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  • Gustavo A. Madero

    Originario de Parras de la Fuente, Coahuila, Gustavo Adolfo Madero fue hermano de Francisco Ignacio Madero. Empresario y polí­tico, apoyó la lucha antirreeleccionista desde 1909.

    Al estallar la revolución mexicana el 20 de noviembre de 1910, fue comisionado para negociar empréstitos en Estados Unidos con la intención de financiar el movimiento armado. Apoyó a la revolución con 600 mil dólares de su peculio.

    Una vez derrocado Porfirio Dí­az, Gustavo se encargó de la organización del Partido Constitucional Progresista, que sustituyó al Partido Antirreeleccionista, el cual llevó a la presidencia de la República a Francisco I. Madero en noviembre de 1911. Gustavo fue elegido diputado para la XXVI Legislatura y encabezó la oposición contra la vieja guardia porfirista dentro del Congreso.

    Durante el régimen maderista (1911-1913) fundó el periódico Nueva Era para contrarrestar los ataques que la vieja prensa porfirista lanzaba contra la presidencia de Madero. Por entonces, se hizo famosa su frase: â??muerden la mano que les quitó el bozalâ?, refiriéndose a los periodistas que durante la dictadura recibí­an dinero para escribir a favor del gobierno porfirista, las cuales canceló la nueva administración. La mayor parte de los encarnizados ataques de la prensa se dirigieron contra su persona y fue apodado â??Ojo paradoâ?, debido a que durante su infancia, habí­a perdido un ojo que sustituyó con uno de vidrio.

    Gustavo Madero fue un crí­tico del régimen de su hermano, a quien recomendó retirar del gabinete a varios ministros que obstaculizaban las reformas revolucionarias, entre ellos se encontraban su tí­o Ernesto Madero y su primo Rafael Hernández.

    Debido al encono que provocó su cercaní­a con el gobierno de su hermano, el presidente Madero decidió enviarlo como embajador de México en Japón a principios de 1913. Sin embargo, el inicio de la Decena Trágica lo impidió. Fue testigo de la rebelión armada contra el gobierno de Francisco I. Madero por parte de los generales Manuel Mondragón, Félix Dí­az y Bernardo Reyes.

    A pesar de las continuas advertencias que Gustavo le hizo al presidente Madero sobre la traición de Huerta, don Francisco nunca le prestó atención y la tarde del 18 de febrero los dos hermanos Madero, José Marí­a Pino Suárez y el general Felipe íngeles fueron aprehendidos en distintos lugares de la ciudad de México. Esa noche, Gustavo fue trasladado a la Ciudadela y ahí­ fue brutalmente asesinado.

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  • La muerte me pela los dientes … Francisco Villa

    Según reza la leyenda, el Carretero de la Muerte es aquel individuo que habiendo fallecido en el último segundo del 31 de diciembre, tiene la misión de recorrer el mundo recogiendo -en su silenciosa carreta- las almas de todos aquellos seres que fallecen durante los 12 meses del año. Su paso es firme y exacto, marcado por cada segundo que transcurre para llegar con puntualidad a su cita: la muerte espera al final del camino.
    Podemos suponer que en México, el Carretero de la Muerte detiene momentáneamente su andar, el 1 y 2 de noviembre. Por una vieja tradición pagano-religiosa son dí­as de fiesta: el culto a los muertos se hace presente; florecen los altares alrededor de los retratos de los antepasados difuntos que parecen advertir: «Como te ves me ví­…».

    Pero es posible que la Muerte se detenga por otro motivo: la reflexión por el sino fatal, la vocación mortuoria, la tradición funeraria que envuelve a la historia de México. Indudablemente la Muerte está presente en todas las épocas y en todos los pasajes de la historia universal. Sin embargo, en México hay casos muy concretos que demuestran que la Muerte ronda en el aire con especial predilección sobre ciertos individuos y por momentos los ha cubierto con su manto, algunas veces rozándolos, otras, tocándolos en forma definitiva.

    LAS APROXIMACIONES

    ¿Qué factores influyen para que un hombre común se acerque tanto a la Muerte pero logre evadirla? La Muerte encuentra en la fortuna a una de sus principales rivales. El último minuto de vida tiene que llegar fatalmente. Pero en ocasiones la fortuna, para bien o para mal, le arrebata algo de tiempo:

    Una broma cruel jugó la fortuna, la muerte -y Juárez- a Maximiliano, Miramón y Mejí­a. Confirmada la pena capital para el 16 de junio de 1867, los reos fueron puestos en capilla; momentos antes de ser conducidos al lugar señalado para la ejecución, ésta se pospuso para tres dí­as después. El 19 de junio, fecha en que fueron fusilados ya estaban muertos. Murieron dos veces.

    Durante su vida el general Manuel González fue herido en 17 ocasiones -sable, bala, metralla-, perdió un brazo, le abrieron el muñón durante otro combate… fue un gran militar y llegó a ser presidente de México (1880-1884). Ninguna de sus 17 heridas lo llevó a la tumba. Falleció de causas naturales en su vieja hacienda de Chapingo.

    ¿Qué hubiera sido de la Revolución si Pancho Villa hubiera muerto en sus inicios? En 1912, por órdenes de Huerta, Villa fue colocado frente al pelotón del fusilamiento; en el último momento, cuando se disponí­a la ejecución, llegó el perdón de Madero a través de uno de sus hermanos.

