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  • Pateticos Marilyn Monroe y a JFK, sepa porque

    «Es hora de desmitificar una época», escribí­a James Ellroy en «América». Franí§ois Forestier se lo toma al pie de la letra para bajar del pedestal a Marilyn Monroe y a JFK, dos «monstruos de egoí­smo, de locura, de poder y de dinero».

    El idilio entre la estrella de Hollywood y el presidente de Estados Unidos lo conoce todo el mundo, pero la relación que mantuvieron durante una década nunca habí­a sido contada en detalle hasta que el escritor y periodista francés Franí§ois Forestier la puso en blanco sobre negro en el libro «Marilyn y JFK» (Aguilar).

    «Para mí­, la historia de amor, si se puede llamar a eso así­, de JFK y Marilyn es una historia entre dos monstruos completos, de egoí­smo, de locura, de poder, de dinero. Pero por momentos hay pequeños claros en esa noche negra, un poco de humanidad, y es eso lo que me conmueve», explica Forestier en entrevista.

    Analizados con lupa, estos dos mitos del siglo XX son «patéticos», dice el periodista de «Le Nouvel Observateur», quien considera, no obstante, que el «patetismo» y el «absurdo» son los principales ingredientes de la condición humana.

    Si algo tuvieron en común Marilyn y JFK fueron «dos malas vidas», asegura Forestier.

    Ella debutó en un mundo «sórdido», del que nunca saldrí­a. Era una «manipuladora», «una prostituta», que se inventó la historia de «niña huerfanita con necesidad de afecto».

    En público es «deslumbrante y sexy», el resto del tiempo es Norma Jeane, «una chica que se desprecia, que no se lava, que se muere del terror incontrolable que le provoca la cámara» y que «se atiborra de productos quí­micos».

    í?l, aquejado del mal de Addison, de su eterno dolor de espalda y de enfermedades venéreas reiteradas, «también está cebado con medicamentos», un médico le inyecta «anfetaminas a grandes dosis», también toma cocaí­na y más adelante probará el LSD, según Forestier.

    Es, además, el «Speedy González del erotismo», un «eyaculador precoz», se pasa «la mitad del tiempo pensando en mujeres y la otra mitad acostándose con ellas»