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  • El nuevo gobierno japones, buscara capitalizarse

    Luego de imponerse en las históricas elecciones legislativas del domingo, proponiendo un generoso programa social, el Partido Demócrata de Japón (PDJ, centro) debe ahora buscar el dinero para financiar sus promesas, en un país desarrollado que ya es el más endeudado del mundo, señalaron los analistas.

    Al prometer ayudas familiares, la gratuidad parcial en la enseñanza, subsidios a los desempleados, la abolición de los peajes y una rebaja de los impuestos para las pequeñas empresas, el nuevo poder centrista pretende llenar directamente el bolsillo del consumidor para reactivar la economía a través de la demanda.

    Esta doctrina se presenta como una ruptura radical con la política económica seguida por la derecha japonesa durante sus 54 años de hegemonía, que consistía ante todo en apoyar los proyectos de empresas para estimular el progreso tecnológico y por consecuente la actividad y el empleo.

    El PDJ cifró el costo de su programa en 7,1 billón de yenes (unos 77.000 millones de dólares) a partir de 2010 y en 16,8 billones de yenes (182.000 millones de dólares) por año, o el 3% del Producto Interior Bruto (PIB), a partir de 2012.

    Prometió dejar la tasa de imposición sobre el consumo en su nivel actual, de 5%, y de abstenerse de emitir bonos del Tesoro por cualquier razón.

    Para finanziar su proyecto prevé recortar los gastos superfluos (obras públicas y subvenciones de dudosa utilidad), vender bienes inmobiliarios o participaciones del Estado, reducir los salarios de los funcionarios y abolir algunas excepciones fiscales.

    «En vez de agrandar la torta, el PDJ buscará estudair cómo repartirla mejor», resume Kyohei Morita, economista jefe en Barclays Capital.
    El líder del PDJ y futuro jefe de gobierno, Yukio Hatoyama, afirmó que suspenderá inmediatamente los aumentos presupuestarios decididos por la derecha para luchar contra la crisis económica y que prefería abandonar los proyectos juzgados extravagantes, como la construcción de un Centro Nacional de la Cultura Popular, dedicado al manga y al dibujo animado, una iniciativa del primer ministro saliente, Taro Aso.

    Pero «lo que se puede hacer con este tipo de recortes tiene límites», advirtió la agencia de notación Moody’s. «Los gastos sociales tienden a aumentar inexorablemente y son políticamente difíciles de controlar. El PDJ tendrá probablemente problemas para impedir que estos gastos desequilibren su presupuesto», estimó.

    Muchos economistas se preocupan por el hecho de que el control de la deuda pública, que ya está al 170% del PIB, no se mencione en el programa del PDJ. Los proyectos del futuro gobierno «no ofrecen ninguna esperanza realista de mejorar la productividad o de estabilizar las finanzas públicas», lamenta Richard Jerram, economista de Macquarie Securities en Tokio.

    Según él, el PDJ no tardará en abandonar sus generosas promesas, por pragmatismo. «Nuestra impresión es que su programa era sobre todo un instrumento para ganar las elecciones y no se trasladará directamente en acción política», pronostica Jerram.

    «Dónde encontrar el dinero será claramente la gran pregunta», admite Noriko Hama, economista en la Doshisha Business de Kioto. Pero según ella, el PDJ no podrá olvidar que su histórica victoria del domingo, en la que logró 308 de los 480 escaños, es una expresión de la profunda voluntad de cambio de los japoneses.

    «El PDJ realmente ha entendido lo que espera el pueblo», explica. «No creo que el PDJ pueda permitirse dar marcha atrás y decir ahora que las finanzas públicas son más importantes que la aplicación de medidas destinadas a responder a un empeoramiento de las disparidades sociales»

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  • Japon quiere afianzar su posicion en Asia

    El futuro primer ministro japonés, Yukio Hatoyama, presidente del centrista Partido Demócrata de Japón (PDJ), que el domingo se impuso triunfalmente en las elecciones legislativas, quiere acercar a Japón a sus vecinos asiáticos y dar vuelta la página de su pasado que dejó cicatrices aún palpables. De entrada Yukio Hatoyama, de 54 años, presidente del Partido Demócrata de Japón (PDJ), que será elegido jefe de gobierno a mediados de septiembre, ya ha lanzado la idea de crear una comunidad asiática con una moneda única, al estilo de la Unión Europea.

    «No debemos olvidar nuestra identidad de país asiático», escribió en una revista japonesa antes de la aplastante victoria del PDJ del domingo que puso fin a 54 años de poder conservador en la segunda economía mundial. Hatoyama también propuso la construcción de un memorial nacional consagrado a los soldados muertos en combate en donde podrían recogerse los dignatarios japoneses.

    Este monumento sería una alternativa al actual santuario sintoísta de Yasukuni en Tokio, en honor a los 2,5 millones de soldados muertos por Japón, pero también a los 14 criminales de guerra condenados a la pena capital por los Aliados en 1945. Este lugar de culto es considerado como el símbolo del pasado militarista del Japón imperial.
    Las polémicas visitas de los políticos a este santuario situado en Tokio levantan ampollas en China, Corea y otros vecinos.

    «Las expectativas en Asia en relación a Hatoyama son realemente grandes», explica Takehiko Yamamoto, profesor de ciencias políticas en la Universidad Waseda, de Tokio. «Hay muchas oportunidades para dar vuelta la página, aunque sea parcialmente, sobre una cuestión histórica tan delicada», asegura. En China, en donde la ocupación del ejército japonés en los años 1930 y 1940 dejó recuerdos muy dolorosos, se siguen muy atentamente los cambios políticos en Japón.

    «Estamos listos para trabajar con Japón para reforzar la cooperación bilateral y conservar el ritmo sano de intercambios de alto nivel para (…) contribuir conjuntamente a la paz y al desarrollo en Asia», declaró este martes Jiang Yu, portavoz de la cancillería china, en lo que es la primera reacción oficial de China a la victoria de la oposición centrista japonesa. «A juzgar por la composición del PDJ, se puede creer que el nuevo poder japonés será relativamente más amistoso hacia China», opina otro analista, Zhang Haochuan, profesor del Centro de Estudios Japoneses de la Universidad Fudan, en Shangai.

    El periódico estatal chino Global Times se alegró del posible cambio de mentalidad del nuevo gobierno japonés e instó al nuevo Primer Ministro a que respete su promesa de no visitar el polémico santuario, lo cual «puede liberar a los dos países de esta carga legada por la historia y marcar una nueva etapa en las relaciones», añadió. El primer ministro Junichiro Koizumi (2001-2006) provocó la cólera de Pekín y Seúl visitando el santuario en varias ocasiones.

    «Para China, la cuestión de Yasukuni está en el corazón de las relaciones con Japón», señaló Yamamoto. Aunque consiga neutralizar la polémica del pasado militarista, el nuevo primer ministro japonés deberá arreglar otros temas sensibles con Pekín, como los derechos humanos, el Tíbet o las diferencias territoriales.

    «China no debería hacerse demasiadas ilusiones, porque las fricciones serán inevitables», opinó por su lado Xu Yiping, director del Centro de Estudios Japoneses en Pekín. Por su parte, el presidente de Corea del Sur, Lee Myung-Bak, que fue el primer dirigente asiático en felicitar a Hatoyama, dijo que espera «desarrollar las relaciones entre Corea y Japón hacia una asociación sólida y madura»

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