    1915. Herido por una granada, Obregón cayó al suelo sin un brazo; retorciéndose de dolor, sacó su pistola, la colocó sobre su cabeza y jaló el gatillo… estaba descargada -un dí­a antes habí­a sido limpiada por su asistente. Cuando el teniente coronel Jesús M. Garza se dió cuenta de las intenciones del general, le arrebató la pistola y lo condujo ante el médico. Tiempo después y por otras circunstancias, Garza se suicidó.

    CUANDO EL ALMA DEL CUERPO SE DESPRENDE…

    Para aquellos estudiosos de las cuestiones parapsicológicas, la personalidad de ílvaro Obregón merece un acercamiento. Además de su frustrado intento de suicidio, otras experiencias de su vida muestran un contacto cercano, la clara presencia de la muerte, por lo menos en tres ocasiones.

    Obregón así­ lo percibí­a. En 1909 escribió un poema titulado Fuegos fatuos, cuyas primeras estrofas revelan la personalidad de un hombre desdeñoso del tránsito fí­sico, terrenal, pero -implí­citamente- convencido de la existencia de otra vida, marcada por el plano espiritual:

    «Cuando el alma del cuerpo se desprende / y en el espacio asciende, / las bóvedas celestes escalando, / las almas de otros mundos interroga/ y con ellas dialoga, / para volver al cuerpo sollozando/ sí­, sollozando al ver de la materia / la asquerosa miseria/con que la humanidad, en su quebranto,/ arrastra tanta vanidad sin fruto, / olvidando el tributo / que tiene que rendir al camposanto.»

    El espiritismo fue una doctrina que tuvo toda la formalidad y el impacto de una corriente filosófica en Estados Unidos y Europa durante la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del XX. En México, el espiritismo practicado por Francisco I. Madero fue el argumento utilizado por sus enemigos, para tildarlo de â??chifladoâ?. Convencido de las doctrinas básicas espí­ritas -contenidas en obras como El Evangelio según el espiritismo o El libro de los espiritus- y seguidor de su principal profeta -Allan Kardec-, Madero fue medium escribiente. Su comunicación con los espí­ritus y las bondades del espiritismo -justicia, fraternidad, libertad- influyeron en cierta medida en que abrazara la causa de la democracia.

    Más asombroso -pero menos conocido- que el espiritismo de Madero fue el espiritismo ortodoxo que Plutarco Elí­as Calles abrazó en los últimos años de su vida. Calles, el mismo hombre que habí­a tratado de â??extirpar la fe católica de Méxicoâ?, en el ocaso de su vida concurrí­a â??religiosamenteâ? al cí­rculo de investigaciones metapsí­quicas de México. Donde se comunicaba con almas que recorrí­an los diferentes planos metafí­sicos. Desde ese lugar, hizo la única profesión de fe de toda su existencia: creyó en otra vida. Ambos recurrí­an a la muerte… como fuente de vida.
    LOS RESTOS

    La Muerte ha de sonreí­r cuando piensa que el último instante de vida y el paso a otra, supone â??descansar en paz y eternamenteâ?. ¿Ya descansan en paz los restos mortales de los personajes de nuestra historia? Algunos solamente. Tan azarosa fue su vida como lo ha sido su muerte.

    El culto a los muertos y la mitificación de la historia -la idea de rendir honores a los personajes que han contribuido a formar la patria- han impedido que muchos de ellos finalmente descansen en paz. La fijación de hacer monumentos, crear urnas especiales, esculpir enormes estatuas con notorios pedestales para depositar los restos, han creado una especie de nomadaje mortuorio.

    El sentimiento antiespañol al grito de â??mueran los gachupinesâ?, enarbolado por algunos grupos radicales durante los primeros años del México independiente -que culminó con la expulsión de españoles-, propició una persecución sobre los restos de Cortés, sólo evitada gracias a la intervención de Lucas Alamán, quien pudo esconderlos y ponerlos a salvo de la turba enardecida.

    Los héroes de la Independencia no corrieron con mejor suerte. Al momento de morir fusilados, Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez fueron decapitados y sus cabezas expuestas públicamente durante 10 años. Al consumarse la Independencia pudieron reunirse los restos de los principales insurgentes, mismos que fueron cambiados de sitio en varias ocasiones. El peregrinar de los restos y las malas condiciones en que se encontraban propició una investigación (1911) para identificar de quién eran cráneos, fémures y demás huesos que se encontraban en la urna. La odisea terminó cuando fueron trasladados al íngel de la Independencia (1925), pero con una nueva baja entre las filas insurgentes: los restos de Morelos desaparecieron y hasta la fecha se desconoce su paradero.

    Con excepción de su pierna, Santa Anna podrí­a decirse que â??casiâ? descansa en paz -aunque para muchos no lo merezca. Perdida durante la guerra de los pasteles (1838) -unas veces honrada, otras vituperada al grado de ser arrastrada por las calles de la ciudad- su pierna se perdió en el convulsionado México del siglo XIX. Siendo ya un viejo, algunos charlatanes lo visitaban para ofrecerle su â??auténticaâ? pierna, misma que compró varias veces. Nunca la recuperó.

