Etiqueta: gasto en salud

  • México el que menos gasta en salud de la OCDE

    México destaca entre los paí­ses que menos gasta en salud pública por habitante, según la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económmicos (OCDE) y el Banco Mundial. Y aunque su gasto en este rubro aumenta año tras año, en las prioridades de los diputados para 2009 hubo partidas estratégicas ajustadas, como las de mantenimiento de infraestructura, vigilancia epidemiológica, reducción de enfermedades prevenibles por vacunación, e investigación y desarrollo tecnológico en salud. El subejercicio presupuestal es uno de los principales problemas.

    En su reporte dado a conocer en mayo de 2008, Panorama de la salud 2007 (â??Health at a Glance 2007â?), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) situó a México en el último escaño entre las 30 economí­as que integran este â??club de los ricosâ?. Planteó también que el gasto público por habitante en atención a la salud, con base en la Paridad de Poder de Compra (PPP) â??indicador con base en una misma canasta de bienes y servicios, para homogeneizar las comparaciones entre monedasâ?? fue de 307 dólares. Este es el nivel inferior hasta 2005 (último año de corte), incluso debajo de Turquí­a, con 418 dólares PPP.

    El promedio de los paí­ses de la OCDE es de mil 999 dólares PPP anuales, pero naciones como Luxemburgo y Noruega reportan los mayores niveles, con cuatro mil 851 y tres mil 647 dólares PPP. â??El valor para México es prácticamente 8% del correspondiente a Luxemburgoâ?, planteó el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF). En las próximas semanas la OCDE difundirá su más reciente estudio, el cual no augura buenas noticias para nuestro paí­s.

    Debajo de Afganistán

    En su reporte Indicadores del desarrollo mundial 2009, el Banco Mundial difundió que en 2006 â??última etapa de medición con la que cuentaâ?? el gasto per cápita en salud fue de 527 dólares, que lo sitúa debajo de 37 paí­ses en una escala de 152.

    Además, el gasto en salud se ubicó en 6.6% del PIB, en donde 2.9% son los recursos que eroga el sector público y lo demás corresponde al sector privado. En ese comparativo, México ocupa la posición 71 entre los 152 paí­ses, debajo de Afganistán, 9.2% del PIB; Botswana, 7.1%; Brasil, 7.5%; Bulgaria, 7.2%; Burundi, 8.7%; Canadá, 10%; Colombia, 7.3%; República Democrática del Congo, 6.8%; Costa Rica, 7.7%; Cuba, 7.7%, y Argentina, 10.1%.

    En este caso, los paí­ses que más recursos de su economí­a destinan al ramo de salud son Timor, 17.1% del PIB; Estados Unidos, 15.3%; Malawi, 12.9%; Francia, 11%; Ruanda, 10.9%; Dinamarca, 10.8%, y Alemania, 10.6%.

    La Organización Mundial de la Salud planteó, en diciembre de 2001, que los paí­ses de ingresos bajos y medios fomenten su desembolso en salud dedicado al presupuesto en un punto del PIB para 2007 y dos para 2015. Es decir, México debió haber alcanzado 6.6% del PIB en 2007 y tendrí­a que llegar al 7.6% del PIB en el 2015. Hacia delante, el gran problema para México es la captación de ingresos fiscales, que permanece estancada, y los recursos por petróleo, a la baja.

    Ajustes y subejercicio

    En 2009, el ramo total de salud, incluidas las aportaciones para las entidades federativas, sumará 514 mil 205 millones de pesos. Estos recursos se componen de 85 mil 36 millones del ramo de salud; 298 mil 991 millones del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS); 88 mil 358 millones del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE); 31 mil 719 millones del área de salud y pensiones de Petróleos Mexicanos, y 10 mil 101 millones de aportaciones de salud a los estados.

    Gerardo Aparicio, economista de la Universidad Panamericana, afirmó que han sido sacrificadas áreas prioritarias para el paí­s, como la salud, en donde incluso naciones de Latinoamérica tienen un mayor gasto. â??Es increí­ble pensar que una persona que no cuente con un seguro de gastos médicos mayores en México, prácticamente está condenada a la muerte. Hoy vemos que sólo una elite de la sociedad mexicana, por la alta inversión que se tiene que realizar en este tipo de gastos, es la que puede disponer de estos serviciosâ?.

    Un análisis del Centro de Estudios de la Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados planteó que el gasto público en salud de México es inferior al de Cuba, Argentina, Brasil o Costa Rica.

