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  • Suspenden al Juez Garzon

    El pleno extraordinario del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) decidió este viernes por unanimidad suspender cautelarmente en sus funciones al juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón, después de que el juez del Tribunal Supremo Luciano Varela acordara el miércoles la apertura de juicio oral por la investigación de los crímenes del franquismo.

    La suspensión estará vigente al menos hasta que el Tribunal Supremo, en el que Garzón tiene abiertas contra él otras dos causas, decida sobre la culpabilidad o la inocencia del juez, a quien se acusa de prevaricación.

    La decisión del CGPJ fue adoptada por unanimidad de los 17 vocales y el presidente, Carlos Dívar, que convocó para esta tarde a la Comisión Permanente del CGPJ para estudiar la solicitud de una comisión de servicios especiales presentada por Garzón para trasladarse al Tribunal Penal Internacional de La Haya como asesor de la Fiscalía. Tras reunirse durante una hora y media, dicha comisión acordó aplazar sine die su decisión sobre el traslado, para pedir nuevos informes sobre el asunto.

    Al ser suspendido, Garzón cobrará su sueldo base (unos 2.000 euros mensuales), sin los complementos que habitualmente cobran estos magistrados (peligrosidad, disponibilidad…). En el caso de que fuese declarado absuelto, recuperaría su plaza en la Audiencia Nacional y se le reintegraría la parte de sueldo que hubiera dejado de cobrar durante la suspensión cautelar.

    Una vez conocida la decisión del CGPJ, que le pilló en su despacho mientras tomaba declaración a uno de los imputados en la «operación Pretoria», Garzón abandonó la Audiencia nacional, en la que ha trabajado los últimos 22 años de su vida

    Visiblemente emocionado, salió por las puertas poco antes de las 14.00 dedicando sonrisas de agradecimiento a sus compañeros, que le ovacionaban con aplausos, entre ellos los magistrados Fernando Andreu y Santiago Pedraz. Después de hacer un breve gesto de despedida con la mano, el juez bordeó su vehículo y los abrazó efusivamente, con lágrimas en los ojos.

    Después se metióen el coche, aunque se detuvo a tan sólo unos metros, cuando salió para abrazar al grupo de simpatizantes -entre ellos, Cristina Almeida- «consternados» por la suspensión del juez, «el único que había tenido en cuenta a las víctimas».

    La acusación

    A Garzón se le acusa, en esta causa, de iniciar diligencias sobre desapariciones del franquismo atribuyendo a personas fallecidas delitos que habrían prescrito o estarían amnistiados por la Ley de Amnistía de 1977. Delitos además que, según la acusacion, no eran competencia de la Audiencia Nacional.

    La querella está promovida por el pseudosindicato Manos Limpias, dirigido por un responsable del partido ultraderechista Fuerza Nueva. Posteriormente presentaron querellas la asociación Libertad e Identidad y el partido Falange Española, pero el pasado 23 de abril, el juez Luciano Varela expulsó a Falange del proceso por presentar fuera de plazo el escrito de acusación

  • Luciano Varela acepta dejar el caso Garzon

    El magistrado del Tribunal Supremo de España, Luciano Varela, aceptó hoy la recusación que en su contra presentó el juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, al que investiga por presunta prevaricación.

    En un auto emitido este miércoles se determinó la procedencia del recurso presentado el pasado fin de semana por los abogados de Garzón, por lo que con esta decisión queda suspendido temporalmente el proceso para llevar al juez al banquillo de los acusados.

    Además, queda temporalmente paralizado el proceso en el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que el 22 de mayo se reuniría a determinar si procede o no a separar a Garzón del Juzgado 5 de Instrucción de la Audiencia Nacional.

    Garzón recusó a Varela el pasado sábado en un recurso de impugnación, al señalar que el magistrado ha actuado en beneficio de las partes que le acusan de presunta prevaricación por indagar las desapariciones del franquismo (1939-1975).

    Garzón señaló que la semana pasada, el magistrado volvió a pedir escritos de acusación al ultraderechista partido de la Falange Española y el sindicato Manos Limpias, indicando la forma en que deben ser presentados y cuáles elementos de los escritos originales habría que eliminar.