    La admiración por una persona puede rebasar los lí­mites de su vida y seguir hasta en la muerte. Tal fue la última voluntad del presidente Anastasio Bustamante: que su cuerpo fuera sepultado, pero su corazón, colocado en una urna, reposara junto a los restos de Agustí­n de Iturbide. Y así­ fue, en la capilla de San Felipe de Jesús de la Catedral Metropolitana, bajo el osario de Iturbide se encuentra la urna con el corazón de Bustamante.

    Si la admiración puede ser eterna, la rivalidad también. Durante los últimos meses del Imperio de Maximiliano, Miramón estuvo a unas cuadras de capturar a Juárez (Zacatecas, 1867); lo habrí­a fusilado. Juárez aprehendió a Miramón y fue ejecutado. El panteón de San Fernando recogió los restos de ambos, pero ni muertos podí­an estar juntos. Al regresar a México, Concha Lombardo de Miramón -esposa del general- se indignó de saber que su esposo yací­a a unos cuantos metros de Juárez. Exhumó el cuerpo de su marido, para llevarlo lejos del zapoteca; sus restos ya descansan en la Catedral de Puebla.

    A pesar de su violentí­sima muerte -asesinado con balas expansivas- Pancho Villa tuvo una cristiana sepultura y descansó en paz por algunos años. Una noche, desconocidos entraron al panteón donde fuera sepultado; su tumba fue violada. A la mañana siguiente, el cuerpo del Centauro apareció sin cabeza. Nadie sabe qué fue de ella. Las malas lenguas cuentan que fueron los gringos, quienes querí­an analizar su cerebro, para saber qué tení­a en la cabeza, aquel hombre que se atrevió a invadir su territorio.

    Hay un grupo de personajes, cuyos restos, evidientemente, no alcanzarán el descanso -al menos dentro de su fosa. Ellos son los jefes de la revolución. Paradójicas resultan la historia y la muerte; la primera se encargó de separarlos haciéndolos irreconciliables enemigos; la segunda se ha encargado de juntar sus restos -bromas de la vida ¿o de la muerte?

    Zapata fue intransigente; Carranza mandó matar a Zapata; Obregón mandó asesinar a Carranza y luego a Villa; antes Villa le habí­a hecho la vida «de cuadritos» a Carranza. Calles mandó asesinar a Obregón y Cárdenas expulsó del paí­s a Calles. Algún funcionario, hijo de la familia revolucionaria, tuvo la brillante idea de juntarlos, y todos -con excepción de Zapata – fueron trasladados al monumento de la Revolución. ¿Cómo podrí­an descansar sabiendo que los enemigos ocupan un lugar cercano?

    Muda testigo de la historia: La Muerte. Su manto va cubriendo todo y tras su estela fúnebre, se perciben fuegos fatuos que danzan entre los sauces y lápidas del cementerio: cuando cae la tarde:

    â??Allí­ donde el monarca y el mendigo / uno de otro es amigo; / donde se acaban vanidad y encono; / allí­ donde se junta al opulento/el haraposo hambriento / para dar a la tierrra el mismo abono…

    Allí­ todo es igual; ya en el calvario / es igual el osario; / y aunque distintos sus linajes sean, de hombres, mujeres, viejos y creaturas, / en las noches obscuras / los fuegos fatuos juntos se paseanâ?.

  • Toma de Zacatecas (Historia)

    â??Espero que esta pelea la ganen sus cañonesâ? â??le dijo Pancho Villa a Felipe íngeles mientras se preparaban para marchar con toda la División del Norte sobre Zacatecas. La vieja ciudad colonial era el último bastión del huertismo y su caí­da significaba el paso franco a la ciudad de México.

    En la madrugada del 17 de junio de 1914, desde Torreón, el general íngeles comenzó a montar el grueso de su artillerí­a en cinco trenes. A las 8 de la mañana la primera locomotora anunció su partida rumbo a Zacatecas, y con intervalos de 15 minutos salieron las demás. El viaje fue por demás lento y húmedo. La lluvia no dejó de caer sobre la División del Norte pero los villistas iban muy animados: tras varios meses de intensos combates nadie dudaba ya de su poderí­o. Villa y íngeles deseaban, por encima de cualquier otra cosa, darle el tiro de gracia al régimen del usurpador Victoriano Huerta.

    íngeles y su gente llegaron a Calera â??a 25 kilómetros de Zacatecas- el dí­a 19 por la mañana. Desembarcado el equipo militar, el general tomó su caballo y con una escolta salió a reconocer el terreno, necesitaba establecer posiciones y ubicar los sitios más adecuados para sus piezas de artillerí­a. Se le veí­a tranquilo cabalgando de un lugar a otro, daba órdenes, tomaba sus binoculares para observar la ciudad de piedra, se detení­a un momento y respiraba satisfecho.

    El enorme reflector colocado en el punto más alto del cerro de la Bufa iluminaba la ciudad de Zacatecas. La gente comentaba que el general huertista Luis Medina Barrón â??oficial a cargo de la defensa de la plaza- lo habí­a mandado traer de Veracruz, para lo cual habí­a sido necesario desmontarlo del faro que se levantaba en el puerto. Los federales lo hací­an girar toda la noche tratando de ubicar las posiciones rebeldes y las piezas de artillerí­a de íngeles. Los desesperados esfuerzos de las tropas de Huerta para defender la plaza no le quitaban el sueño al general. Nada podí­a ya detener la marcha de la División del Norte

    Villa se presentó en las inmediaciones de Zacatecas, por la tarde del 22 de junio de y determinó que la batalla comenzarí­a a las 10 de la mañana del dí­a siguiente. â??Juntas se moverán todas las fuerzas a esa hora. Nadie entrará un minuto antes ni un minuto despuésâ? â??ordenó el Centauro. La señal para iniciar serí­a era el disparo de un cañón.

