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  • Everardo Villarreal Salinas se presenta

    En el marco de la primera reunión de Gerentes Generales del año de Reynosa Asociación de Maquiladoras y Manufactureras A.C., el presidente municipal, Everardo Villarreal Salinas, presentó parte de su plan de trabajo en materia de infraestructura para la ciudad y se comprometió a impulsar obras en beneficio de esta industria.

    Durante el encuentro, Dan Mc Grew, enfatizó la disposición que existe por parte de la Asociación de estar en constante comunicación con las nuevas autoridades municipales para concretar los proyectos que actualmente existen y contribuir en la planeación de otros nuevos de acuerdo a las necesidades no solamente de la industria, sino de sus trabajadores y la población en general.

    En su exposición, Villarreal Salinas advirtió que entre los planes de este gobierno durante sus primeros meses, están los de mejorar los accesos a los diversos Parques Industriales y la creación de un plan que dote a los mismos de servicios fundamentales.

    «Hemos estado en comunicación con el Gobierno de Tamaulipas, con el Ingeniero Egidio Torre Cantú y hemos acordado trabajar por el bienestar de la industria maquiladora y sus trabajadores, creando en cada Parque Industrial una Delegación de Policía municipal, pero no solamente eso sino también una guardería, un Centro de Salud y una estación de Bomberos para atender cualquier contingencia de manera inmediata», precisó Villarreal Salinas.

    Igualmente presentó algunos otros proyectos de vialidad e infraestructura como la continuación del programa de saneamiento de la Laguna La Escondida, la creación de la Avenida Fudadores como vía alterna al Boulevard Hidalgo, la ampliación de la carretera a San Fernando y la construcción de un parque de Fútbol Soccer

  • Haiti se queda sin su gente preparada

    Ellos eran los encargados de preservar los libros y los archivos, de entrenar a los demás o de instruirse y de reparar las computadoras. Eran las pocas personas con altos niveles educativos en Haití y la nueva generación de enfermeras, técnicos, gerentes de oficina y estudiantes universitarios.

    Ahora se han ido, justo cuando más los necesita su país en ruinas.

    El terremoto del 12 de enero ocurrió justo antes de las 5:00 de la tarde, destruyendo edificios de oficinas y matando a muchos profesionales jóvenes que buscaban dar ese gran esfuerzo para que el país funcionara. Muchos quedaron aplastados junto a sus escritorios.

    «Es una generación que decidió no abandonar el país. Eligieron trabajar por el país», dijo Dieusibon Pierre Merite, sociólogo haitiano del programa antipandillas de Naciones Unidas, que perdió a varios de sus colaboradores en el movimiento telúrico. «Esos son los que murieron».

    La pérdida se agrava por la fuga de cerebros, pues la gente con la capacidad y los medios de irse abandona ahora en mayor número el país devastado, donde más de 1,2 millón de personas han perdido sus hogares.

    El primer ministro Jean Max Bellerive dijo a The Associated Press que ha observado con tristeza a muchos jóvenes instruidos que abordan aviones con destino a Estados Unidos o a cualquier otro lugar. Se van porque en Haití, donde la vida era ya difícil, ahora se ha vuelto casi imposible después del terremoto.

    «Yo miraba sus caras. Estaban escapando de un país y no tenían intención de volver», dijo Bellerive. «Siento amor por la gente que ha perdido a su familia… pero creo que es incluso más duro para el país ver que la gente que podría hacer mucho para reconstruir Haití se marcha de Haití».

    Haití ha pasado antes por esa pérdida de talento, normalmente en épocas de turbulencia política. Muchos huyeron o murieron durante las dictaduras de Duvalier padre e hijo, entre 1957 y 1986. La gente escapó también de las represalias bajo la junta militar del general Raoul Cedras, apoyada por Estados Unidos, a comienzos de la década de 1990, así como durante el mandato del presidente Jean Bertrand Aristide y en el caos que siguió al derrocamiento de este último en el 2004.

    Pero las pérdidas ahora son mucho más significativas.

    La destrucción fue tan extensa e instantánea -destruyendo la capital y sus instituciones precisamente en el momento en que más necesaria era la ayuda, la guía y las nuevas ideas- que la ausencia de estas mentes extintas o fugadas se resentirá por décadas.

    «Esto tendrá un impacto en nuestra cultura, en el futuro de Haití», dijo Pierre Merite, quien envió a su esposa y a sus tres hijas, de 2, 7 y 12 años, hacia Chicago, días después del sismo. Nadie sabe cuántos profesionales perecieron por el terremoto de magnitud 7.

    De hecho, es imposible saber con certeza cuantas personas murieron. El gobierno estima que fueron 230.000 pero nunca ha revelado cómo llegó a ese número. En un país donde dos terceras partes de las personas en edad productiva no tenían un empleo formal antes del terremoto, y donde poca gente concluyó la educación secundaria, las pérdidas en las universidades y en los edificios de oficinas representan un duro revés.

    Gaston Vilvens era un técnico de computadoras, de 29 años, y trabajaba en el Consejo Electoral Provisional de Haití, que organizaba los comicios legislativos previstos para febrero. Trabajador y educado, era valorado por sus compañeros.»Si cualquier cosa andaba mal con un sistema, uno llamaba a Gaston», dijo Gaillot Dorsainvil, presidente del consejo.

    A las 4.50 de la tarde del martes 12 de enero, la mayoría de los compañeros de Vilvens se había marchado a casa. Muchos estaban seguramente metidos en el caótico tránsito, una hora antes del ocaso.
    Al igual que los ministros del gobierno y otros altos funcionarios en la ciudad, una buena parte del personal ejecutivo del consejo se había marchado también.

    Pero Vilvens se quedó para reparar la computadora del jefe de seguridad -un puesto importante en un consejo que enfrenta amenazas constantes de los oponentes políticos. Alrededor de una decena de colegas se reunía en un salón, tratando de decidir quién trabajaría en los puestos de votación.

    Su dedicación les costó la vida. A las 4.53, la tierra se estremeció, el inmueble de concreto se vino abajo, y Vilvens y los demás quedaron aplastados en sus lugares de trabajo. «La gente que realmente trabajaba era la que estaba en la oficina después de las 4.00», dijo Philippe Augustin, supervisor de Vilvens.

    Las elecciones se cancelaron. Además de perder personal, el consejo se quedó sin oficinas, computadoras, vehículos y expedientes. La mayoría de los inmuebles contemplados como puestos de votación en la zona del terremoto quedó dañada o destruida, y cientos de miles de votantes perecieron, fueron desplazados de sus hogares o se quedaron sin cédulas de identificación.

    El consejo -despojado de algunos de sus empleados más capaces- lucha ahora por organizar los comicios presidenciales antes de que el periodo del mandatario René Preval expire a comienzos del año próximo.