    Ahora bien, en el Presupuesto de Egresos de la Federación para 2009, las ampliaciones al ramo de salud fueron 8 mil 377 millones de pesos. Sin embargo, los diputados recortaron 42 millones de pesos a la reducción en gasto de enfermedades prevenibles por vacunación; 35 millones a la calidad en salud e innovación; 31 millones al mantenimiento de la infraestructura y equipamiento en salud; 30 millones a la vigilancia epidemiológica; 29 millones a la investigación y desarrollo tecnológico en salud, y 14 millones a la protección contra riesgos sanitarios.

    Además, al ISSSTE le recortaron 642 millones de pesos para el suministro de medicamentos.

    Sobre lo anterior, Aparicio añadió que un problema es el subejercicio, el cual en el primer tercio del año contabilizó 575 millones de pesos.

    Lo que viene

    â??El paí­s experimentará un acelerado proceso de envejecimiento demográfico que provoca necesidades de atención para la población que irá alcanzando progresivamente edades avanzadasâ?¦los requerimientos de atención a la salud de los ancianos tampoco han sido previstos con la debida suficiencia en el presente, ni se dispone de recursos para atender la demanda futuraâ?, planteó el IMEF.

    Mientras Estados Unidos, Suiza, Australia, Paí­ses Bajos o Japón ocupan la cima en su gasto de salud para la población envejecida, México es reportado en los últimos escalones, con Portugal.

    El IMEF destacó que la cobertura de instituciones de seguridad social para la atención a la salud es prácticamente de la mitad de la población, con la mayorí­a concentrada en el IMSS, en donde los ancianos está en posición más desfavorable y sin perspectivas de mejorí­a, en virtud del deficiente crecimiento económico.

    â??Las cifras de gasto total y particularmente de gasto público que México destina para la atención a la salud lo ubican por debajo de paí­ses en desarrollo económico similar y del promedio de Latinoaméricaâ?, agrega el IMEF.

    Aparicio, por último, concluyó que las cifras en gasto para la investigación son precarios, por lo que en 2010 el Gobierno Federal deberá considerar si continúa con reforma financieras o hace profundos cambios al sector salud

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  • México tiene camas solo para enfermos graves

    El virus de la influenza tipo A evidenció un sistema de salud débil, obsoleto y fragmentado. La falta de inversión en infraestructura y la creciente privatización de los servicios han dejado al paí­s vulnerable, coincidieron especialistas. Además, a muchos mexicanos se les cancela su derecho constitucional a la protección de la salud.

    Entre los paí­ses miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), según su reporte Health Data 2008, México se distingue por ser el que menos recursos destina a salud pública, con 6.6% de su Producto Interno Bruto (PIB), cuando el promedio de los paí­ses miembros es de 8.9%.

    Sistema fragmentado

    Durante los tres primeros dí­as de la alerta sanitaria, a mediados de abril, todo fue confusión en clí­nicas y hospitales públicos. Testimonios de médicos y enfermeras, que prefirieron el anonimato por temor a represalias, coinciden en que predominó la desorganización. Una de las causas fue que cada institución (IMSS, ISSSTE, las secretarí­as de Salud, de la Defensa Nacional y Marina, y Petróleos Mexicanos) posee diferentes bases de datos de sus pacientes, lo cual impidió elaborar un diagnóstico nacional, en tiempo real, de lo que ocurrí­a.

    Maki Esther Ortiz, subsecretaria de Innovación y Calidad de la Secretarí­a de Salud, reconoció que la emergencia sanitaria permitió â??detectar los rezagos en infraestructura de saludâ?; obligó a las autoridades a realizar, a marchas forzadas, un inventario del equipo médico disponible; y en menos de tres dí­as debieron establecer lineamientos dirigidos al personal de salud para contener la transmisión de la influenza y tratar al paciente en forma homogénea en el primero, segundo y tercer niveles de atención.

    Además, consideró necesaria â??la integración funcional del sectorâ? para mantener â??una comunicación que permita que todos estemos conectados en tiempo realâ?, y que â??se requiere de un padrón único de beneficiarios, de un expediente electrónico y de guí­as clí­nicas que homogeneicen todo el sistema nacional de saludâ?.

    Gustavo Leal Fernández, profesor e investigador del Departamento de Atención de la Salud de la Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco, opinó que la epidemia mostró que no hay comunicación ni control de la Federación hacia los sistemas estatales, lo que explica la tardanza para notificar â??cuando no hubo ocultamientoâ?? a la Secretarí­a de Salud los casos con sospecha de diagnóstico por influenza tipo A.