    Amaneció radiante el dí­a 23 de junio de 1914. El cielo no podí­a ser más azul. Atrás habí­an quedado las amenazas de lluvia de la noche anterior. íngeles despertó pasadas las siete de la mañana; se afeitó con calma, tomó su baño, desayunó con su estado mayor y montó su caballo. Eran las nueve de la mañana.

    En la ví­spera, el general hizo un movimiento que dejó perplejo al enemigo: retiró las piezas de artillerí­a de sus posiciones originales y las emplazó en sitios imperceptibles y muy cerca de las lí­neas defensivas de los federales. Los últimos tres dí­as convenció a los huertistas que ya tení­a definidas sus posiciones.

    El disparo de un cañón a las diez de la mañana en punto anunció el inició de la batalla. Los villistas avanzaron por los cuatro puntos cardinales intentando arrebatar a los federales sus posiciones en la Bufa, el Grillo, la Sierpe, Loreto y el cerro de La Tierra Negra. Cuarenta cañones â??28 por el norte y 12 por el sur- entraron en acción al mismo tiempo para apoyar el despliegue de la infanterí­a que ascendí­a presurosa por los cerros que rodeaban la ciudad.

    Los veintidós mil hombres de la División del Norte se moví­an en completa armoní­a bajo la dirección de íngeles. El general habí­a logrado la perfecta conjunción entre las brigadas del ejército villista. â??La artillerí­a obrando en masa â??escribió íngeles- y con el casi exclusivo objeto de batir y neutralizar las tropas de la posición que deseaba conquistar la infanterí­a y ésta marchando resueltamente sobre la posición en donde la neutralización se realizaba. ¡Qué satisfacción la de haber conseguido esta liga de las armas!â?

    íngeles estaba enardecido; parecí­a encontrarse en una dimensión diferente al resto de los hombres, en un sitio privilegiado, exclusivo para el guerrero. Las granadas estallaban encima de su punto de observación o lo rebasaban por completo. Con sus binoculares alcanzaba a divisar al abanderado que corrí­a al frente de su brigada avanzando sin parar. Entonces calibraba nuevamente los cañones y alargaba el tiro para apoyar el asalto final de la infanterí­a sobre alguna posición.

    En medio del fuego de la fusilerí­a, íngeles tomó su caballo para cerciorarse del estado que guardaban otros puntos de la batalla. En camino a Loreto encontró a Villa. Ambos generales con sus estados mayores, cabalgaron juntos mientras escuchaban â??alegrementeâ? los disparos de la artillerí­a villista. Los cañones federales intentaban pegarle al numeroso grupo; sus tiros, sin embargo, quedaban cortos.

    Una granada explotó a escasos tres metros de donde se hallaban íngeles y Villa observando el combate. El humo cubrió por algunos instantes a los dos jefes y a sus hombres. Cuando el humo desapareció habí­a varios cadáveres mutilados. Para mala fortuna no habí­a sido disparado por del enemigo. El proyectil era villista, explotó en manos de un artillero que preparaba su lanzamiento. Para evitar que los soldados entraran en pánico o pensaran en el riesgo que corrí­an al manejar las bombas, íngeles gritó: â??No ha pasado nada, hay que continuar sin descanso; algunos se tienen que morir, y para que no nos muramos nosotros es necesario matar al enemigo. â??¡Fuego sin interrupción!â?.

    Hacia las 5. 40 de la tarde, el triunfo de la División del Norte estaba cerca. El enemigo abandonaba sus posiciones y huí­a de manera desorganizada. â??No los veí­amos caer, pero lo adivinábamos â??escribió íngeles-. Lo confieso sin rubor, los veí­a aniquilar en el colmo del regocijo; porque miraba las cosas bajo el punto de vista artí­stico, del éxito de la labor hecha, de la obra maestra terminada. Y mandé decir al General Villa: ¡Ya ganamos, mi general! Y efectivamente, ya la batalla podí­a darse por terminada, aunque faltaran muchos tiros por dispararseâ?.

    Unos minutos después, las tropas villistas tomaban posesión de la Bufa y del Grillo y avanzaban sobre la ciudad. Las calles de Zacatecas presenciaron una de las peores matanzas de la revolución. Los revolucionarios acabaron con todos los soldados federales que encontraron a su paso. Saquearon casas, edificios y oficinas. En algunos casos arremetieron incluso contra la población civil. Los siete kilómetros que mediaban entre Zacatecas y la población de Guadalupe terminaron tapizados de cadáveres impidiendo el tránsito de carruajes.

    En uno de los edificios del centro de la ciudad se encontraba un joven oficial del ejército de Huerta. Su misión era defender el parque y las armas que se encontraban almacenadas ahí­. Cuando los villistas entraron a la ciudad, el oficial supo que no tení­a escapatoria. Esperó a que llegaran los revolucionarios y cuando intentaron entrar hizo volar el edificio. Decenas de ví­ctimas de ambos bandos quedaron entre los escombros de la vieja construcción.