    Garzón acusó a Varela de ‘señalar el camino a seguir en la redacción en el escrito de la acusación’, cuando el instructor de una investigación no debe manifestar interés particular sobre el contenido de los escritos ni favorecerlos procesalmente.

    ‘Cuando el instructor otorga a las partes acusadoras una oportunidad más para formular unos escritos de acusación medianamente presentables, ya que los que se han formalizado no lo son, con ello se otorga una oportunidad menos al reo, lo cual provoca que el juez incurra en causa de recusación’, le señaló en su acusación

  • Baltazar Garzon al estrado, como acusado

    El juez Baltasar Garzón será juzgado por un presunto delito de prevaricación por haberse declarado competente para investigar las desapariciones ocurridas durante la Guerra Civil española (1936-1939) y la posterior dictadura del general Francisco Franco.

    El magistrado del Tribunal Supremo de España Luciano Varela notificará hoy el auto judicial en el que acuerda juzgar a Baltasar Garzón, informaron a Efe fuentes jurídicas.

    La decisión del juez del Tribunal Supremo llevará previsiblemente a la suspensión cautelar de Garzón, magistrado de la Audiencia Nacional española que cobró gran notoriedad internacional al procesar en 1998 al dictador chileno Augusto Pinochet.

    Los hechos por los que está encausado se remontan a 2008 cuando Garzón se declaró competente para juzgar las desapariciones ocurridas durante la Guerra Civil y en la dictadura franquista, para lo que llegó a ordenar la apertura de algunas fosas donde se sospecha que pueden haber sido enterradas personas desaparecidas durante esa época.

    Contra la resolución del magistrado del Tribunal Supremo cabe interponer recurso de apelación, según han informado fuentes del Alto Tribunal.

    En la misma, el juez Varela deniega las pruebas que había reclamado Garzón y emplaza a las partes -la defensa, la Fiscalía y los querellantes: el sindicato ultraderechista Manos Limpias, la asociación Libertad e Identidad y Falange Española de las JONS (de ultraderecha)- a que presenten sus escritos de acusación o de petición de archivo.

    El juez Baltasar Garzón había reclamado que se citara antes a declarar como testigos a varias personalidades jurídicas y expertos internacionales que han intervenido en asuntos de crímenes contra la humanidad, pero el instructor no lo considera procedente.

    Entre los testigos solicitados por el magistrado figuraban la ex fiscal del Tribunal Penal Internacional Carla del Ponte, el juez chileno Juan Guzmán -que en 1999 procesó a Augusto Pinochet- y el magistrado argentino Eugenio Raúl Zaffaroni, uno de los que anuló las leyes de Punto Final y Obediencia Debida

    Meses después de declararse competente para investigar, Garzón se inhibió en favor de los juzgados locales donde están ubicadas las fosas.

    El juez explicó en ese momento que dejó de instruir la causa porque ya no hay responsables directos vivos contra los que dirigir la acción penal, aunque considera que los delitos «permanecen» y no prescribieron.

    Baltasar Garzón había autorizado la apertura de una veintena de fosas a petición de familiares de desaparecidos y asociaciones que reclaman la recuperación de la memoria histórica.

    El juez Varela sostiene que Garzón sabía que carecía de competencia para investigar esos hechos y que «actuó con la finalidad de eludir la decisión del legislador sobre el régimen de localización y exhumación de víctimas de los horrendos crímenes del franquismo (…) sabiendo que éstos habían sido objeto de amnistía por las Cortes democráticas de España»

  • Acusan a Baltazar Garzon en España

    El juez Baltasar Garzón, el mismo que procesó al dictador Augusto Pinochet, que desmanteló el aparato polí­tico y económico de la organización terrorista vasca ETA, que ha perseguido a los capos más importantes de la droga y a los lí­deres de las mafias rusa e italiana, y que está investigando las torturas cometidas en la cárcel de Guantánamo (Cuba) durante el gobierno de George W. Bush, podrí­a acabar sentado en el banquillo de los acusados e inhabilitado hasta 20 años.

    Las organizaciones ultraderechistas Falange Española de las Jons, Manos Limpias y Libertad e Identidad, le acusan de prevaricación. Es decir, de haber dictado una resolución injusta a sabiendas de que lo era, en la investigación de los crí­menes cometidos durante la Guerra Civil (1936-1939) y el Franquismo (1939-1975). Y el juez instructor del Tribunal Supremo, Luciano Varela, hace unos dí­as lo corroboró.

