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  • Irak vota de forma masiva

    Los iraquíes desafiaron este domingo los ataques con bombas y obuses, que dejaron al menos 38 muertos en el país, y votaron en masa en las segundas elecciones legislativas desde la invasión estadounidense de 2003, unos comicios cruciales protegidos por severas medidas de seguridad.

    Los colegios electorales cerraron este domingo en Irak a las 14H00 GMT, dando inicio al escrutinio al cabo de una elección marcada por la amenaza de Al Qaida, indicó la comisión electoral.

    «Los colegios electorales cierran a las 17H00 locales (14H00 GMT) pero si hay filas de espera, las oficinas de votación deben aceptar hasta que llegue el último elector de la fila», afirmó Hamdia Husseini a la televisión pública iraquí. «No hay prolongación de los horarios de votación», añadió.

    Tanto en Bagdad como en el resto del país, incluyendo a las regiones sunitas como Mosul (norte) y Al Anbar (oeste), que boicotearon las elecciones de 2005, se observaron largas filas delante de los colegios electorales, donde los electores se sometían sin protestar a registros corporales, observaron los corresponsales de la AFP.

    La red Al Qaida amenazó de muerte a quienes se atrevieran a participar en estas elecciones legislativas.

    Estos comicios son considerados vitales para la estabilidad del país, cuando faltan seis meses para la partida de las tropas norteamericanas de combate y menos de dos años para la retirada total.

    Desde la apertura de las oficinas de votación, la capital iraquí, sobrevolada por helicópteros, fue objeto de disparos de mortero y cohetes katiushka causando al menos 38 muertos y 110 heridos, según un funcionario del ministerio del Interior en un nuevo balance.

    Treinta personas murieron por disparos de obuses y cohetes katiushka en Bagdad, de los cuales 25 al derrumbarse un edificio en el barrio de Ur del norte de la capital alcanzado por un cohete, según la misma fuente.

    Otras ocho personas murieron en atentados con bomba en la capital y sus alrededores.

    La cantidad de heridos se eleva a 110 en todo el país de los cuales 13 por disparos de obuses de mortero contra un colegio electoral en Iskandariya, a 50 km al sur de Bagdad.

    En la provincia sunita de Al Anbar (oeste), unos diez morteros cayeron en Ramadi y Faluya, sin causar víctimas, mientras numerosos electores se dirigían a las urnas en estos antiguos bastiones de la insurrección.
    «Hoy mi voto es un desafío a Al Qaida», afirmó un elector, Jaled Abdalá, de 35 años, mientras cuatro explosiones retumbaban en el bastión sunita de Faluya.

    El primer ministro Nuri al Maliki, que votó en un hotel de la «Zona Verde» minimizó la violencia.

    «Estos ataques no son más que ruido para impresionar a los electores, pero los iraquíes son un pueblo que ama enfrentar desafíos», dijo.
    En las calles de Bagdad, cortadas por cientos de barreras, no había circulación debido a que se prohibió el paso de vehículos por temor a atentados suicidas.

    Varios cientos de miles de militares y policías protegieron los 46.000 colegios electorales.

    Unos 19 millones de electores debían designar a 325 diputados para un mandato de cuatro años durante el cual 96.000 soldados estadounidenses partirán definitivamente de Irak, nueve años después de haber invadido al país para derrocar al dictador Saddam Hussein. Las fronteras y los aeropuertos están cerrados desde el sábado a las 22H00 (19H00 GMT) hasta el lunes a las 05H00 (02H00 GMT).

    Estas elecciones legislativas, que tienen lugar después de cuatro años de violencia comunitaria que dejó decenas de miles de muertos, probablemente consagrarán la hegemonía política de los chiitas, que representan a casi el 60% de la población.

    Se esperaba una amplia participación de los sunitas, que boicotearon los anteriores comicios de 2005, furiosos por haber perdido el poder que controlaban desde la creación de Irak, en 1920.

    Doce coaliciones y 74 partidos se disputan estos puestos el domingo, pero hay dos listas favoritas: una con una fuerte connotación religiosa chiita, «La Alianza para el Estado de Derecho», del actual primer ministro Nuri al Maliki, y la otra claramente laica, el Bloque Iraquí, dirigida por el ex jefe de gobierno Iyad Allawi.