    Cinco mil muertos entre las tropas federales. Cerca de tres mil lamentó la División del Norte. En los dí­as siguientes surgirí­a nuevamente el humanista. Decenas de prisioneros salvaron la vida gracias a la intercesión de íngeles. La sangre sólo debí­a correr en la batalla. Los muertos eran parte del ritual de la guerra.

    Frente a la noche y sumido en sus reflexiones, íngeles respiró satisfecho por el éxito de la batalla. La venganza sobre Huerta se habí­a consumado. â??Y bajo el encanto de la obra clásica de ese dí­a feliz, me hundí­ plácidamente en un sueño reparador y sin aprensionesâ?

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  • Francisco Villa, 1878-1923

    Su verdadero nombre era Doroteo Arango. Nacido en la hacienda de Rí­o Grande, jurisdicción de S. Juan del Rí­o, Durango, era hijo de Agustí­n Arango y de Micaela Quiñones Arámbula.

    Dedicado desde la infancia a las labores del campo, pronto fue excelente caballista. Huérfano todaví­a adolescente, jefe de familia, defendió a una hermana ofendida por uno de los dueños de la hacienda en cuyas tierras trabajaba, y que abandonó para rehuir la persecución de una justicia parcial. Cambió entonces su nombre por el que se hizo famoso no sólo en la historia de la Revolución Mexicana, sino en todo el mundo, que le conocerá por Pancho Villa.

    Los hechos de los años anteriores a su adhesión a la campaña de Madero, señalan las fallas del hombre rudo e impulsivo dependiente de una sociedad que le tolera, o que le acosa cuando le considera fuera de su propia ley.

    Villa se unió a la campaña maderista en 1909, bajo la influencia de Abraham González, gobernador a la sazón del estado de Chihuahua. Aunque Villa no tuvo educación escolar, sus actividades comerciales le habí­an hecho aprender a leer y escribir. Su compromiso de levantarse en armas contra la dictadura de Porfirio Dí­az, lo cumplió el 17 de noviembre de 1910, al atacar la hacienda de Cavarí­a, en Chihuahua, al que le siguieron los encuentros de San Andrés, Las Escobas y Ciudad Camargo.

    Desde un principio se destacaron sus dotes como combatiente y organizador, ayudado por el exacto conocimiento del terreno que pisaba. Conoció a Francisco I. Madero, en la hacienda de Bustillos, ante el cual se presentó con regular número de tropa, disciplinada y bien pertrechada. Recibió entonces el grado de coronel. Es significativo que ya figurara entre militares de mayor historia, entre los que concurrieron a la junta convocada por Madero el 1 de mayo de 1911, frente a Ciudad Juárez, para concertar la paz.

    De acuerdo con Pascual Orozco, Villa atacó Ciudad Juárez y obtuvo uno de los primeros y más señalados triunfos de la revolución incipiente. Al triunfo de la lucha armada, Villa se dedicó al comercio.

    Radicado en la ciudad de Chihuahua, fue introductor de ganado y dueño de varias carnicerí­as. Su nueva etapa en los campos de batalla se inició al producirse la rebelión de Pascual Orozco. Combatió en territorios de Chihuahua y de Durango, en donde engrosó sus filas. En Torreón se incorporó a las tropas de Victoriano Huerta, encargado por el gobierno de Madero para someter a los orozquistas.

    Por su lealtad y méritos en campaña ascendió a general brigadier honorario. Triunfó en Conejos y en la importante acción de Rellano. El recelo de Victoriano Huerta le provocó dificultades, y estuvo a punto de ser fusilado. Remitido preso a la ciudad de México, se fugó de la cárcel Militar en 1912, y pasando por Guadalajara y Manzanillo, marchó a Estados Unidos.

    Regresó al paí­s a la muerte de Madero; se internó por Chihuahua con sólo ocho hombres, a los que se unieron pronto miles de soldados que le siguieron en sus acciones de guerra. Fue auxiliado con dinero por el gobernador de Sonora, José Marí­a Maytorena. Combatió contra los generales Salvador R. Mercado y Félix Terrazas. A este último le hizo 237 prisioneros, que fusila en cumplimiento de la Ley de 25 de enero de 1862.

    En Ciudad Jiménez, en septiembre de 1913, se constituyó la famosa División del Norte, poco antes del ataque a Torreón, y que su origen comandó Villa. Las dos batallas que precedieron a la toma de Torreón, ocurridas el 30 de septiembre de 1913 y abril de 1914, son consideradas dignas de figurar en tratados en materia bélica.

    De vuelta a Chihuahua, atacó a la capital, y con la rapidez que desconcertaba a sus adversarios, marchó sobre Ciudad Juárez que ocupó el 15 de noviembre de 1913. Dio después la batalla de Tierra Blanca, en la que desarrolló su intuición militar. Toda una división federal fue derrotada, apoderándose de parque e implementos. Ganó al poco tiempo la batalla de Ojinaga, y el 8 de diciembre de 1913 entró a la ciudad de Chihuahua, donde asumió el cargo de gobernador provisional.

    Demostró capacidad administrativa; restableció el orden, abarató los artí­culos de primera necesidad, abrió el Instituto Cientí­fico y Literario; condonó contribuciones atrasadas, y emitió papel moneda. Aunque dejó el gobierno el 8 de enero de 1914 en la práctica, ejerció el poder varios meses más. En marzo combatió en Gómez Palacio, ya incorporados a la División del Norte los generales Felipe íngeles, José Isabel Robles y Raúl Madero.