    En un auto hecho público, Varela sostiene que el magistrado en realidad no pretendió investigar los â??horrendos crí­menes del franquismoâ?, sino que actuó con la finalidad de â??eludir la decisión del legislador sobre el régimen localizador y exhumación de las ví­ctimasâ?.

    Es decir, le acusa de declararse competente para investigar las denuncias de las ví­ctimas de Franco, no por ellas, sino para controlar el proceso de las exhumaciones de las fosas comunes en las que reposan los cuerpos de miles de desaparecidos de la Guerra Civil.

    Aunque Garzón puede impugnar el auto, sus posibilidades de éxito son muy pocas. Y será la Sala de lo Penal, formada por cuatro jueces (tres conservadores y uno progresista), la que decida si abre o no un juicio contra él.

    En el caso de que lo abra, de acuerdo con el artí­culo 383 de la Ley Orgánica del Poder Judicial (LOPJ), será la comisión permanente del Consejo del Poder Judicial la que decida si le suspende provisionalmente durante el juicio y hasta que recaiga en la causa â??sentencia absolutoria o auto de sobreseimientoâ?.

    Uno de varios procesos

    No es el único proceso abierto contra el magistrado. Hasta hace unos dí­as pesaban sobre Garzón dos querellas más. Una de ellas, que no fue admitida a trámite, la presentó un abogado del caso â??Gí¼rtelâ?, una trama de corrupción instruida por el propio Garzón y en la que están implicados medio centenar de miembros del opositor Partido Popular (conservador, PP). José Antonio Choclán, abogado de Francisco Correa, cabecilla de la trama, le acusó de prevaricación, al espiar las conversaciones en los locutorios de la cárcel entre el propio Correa y su abogado.

    El juez podí­a haber sido condenado a entre 2 y 6 años de cárcel, pero no fue admitida a trámite. Aun así­, el Colegio de Abogados de Madrid anunció ya su intención de querellarse porque, según su decano, Antonio Hernández Gil, la orden de practicar esas escuchas â??no se ajusta a nuestro ordenamiento jurí­dico y principalmente a los valores constitucionales decantados por la jurisprudencia del Tribunal Constitucionalâ?.

    A esta nueva querella se une otra ya existente que el Tribunal Supremo sí­ admitió. En esta ocasión vino de la mano de los letrados José Luis Mazón y Antonio Panea, quienes acusan a Garzón de los delitos de prevaricación, cohecho y estafa, en un caso que data de 2005 y 2006, cuando el juez dirigió unos cursos en la Universidad de Nueva York mientras disfrutaba de un permiso en la Audiencia Nacional de Madrid. Los cursos fueron patrocinados por el Banco de Santander, que aportó 300 mil dólares. Los letrados consideran que el patrocinio de estos cursos podrí­a estar relacionado con la decisión de Garzón de archivar, a su regreso a España, una causa que tení­a pendiente contra directivos del Banco de Santander, entre ellos el propio Botí­n. Y denuncian que Garzón ocultó el salario que cobró en esos cursos y que fue él personalmente quien solicitó al Banco de Santander, cuyo presidente estaba imputado en un caso que llevaba él, que los patrocinara.

    Garzón, a través de su abogado Gonzalo Martí­nez-Fresneda, ha negado haber recibido jamás â??ni directa ni indirectamente fondos provenientes del Santanderâ?. Ha reiterado su inocencia y califica las acusaciones de â??absurdas y esperpénticasâ?; asegura también que ha sido tratado peor que un ciudadano cualquiera sólo por el hecho de pertenecer al poder judicial, aunque según él se encuentra tranquilo, a la espera de que llegue el momento de defenderse.

    Pero si llega ese momento y el juez se sienta en el banquillo de los acusados, deberá abandonar todos los casos que tiene, incluyendo aquellos que giran en torno a la banda armada ETA, o las investigaciones de los delitos de torturas y malos tratos cometidos en Guantánamo en la administración W. Bush, una querella presentada por varias organizaciones de defensa de los derechos humanos que el mismo Garzón admitió y cuyo juicio, en caso de llevarse a cabo, convertirí­a a España en el primer paí­s del mundo en iniciar un proceso penal para investigar la torturas cometidas en la controvertida base militar de EU