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  • La pausa

    La pausa

    l reciente diferendo entre el presidente López Obrador y los embajadores de Estados Unidos y Canadá, por haberse pronunciado éstos en contra de algunos planteamientos de la iniciativa de reforma judicial —como lo son la elección popular de jueces, magistrados y ministros de la SCJN—, muestra o ignorancia de nuestro Presidente respecto a los procedimientos y protocolos de la diplomacia, o un ingenuo intento demagógico de disfrazar el conflicto culpando al mensajero.

    Sin embargo, es inviable no reconocer lo evidente: todo embajador es el vocero oficial del gobierno de su país y jamás vierte opiniones personales que no estén respaldadas por su gobierno.

    Nuestro Presidente cree que puede cambiar el significado de los hechos con narrativas y pretende convertir este diferendo en un problema personal con el embajador Ken Salazar y decir que la pausa es con la embajada y no con el gobierno del presidente Biden.

    Sin embargo, detrás de este ingenuo planteamiento presidencial —que podríamos calificar como una tormenta en un vaso de agua— pareciera estarse aprovechando la oportunidad que ofrece este diferendo diplomático para sentar las bases futuras de nuestra política exterior frente a posibles problemas que pudiesen generarse con el próximo presidente de Estados Unidos, ya sea este Kamala Harris o Donald Trump.

    Por ello el presidente López Obrador utiliza un tono patriotero que rescata el tradicional rechazo de nuestro país a la política exterior injerencista del gobierno norteamericano y capitaliza los arquetipos intervencionistas atribuidos a ese país.

    Es evidente que los abusos de la 4T, que ponen en riesgo a nuestra frágil democracia y al estado de derecho, como lo son la reforma judicial y el posible intento de desaparición de los organismos autónomos —como el INAI y todos aquellos que generan contrapesos al Poder Ejecutivo— traen muy preocupados a los políticos estadounidenses y ello pudiese predisponer al próximo presidente de ese país a endurecer sus políticas en contra de la pasividad del gobierno mexicano frente a los cárteles de la droga.

    Seguramente las noticias que llegan de Estados Unidos respecto a la actual estrategia de ese gobierno de convertir en testigos protegidos a líderes de la delincuencia organizada mexicana presos en su territorio —y poseedores de información privilegiada— pone nerviosos a muchos funcionarios de este gobierno que pronto perderán impunidad al dejar sus cargos.

    Frente a estos escenarios inciertos y de alto riesgo, blindarse con el discurso patriotero pareciera ser una estrategia populista y de alto impacto emocional que permitiría al gobierno que está por iniciar el primero de octubre, salir en defensa de cualquier funcionario de la actual administración que pudiese ser cuestionado por el gobierno norteamericano. A final de cuentas las narrativas construyen percepciones públicas poderosas.

    La izquierda latinoamericana se divide

    No hay una sola izquierda latinoamericana y el conflicto e insultos entre Gustavo Petro y Daniel Ortega, porque el nicaragüense calificó a él y a Lula como títeres del gobierno norteamericano por no reconocer a Nicolás Maduro como ganador de las pasadas elecciones, pone en evidencia esta fractura. Gabriel Boric, Luiz Inacio Lula da Silva y Gustavo Petro, presidentes de Chile, Brasil y Colombia, empiezan a distanciarse de los dictadores tradicionales —insertados en el Foro de Sao Paulo— a partir de su rechazo al robo de las elecciones venezolanas por parte de Nicolás Maduro. Esto marca un nuevo contexto político en la región y una nueva esperanza para la democracia, al margen de las posturas ideológicas.

    Brecha

    Cada vez más crece la brecha entre la administración pública y la política. El político finca su fortaleza en la demagogia, pero el administrador público debe dar resultados y efectividad. La nueva Reforma Judicial pretende convertir a la administración de la justicia en una actividad de ocurrencias jurídicas y compromisos políticos.

    ¿A usted qué le parece?

    Ricardo Homs
    X: @homsricardo

  • EU quiere se detenga Israel

    Estados Unidos quiere que Israel suspenda durante cuatro meses la colonización judía en Jerusalén Este a cambio de negociaciones directas con la Autoridad Palestina para reactivar el proceso de paz, informaron el miércoles los medios de comunicación israelíes.

    Washington propone que durante cuatro meses Israel cese la construcción de viviendas en Jerusalén Este, incluso en los barrios judíos, y se compromete, a cambio, a presionar al presidente palestino Mahmud Abas para que entable negociaciones directas con el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, afirma el diario Haaretz.

    Por el momento el gobierno de Netanyahu ha excluido congelar la colonización en Jerusalén Este.

    El plazo de cuatro meses coincide con el calendario propuesto por la Liga Arabe para establecer negociaciones indirectas entre Israel y los palestinos, estimaron responsables israelíes citados por Haaretz.

    Hasta ahora, los palestinos se niegan a mantener negociaciones directas con Israel, como quiere Netanyahu, sin que antes éste congele la colonización, incluido en Jerusalén Este.

    La televisión israelí Channel Two divulgó la misma información, pero precisa que Israel no contestará a la petición estadounidense hasta que hayan terminado las celebraciones de la Pascua judía, la próxima semana.

    La oficina del primer ministro Netanyahu ha declinado comentar estas informaciones.

    Netanyahu regresó el pasado jueves por la noche a Israel, tras una visita a Estados Unidos que no permitió resolver su crisis con el gobierno de Barack Obama y dejó entre interrogantes la posible reanudación del diálogo israelo-palestino, bloqueado desde hace más de un año.

    El viernes reunió a su gabinete de seguridad con el fin de elaborar la respuesta a las crecientes presiones estadounidenses para que suspenda la colonización judía. No han trascendido detalles sobre la reunión.

    El litigio de las colonias judías en Cisjordania y en Jerusalén Este es el principal obstáculo actualmente para reactivar el proceso de paz.

    Frente a la presión de Estados Unidos, Israel anunció en noviembre una moratoria limitada y temporal, de diez meses, en la construcción de nuevas viviendas en la Cisjordania ocupada. Pero esta moratoria no afecta a Jerusalén Este, un sector de mayoría árabe cuya anexión en 1967 no cuenta con el reconocimiento de la comunidad internacional.

    Israel considera el conjunto de la Ciudad Santa como su capital «indivisible y eterna», mientras que los palestinos aspiran a que Jerusalén Este sea la capital de su futuro estado.

    El conflicto en torno a esta zona se agravó hace dos semanas, cuando el gobierno de Netanyahu anunció la construcción de 1.600 nuevas viviendas en un barrio de colonización en Jerusalén Este, en plena visita del vicepresidente estadounidense Joe Biden