    Desde sus primeros triunfos se suscitaron hondas diferencias con Venustiano Carranza. í?ste le ordenó tomar la ciudad de Saltillo, regateándole por otra parte pertrechos necesarios para llevarlo a cabo, mientras que, al mismo tiempo, se fraguaban maniobras polí­ticas entre los elementos villistas y las autoridades civiles de Chihuahua. Sin embargo, obedeció Villa las órdenes de Carranza y tomó a sangre y fuego la plaza de Zacatecas el 23 de junio de 1914. Esta victoria decidió el triunfo de las armas revolucionarias y la caí­da de Victoriano Huerta. Ahondada la división con Carranza, interviene el general ílvaro Obregón cerca de Villa, que estuvo a punto de fusilar al enviado de México.

    Inaugurada la Convención el 1 de octubre, se trasladó el 10 a Aguascalientes Ahí­ se unieron zapatistas y villistas en contra de los afectos a Carranza. La Convención cesó a Villa y a Carranza de sus cargos pero bajo la presidencia del general Eulalio Gutiérrez, Villa fue designado jefe de Operaciones de la Convención. Entró a la ciudad de México con Emiliano Zapata el 6 de diciembre de 1914.

    La controversia polí­tica se desplazó a los campos de batalla; Villa fue derrotado en la zona del Bají­o: Celaya, León y Trinidad. Se vio obligado a regresar a su punto de partida, al norte, donde siguió combatiendo hasta 1915. Fracasó en una incursión sobre Sonora. Atacó Columbus, lugar fronterizo de Estados Unidos, y provocó la llamada Expedición Punitiva. Sus tropas se redujeron y aunque tuvo fuerzas para amedrentar a los congresistas de Querétaro (1916-1917), Villa habí­a perdido su categorí­a de jefe de ejércitos para volver a su condición de temido guerrillero, y entrar en la leyenda.

    Nombrado presidente interino Adolfo de la Huerta en 1920, se efectuó en mayo de 1920 una entrevista cerca del pueblo de Allende, Chihuahua, entre los generales Francisco Villa e Ignacio C. Enrí­quez, con el objeto de que el primero reconociera al gobierno surgido del Plan de Agua Prieta, y de que depusiera las armas, ya que Venustiano Carranza, contra quien luchaba, habí­a sido muerto. Antes de concluir las entrevistas y como las tropas de Enrí­quez planeaban aprehender a Villa, éste esquivó estas tropas y se retiró.

    Por fin Villa se amnistió gracias a los buenos oficios de su amigo Elí­as Torres, firmándose los Convenios de Sabinas. Se le reconoció el grado de general de división con haberes completos, y recibió en propiedad el Rancho de Canutillo de 25 mil hectáreas, cercano a Hidalgo del Parral, Chihuahua, que explotó con sus antiguos compañeros de la División del Norte, los Dorados.

    El 20 de julio de 1923, Villa, en compañí­a de su fiel compañero de armas, el coronel Miguel Trillo, cae asesinado ví­ctima de una emboscada que le tiende Jesús Salas Barraza en las entradas de la ciudad de Parral.

    Sus restos fueron profanados en febrero de 1926, cuando un estadounidense viola la tumba en donde descansaban y se llevó a su paí­s la cabeza del Centauro del Norte. En 1967 se colocó su nombre, con letras de oro, en el recinto de la Cámara de Diputados, y el 20 de noviembre de 1969 se inauguró una estatua ecuestre con la efigie de Villa en la ciudad de México.

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  • Impacta Bicentenario en el Mundo

    El Bicentenario de la Independencia de México impactó al mundo y los principales diarios destacaron el colorido de los festejos patrios.

    España

    El portal abc.es destacó la participación de Paulina Rubio en su estado de gestación, Aleks Syntec y Armando Manzanero en los conciertos que ofrecieron.

    Alemania

    En Alemania, el diario Frankfurter Allgemiene Zeitung publicó un reportaje sobre nuestro paí­s titulado â??La muerte es mi amiga, la vida, mi amorâ?

    El diario berlinés Tagesspiegel publicó en tres páginas completas reportajes sobre el Bicentenario, sobre la historia de México y sobre la actualidad del paí­s.

    Argentina

    En su edición de hoy, Clarí­n publicó: â??México celebra el Bicentenario, acosado por el terror narcoâ?.

    Destaca la inversión millonaria para los festejos, los dí­as de vacaciones, la parálisis administrativa y un paí­s empapelado en verde, blanco y rojo.

    Colombia

    El diario eltiempo.com relaciona los festejos de los 200 años de la Independencia de México con la violencia y lluvias que hacen estragos al paí­s.

    Venezuela

    El diario de Venezuela elnacional.com destacó el enfrentamiento que se registró en Nuevo León entre militares y narcotraficantes.

    El diario el Universal de Venezuela señaló: â??se dio un magno espectáculo de fuegos artificiales con el tradicional â??gritoâ??â?.

    Además destacó â??México celebró así­ el Bicentenario del inicio del movimiento de Independencia con fastuosos actos que incluyeron una ceremonia prehispánica para dotar simbólicamente de paz y armoní­a a un paí­s marcado por la violencia del narcotráficoâ?.

    Costa Rica

    El diario nación.com mencionó que â??Un México agobiado por lluvia y violencia celebra el Bicentenarioâ?.