    Como el sistema proporcional vigente no permite que una coalición tenga la mayoría absoluta, la formación de un gobierno podría tomar cierto tiempo

  • Iraq ante los comicios, EU e Iran las sombras

    Mientras Estados Unidos se prepara para retirar sus fuerzas de Irak, se dice que Irán trabaja duro para llenar un potencial vacío de poder y esos esfuerzos enfrentan su primer gran desafío en los comicios del domingo, en los que Teherán apoya a candidatos de posturas conservadoras, contra una coalición moderada.

    Irán, mayoritariamente chiíta, tiene aliados fiables en Siria, en el Jezbolá que opera en Líbano y en Hamas, la milicia que controla Gaza. Una mayor influencia en Irak ampliaría el poder regional iraní, intranquilizando a Israel y diezmando potencialmente la capacidad de potencias sunitas como Arabia Saudí y Egipto. Pero es la presunta intromisión política de Irán -descrita por el embajador estadounidense Christopher Hill como un «involucramiento malévolo»- lo que más preocupa a los funcionarios norteamericanos e iraquíes.

    De acuerdo con un prominente funcionario iraquí de seguridad, quien tiene acceso a reportes de inteligencia, fue la influencia iraní lo que hizo posible la alianza electoral entre dos rivales chiítas -los sadristas, seguidores del clérigo Muqtada al-Sadr, quien según algunos reportes vive en Irán, y el Consejo Supremo Islámico Iraquí, apoyado por Teherán.

    No hay encuestas fiables, pero la coalición chiíta, encabezada por clérigos y autoproclamada Alianza Nacional Iraquí, tendría buenos resultados en su contienda contra el primer ministro Nouri al-Maliki, un moderado cuyo bloque es dominado por los chiítas, pero incluye también a sunitas y curdos. El bloque que gane la mayor cantidad de escaños en el parlamento de 325 miembros podrá nominar al próximo primer ministro.

    Otra factor que revela la creciente influencia iraní es que los sadristas se han abstenido de apoyar una agenda árabe excluyente y han dejado de condenar los nexos con fuerzas extranjeras, incluido Irán, un país no árabe. Los sadristas, que surgieron en el 2003, solían ser enemigos acérrimos del Consejo Supremo Islámico Iraquí. Los simpatizantes de ambos grupos se enfrentaron en las calles incluso en el 2008.

    Los iraníes presionaron además a al-Maliki para que se uniera a la alianza, pero el primer ministro se negó, dijo un funcionario de seguridad, quien solicitó permanecer en el anonimato por no tener autorización de revelar los hallazgos. El gobierno de Al-Maliki ha sugerido que los estadounidenses y los iraníes libran una lucha mediante terceros en territorio iraquí. Si Irán logra que sus candidatos se impongan en los comicios y los estadounidenses se apegan al cronograma de retirar a todas sus fuerzas hacia finales del año próximo, Teherán habrá alcanzado una meta relevante, un Irak libre de las fuerzas y de la influencia de Estados Unidos, y dispuesto a buscar coincidencias con un gran vecino que siempre estará ahí.

    La situación representaría un vuelco respecto de lo ocurrido en la década de 1980, cuando Irak, más pequeño pero mejor armado, libró una guerra de ocho años con Irán. «La república islámica intentará mantener su influencia mediante varios medios, incluido el auspicio político, la cooperación económica y la inversión, así como los vínculos religiosos y el apoyo armado a los insurgentes chiítas», advirtió Alireza Nader, de RAND Corp., un centro de investigación con sede en Washington.

    La meta final, según Nader, es que Irak sea dominado por los partidos chiítas que siguen políticas acordes con los intereses de Irán.
    Los árabes sunitas de Irak dicen que Irán estuvo detrás de la proscripción de casi 500 candidatos, la mayoría de esa rama religiosa, quienes no pudieron postularse por sus presuntos vínculos con el Partido Baath de Saddam Hussein. Teherán niega las acusaciones de que fomente la violencia o interfiera en Irak.

