    que con estudio amoroso y paciente
    sacaste de los manantiales
    siempre vivos de la Escritura
    ilumine a los que hoy sufren la tentación
    de espejismos alienantes.
    Obtén para ellos la valentía
    de emprender el camino
    hacia el «hombre interior»,
    en el que los espera
    el único que puede dar paz
    a nuestro corazón inquieto.
    Muchos de nuestros contemporáneos
    parecen haber perdido
    la esperanza de poder encontrar,
    entre las numerosas ideologías opuestas,
    la verdad, de la que, a pesar de todo,
    sienten una profunda nostalgia
    en lo más íntimo de su ser.
    Enséñales a no dejar nunca de buscarla
    con la certeza de que, al final,
    su esfuerzo obtendrá como premio
    el encuentro, que los saciará,
    con la Verdad suprema,
    fuente de toda verdad creada.
    Por último, ¡oh san Agustín!,
    transmítenos también a nosotros una chispa
    de aquel ardiente amor a la Iglesia,
    la Catholica madre de los santos,
    que sostuvo y animó
    los trabajos de tu largo ministerio.
    Haz que, caminando juntos
    bajo la guía de los pastores legítimos,
    lleguemos a la gloria de la patria celestial
    donde, con todos los bienaventurados,
    podremos unirnos al cántico nuevo
    del aleluya sin fin. Amén.

    Oración a Agustín de Hipona