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  • Llega contingente chino a Mexico para desfile

    La importancia del Bicentenario de la Independencia de México y el Centenario de la Revolución Mexicana es motivo para que el gobierno y el pueblo chino otorguen como un presente a México la visita de su Guardia de Honor del Ejército chino.

    En entrevista, el coronel del Ministerio de Defensa Nacional de China, Zeng Wenyong, sostuvo que a partir de la visita de la Guardia de Honor a México las relaciones entre los ejércitos habrán de profundizar lazos de amistad.

    El jefe militar chino sostuvo que por primera vez una misión de la guardia de honor sale de su país y que vino a México porque los gobiernos y los pueblos de ambas naciones tienen un larga tradición de amistad que los une desde su historia, y que hoy se mantiene a través de sus intercambios y visitas mutuas.

    Explicó que la Guardia de Honor del Ejército chino es una selección de los mejores soldados, quienes han sido capacitados al más alto nivel, para la vigilancia y guarnición que protegen a Beijing, capital de la República Popular China.

    Es un cuerpo militar que se encarga también de recibir y despedir a los jefes de Estado de otros países que visitan la República Popular China.

    Además este contingente se encarga de rendir homenaje mediante coronas de flores a los héroes de la plaza de Tinanmen; se les otorgan misiones de gran importancia como por ejemplo la estabilidad durante los Juegos Olímpicos de Beijing en 2008

    Zeng Wenyong dijo que en esta ocasión el grupo de la Guardia de Honor que visita México desde el pasado 9 de septiembre está integrado por 34 soldados, entre ellos un jefe o director y tres líneas de acción integradas por nueve elementos que a su vez representan a las fuerzas terrestres aéreas y marítimas del Ejército chino.

    Se trata, dijo, de una alta distinción que hace el pueblo y gobierno de China a México en ocasión de la conmemoración de estas fiestas patrias.

    Explicó que las principales actividades de la guardia de Honor china en México será su participación en el desfile militar del próximo 16 de septiembre, aunque ya han realizado otras actividades para conocer la historia y las tradiciones del pueblo de México.

    Entre esas, dijo, visitaron el Museo Nacional de Antropología y la Universidad Nacional Autónoma de México, donde realizaron actividades de intercambio cultural.

    Explicó que desde hace algunos meses el Ministerio de Defensa de la República Popular China envió al menos a dos misiones a México con el fin de establecer una serie de intercambios.

    Zeng Wenyong comentó que a pesar de la diferencia en la alimentación de ambos pueblos, México le hizo un gran regalo a China con el cultivo del maíz que ha sido de gran importancia para esa nación, y que al visitar México quedó sorprendido de la riqueza y sabor de los platillos mexicano.

    En son de broma, el jefe militar chino dijo que cuando concluya su visita a México habrá de llevar a su casa algunos tacos para que su familia los disfrute.

    Expresó que a partir de ahora la relación entre México y China será mucho más cercana, y consideró que esto se reflejará porque más restaurantes chinos se instalarán en la ciudad de México, e incluso dijo él mismo estar interesado en montar uno, en un futuro no muy lejano.

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  • Imagenes del Bicentenario en el zocalo capitalino

    Aquí en un esfuerzo para traerle a usted un grito a la hora, tenemos imágenes de lo que fue la verbena popular del zócalo luego del grito de independencia que diera el ciudadano licenciado Felipe Calderón Hinojosa en Palacio Nacional.

    Es verdad, se espera que a las 7 de la mañana o minutos antes de en Dolores Hidalgo un grito que recuerde al que hace 200 años el cura Hidalgo y Costilla diera para llamar a peonadas y agricultores, ayudantes y demás para sublevarse no contra España sino contra el mal gobierno.

    La historia aun nos debería ser contada ya revisada.

    2010 grito

    2010 zocalo

    2010

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  • ¿Cual fue el grito del bicentenario?

    Con un Zócalo repleto, el presidente Felipe Calderón dio el Grito de Independencia, y exclamó desde el balcón central de Palacio Nacional: «¡Viva el Bicentenario de la Independencia!, ¡Viva el Centenario de la Revolución!».

    La multitud coreó vivas al unísono cuando el Presidente mencionó a Hidalgo, Morelos, Josefa Ortiz de Domínguez, Allende, Aldama y Matamoros, y la Independencia nacional.

    Con la Bandera Nacional en mano, se dirigió a la multitud reunida en el Zócalo de la ciudad de México.

    ¡Vivan los héroes que nos dieron patria!

    ¡Viva Hidalgo!

    ¡Viva Morelos!

    ¡Viva Josefa Ortiz de Domíguez!

    ¡Viva Allende!

    ¡Vivan Aldama y Matamoros!

    ¡Viva la Independencia nacional!

    ¡Viva el Bicentenario de la Independencia!

    ¡Viva el Centenario de la Revolución!

    ¡Viva México¡

    ¡Viva México!

    ¡Viva México!

    Luego hizo sonar la campana y todos entonaron el Hinmo Nacional.

    Inmediatamente después del Grito inicio el espectáculo de fuegos artificiales del lado de la Catedral Metropolitana, sobre cuya fachada se proyectan imágenes del Ángel de la Independencia en movimiento y diversos rostros de los Héroes de la Independencia.