    Pero el principal comandante estadounidense en Irak, general Raymond Odierno, ha mencionado que algunos datos de «inteligencia directa» muestran que dos prominentes políticos chiítas a cargo del panel, que impidieron la participación de los candidatos – Ahmad Chalabi y Ali al-Lami – tienen vínculos con Teherán. Los milicianos chiítas financiados y entrenados por agencias leales al régimen clerical de Teherán han matado a cientos de soldados estadounidenses en Irak, frecuentemente con bombas colocadas en las carreteras. Estados Unidos considera que esas bombas fueron proporcionadas por Irán.

    También ha habido ataques constantes mediante cohetes contra las bases estadounidenses. «Irán tiene una clara influencia sobre todo Irak», dijo el prominente político sunita Osama al-Nujaifi, entrevistado por la televisión la semana pasada. «Interfiere en los asuntos del parlamento, del gobierno y de las fuerzas armadas».

    Irán no es el único vecino interesado en las elecciones. Arabia Saudí, Siria y Turquía figuran entre las naciones que estarían apoyando discretamente a sus facciones predilectas. «Dado que no se ha resuelto nada fundamental en Irak, es natural que los participantes regionales quieran ingresar», dijo Peter Harling, del International Crisis Group, un centro con sede en Bruselas.

  • Sangriento atentado en Irak

    Al menos 33 personas murieron y 55 resultaron heridas el miércoles en tres atentados suicidas en Baquba, 60 km al norte de Bagdad, a cuatro días de las elecciones legislativas del próximo domingo, cruciales para el futuro de Irak. «Los tres atentados dejaron 33 muertos y 55 heridos», entre ellos varios policías, informó un funcionario de las fuerzas de seguridad de Baquba, capital de la provincia de Diyala.

    Un vehículo conducido por un kamikaze estalló en un local de un organismo dependiente del ministerio de la Vivienda, cerca de una comisaría, y otro vehículo estalló poco después a unos cien metros, cerca de una plaza. Un tercer kamikaze hizo estallar su cinturón con explosivos en el hospital general de Baquba, en el centro de la ciudad, cuando el jefe de la policía de la provincia, el general Abdel Hussein Al Shommari, visitaba a las víctimas de los atentados precedentes.

    El jefe de la policía salió ileso del atentado, perpetrado por un kamikaze que vestía uniforme militar y había llegado al hospital en una ambulancia, haciéndose pasar por un herido, dijo el comisario Ghaleb Al Juburi. Estos atentados, los más sangrientos desde el 5 de febrero pasado, tuvieron lugar cuatro días antes de las elecciones legislativas del domingo 7 de marzo, las segundas que celebra Irak después de la invasión estadounidense que derrocó al régimen de Saddam Hussein en 2003.

    «Los terroristas quieren sembrar la confusión e impedir que los iraquíes vayan a votar», declaró Ali Al Musawi, consejero del primer ministro Nuri al Maliki. «Las elecciones son muy peligrosas para los terroristas y por eso quieren torpedearlas», agregó Al Musawi. Unos 19 millones de iraquíes elegirán entre 6.100 candidatos a los 325 diputados que integrarán el Parlamento en los próximos cuatro años.

    El 5 de febrero pasado, en Kerbala, centro de Irak, día en que los fieles chiitas conmemoraban el 40 día de la muerte de Hussein, figura emblemática del chiismo, muerto hace 13 siglos, un atentado mató a 41 personas e hirió a 144. La red islamista Al Qaida y otro grupo extremista, Ansar Al Sunna, afirmaron que harían todo para impedir las elecciones legislativas.

    La insurrección sunita sigue siendo muy activa en Diyala, una provincia en la que coexisten comunidades sunitas, chiitas y kurdas. «Hemos decidido impedir las elecciones por todos los medios posibles, principalmente por medios militares», adivirtió el jefe de Al Qaida en Irak, Abu Omar al Baghdadi, en un mensaje difundido el 12 de febrero pasado.

    Baghdadi calificó las elecciones de «crimen político urdido por los chiitas». Las autoridades iraquíes habían advertido que los insurrectos y Al Qaida intentarían hacer descarrilar el proceso político. Aunque debilitada por la represión, Al Qaida puede aún asestar fuertes golpes, como lo demostró en los últimos meses con una serie de atentados contra instituciones iraquíes en Bagdad.

  • Ali el quimico sentenciado a muerte en Iraq

    Una corte iraquí condenó el domingo a muerte en la horca a Alí Hassan al-Majeed, un colaborador de Saddam Hussein ampliamente conocido como ‘Alí, el químico’ por un ataque con gas de 1988 que dejó unos 5 mil kurdos muertos, dijo un funcionario de la corte.

    Majeed, un primo de Hussein quien se ganó su apodo debido al uso de gas venenoso, fue condenado por un ataque contra un pueblo kurdo.

    El ex funcionario ya enfrenta condenas a muerte en otros tres casos.

    «La decisión ha sido emitida hoy, 17 de enero, para sentenciar a Ali Hassan al-Majeed, a la muerte en la horca (…) por crímenes contra la humanidad», dijo Aref Abdul-Razzaq al-Shahin, presidente de la corte.

    El Alto Tribunal iraquí también condenó al ex ministro de Defensa Sultan Hashem y al jefe de inteligencia militar Sabir al-Douri a 15 años de prisión cada uno por el ataque, y a Abd Mutlaq al-Jubouri, un ex jefe de inteligencia regional, a 10 años.

    Majeed fue capturado en agosto del 2003, cinco meses después de que fuerzas de Estados Unidos invadieron Irak para derrocar a Hussein.

    ‘Alí, el químico’, fue condenado a la horca en junio del 2007 por su papel en una campaña militar contra los kurdos, código Anfal, que se extendió desde febrero hasta agosto de 1988.

    Majeed también recibió una pena de muerte en diciembre del 2008 por su papel en la represión contra una revuelta chiíta después de la Guerra del Golfo de 1991 y otra por su participación en la muerte y desplazamiento de musulmanes chiítas en 1999.

    Hussein fue ejecutado en diciembre del 2006, tras ser condenado por crímenes contra la humanidad por la muerte de 148 hombres y chicos chiítas tras un intento de asesinato en 1982.

    Cerca de 290 mil personas desaparecieron en Irak bajo el Gobierno de Hussein, desde 1979 hasta el 2003, según cálculos de la organización Human Rights Watch

  • ¿Enjuiciar a Tony Blair?

    El antiguo abogado del dictador Saddam Hussein quiere abrir una causa al ex primer ministro británico Tony Blair por guerra «ilegal» a raíz de las declaraciones en las que dice que habría implicado a su país en la contienda bélica de Irak aunque el régimen no hubiera tenido armas de destrucción masiva.
    Giovanni di Stefano, que defiende al ex ministro de Relaciones Exteriores iraquí Tarek Aziz, envió al Attorney General, el principal asesor jurídico del gobierno británico, una «solicitud de consentimiento para procesar» a Tony Blair.
    Blair «infringió la Convención de Ginebra de 1957» involucrando a su país en una guerra «no justificada por una necesidad militar y llevada a cabo de forma ilegal y gratuita», estima Di Stefano, en la carta enviada a Londres, de la que la AFP obtuvo una copia.
    El letrado cita la entrevista concedida por Blair este domingo a la televisión BBC1, en la que el ex jefe de gobierno declara que habría implicado a su país en la guerra de marzo de 2003 aunque Saddam Hussein no hubiera tenido armas de destrucción masiva.
    Esto «confirma que la verdadera motivación para atacar Irak era cambiar el régimen y no por lo que (Blair) declaró al electorado británico, al parlamento y a los medios de comunicación en 2003», estima Di Stefano en el texto.
    El ministerio de Justicia británico ha declinado hacer comentarios y la oficina del Attorney General no ha contestado a las llamadas de la AFP.
    Blair, jefe del gobierno británico desde 1997 hasta 2007, declaró a la BBC que la invasión de Irak estaba más justificada por «la idea» de que Saddam Hussein «representaba una amenaza para la región» que por la presencia de armas de destrucción masiva.
    A la pregunta de si habría implicado a su país en la guerra en 2003 aunque Saddam Hussein no hubiera tenido armas de destrucción masiva contestó: «Habría continuado pensando que era justo derrocarlo. Evidentemente que habríamos empleado y desarrollado argumentos diferentes en cuanto a la naturaleza de la amenaza».