    Cinco minutos antes de que Calderón saliera el Balcón Presidencial, sobre el Palacio Nacional se desplegó un espectáculo de fuego y luces, para después dar la bienvenida a la conmemoración del Grito que hace 200 años dio inicio al movimiento de Independencia de México.

    Antes, el Presidente salió desde su despacho y cruzó el Salón Embajadores, acompañado de su esposa, Margarita Zavala.

    Recibió el Lábaro Patrio de manos de cadetes del Colegio Militar

    El mandatario portó la tradicional Banda Presidencial.

  • El orto grito, AMLO en Tlatelolco

    En el â??Grito de los Libresâ?, Andrés Manuel López Obrador convocó a todos los mexicanos a convertirse â??en protagonistas del cambio verdaderoâ?. Si cada mujeres y cada hombre consiente, dijo, se compromete a convencer a cinco ciudadanos entre sus familiares, vecinos, amigos y compañeros de trabajo, â??no solo tenderemos asegurados la victoria en el 2012 sino con esa ésa fuerza organizada, con ese poder ciudadano, llevaremos a cabo la renovación tajante de la vida pública del paí­sâ?.

    Ante cerca de cinco mil de sus simpatizantes que le interrumpieron cuatro veces su discurso en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, López Obrador les pidió que tuvieran fe en que México se salvará.

    â??Todos podemos hacer algo por salvar a la nación. Tenemos de nuestro lado la razón histórica: la patria no la construyeron los héroes para ser mancillada por ambiciosos. No es pedestal de oligarcas ni bandidos. Es el espacio que nos legaron los antepasados a nosotros y a las futuras generaciones para vivir con dignidad y justiciaâ?.

    El polí­tico tabasqueño cito a Hidalgo recordando que el Padre de la Patria nos enseño a todos que â??el poder de los opresores es demasiado débil cuando gobiernan contra la voluntad de los pueblosâ?, lo que significó una ovación nutrida y consignas como la de â??es un honor, luchar con Obradorâ?.

    A las 21:50 de la noche, en una carpa que le montaba el PRD del Distrito Federal, y durante 15 minutos, quien ya adelanto que luchara por la Presidencia de la República en el 2012 sostuvo ante su audiencia que la actual â??decadencia de Méxicoâ? ha sido causada por una minorí­a rapaz, â??en forma de codiciosaâ?, a la que no le importa el destino del paí­s â??y mucho menos el sufrimiento del puebloâ?.

    Andrés Manuel López Obrador dijo que ante los futuros comicios presidenciales, millones de mexicanos no caerán en el engaño de las campañas mediáticas, â??y estamos dispuestos a seguir trabajando, desde abajo y con la gente, para emancipar al pueblo y lograr el renacimiento de Méxicoâ?.

    El militante perredista y del Partido del Trabajo, se quejo de la actual administración calderonista pues hizo â??una declaración irresponsable de guerraâ? al narcotráfico. â??Su estrategia fallida, subrayo, ha provocado la muerte de casi 30 mil mexicanos y violaciones a los derechos humanos del a población.

    Vestido de traje gris, corbata negra y camisa blanca, â??el Presidente Legí­timoâ? hizo un pequeño homenaje a los estudiantes de 1968 quienes lucharon por la democracia y fueron masacrados por el autoritarismosâ?. Desde esta Plaza de las Tres Culturas les decimos a los que se sienten dueños de México, que no les será fácil consumar una nueva feloní­aâ?.

    López Obrador también denunció las alzas en gasolina, la entrega de nuevas concesiones a las televisoras; la disminución a las pensiones a los jubilados; el despido de mineros, electricistas y trabajadores de Mexicana de Aviación, incluso de la inundación en Tabasco, que según él fue provocada intencionalmente â??para seguir comprando la electricidad a empresas extranjerasâ?.

    A la hora de los vivas, poco antes de tocar una pequeña campana dentro de la carpa, López Obrador recordó lo mismo a migrantes, campesinos, obreros, indí­genas, artistas, así­ como a los â??dirigentes sociales y polí­ticos asesinados o desaparecidos por defender las causas popularesâ?. Pidió la libertad de los presos polí­ticos. â??¡Abajo el mal gobierno!â? â??¡Abajo los privilegios!â? â??¡Arriba los de abajo!â?, para después y tras el debido reconocimiento a los héroes patrios, se despidió gritando: â??¡Viva la nueva república!â?.

  • El Coloso de pie en el zocalo

    La figura monumental llamada El Coloso fue levantada por una grúa sobre la plancha del Zócalo.

    Después de finalizado el desfile de los carros alegóricos alrededor de la Plaza de la Constitución, cinco cantantes de ópera entonaron la popular canción México lindo y querido, ante lo cual la multitud reaccionó en coro en medio de un ambiente que estremeció el corazón de México.

    Después de esa emotiva interpretación, fue abucheada por segunda vez en la noche la canción oficial del Bicentenario, El fututo es milenario, y las porristas que bailaban en el escenario.

    Después de eso, se presentó un espectáculo cómico musical en el segundo escenario de la Plaza de la Constitución.

    Terminado la obra, se anunció el levantamiento de la figura llamada El Coloso, que representa la reconstrucción del país después de una larga batalla.

    Por ello, el personaje de patillas largas y espeso bigote porta en su mano izquierda una espada rota, en señal de que la batalla terminó.

    Ante el levantamiento de la figura, el público reaccionó con entusiasmo y admiración.