    Sin camas suficientes

    El rezago en la infraestructura puede medirse, entre otros parámetros, por el número de camas hospitalarias, afirmó Nancy Pérez Garcí­a, directora ejecutiva de Iniciativa Ciudadana y Desarrollo Social (Incide Social): México cuenta con 0.8 camas por cada mil habitantes, cuando el promedio de los miembros de la OCDE es de cuatro por cada mil habitantes.

    Por su parte, el Observatorio de Polí­tica Social y Derechos Humanos encontró que paí­ses como Argentina, Ecuador, Bolivia y Belice tienen más de 10 camas de hospital por cada 10 mil habitantes. En Brasil, por ejemplo, hay 26, mientras que en México sólo existen 10.

    Un ejemplo es el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS): en su informe anual, al Ejecutivo federal reconoció que dispone de 0.83 camas por cada mil habitantes, lo que equivale a un rezago de 25 años. En promedio, el mobiliario y los equipos tienen esa misma antigí¼edad.

    A nivel nacional, de acuerdo con Incide Social, por cada 2 mil habitantes hay tres médicos, un consultorio y cuatro enfermeras, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda entre dos y tres médicos por cada mil habitantes. Además, en el paí­s, según datos de la Secretarí­a de Salud, hay 1.8 médicos por cada mil habitantes.

    Las carencias de infraestructura son más que números para quienes no son atendidos por falta de médicos o la saturación del servicio, o reciben atención deficiente. Esto quedó al descubierto durante la reciente epidemia.

    Francisca Pérez, de 70 años, tení­a sí­ntomas de influenza la semana pasada, por lo cual peregrinó por varios hospitales de la Secretarí­a de Salud y el IMSS, escuchando en casi todos la misma respuesta: â??No hay camas, no hay médicosâ?, hasta que la recibieron en el Hospital Naval del Distrito Federal.

    Durante los primeros dí­as de la epidemia, Dayna Sánchez llevó a su hija de cuatro años al Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias, pues tení­a fiebre y gripe. Tras una hora de espera, la pequeña fue recibida en el área de urgencias, donde la enviaron a consulta externa a solicitar una cita de seguimiento. Dayna la llevó entonces con un médico privado, quien le diagnosticó influenza estacional.

    Privatización interminable

    El retroceso de la inversión pública en infraestructura de salud y la privatización de los servicios comenzó en el sexenio de Miguel de la Madrid, aseguró Gustavo Leal Fernández, de la UAM; se intensificó con Vicente Fox y continúa con Felipe Calderón, al otorgar a empresas privadas concesiones para operar hospitales regionales de especialidad.

    â??Con estas empresas se establecen contratos de prestación de servicios por 15 o 25 años. Las empresas construyen los hospitales y prestan los servicios, el gobierno les paga por dar esos serviciosâ?. Esto también ha dejado expuesto al paí­s, sobre todo en contingencias.

    Al tiempo que se otorgan dichos contratos, señaló, existe un abandono de la infraestructura de salud pública, que puede constatarse en el caso del IMSS, donde â??no se han hecho inversiones en el tercer nivel de atención, y además también ahí­ se han subrogado servicios a empresas privadasâ?.

    En febrero, organizaciones no gubernamentales presentaron al Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas un informe sobre México donde resaltan que si bien el derecho a la protección de salud se incluye en la Constitución, sólo 61.8% de la población tiene cobertura de las instituciones públicas.

    La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) difundió el lunes pasado un informe sobre el sistema de salud en los últimos nueve años, en el que asegura que las denuncias más recurrentes son por carencia de personal médico, tratamientos inadecuados y diagnósticos ineficientes, y que los obstáculos crónicos son la falta de infraestructura hospitalaria y recursos materiales.

    José íngel Córdova, secretario de Salud, ha reconocido que el problema no es cuántos médicos hay, sino cómo están distribuidos. â??Tan sólo en la colonia Del Valle, en la ciudad de México, hay 50 médicos por cada mil habitantes, pero en toda la zona metropolitana hay tres médicos por cada mil habitantesâ?.

    Coincide con ello Nancy Pérez Garcí­a, pues dijo que en el tema de acceso a los servicios de salud es evidente â??la desigualdad en el paí­sâ?. Y se suma el Observatorio de Polí­tica Social y Derechos Humanos, según el cual sólo cinco estados (entre ellos Colima, Aguascalientes y Tabasco) cumplen la recomendación de la OMS de contar como mí­nimo con una cama de hospital por cada mil habitantes.

    En cambio Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Quintana Roo, Zacatecas, Veracruz, Michoacán, San Luis Potosí­ y Morelos son los más rezagados en infraestructura, lo que impacta directamente en los municipios más marginados (la mayorí­a en Oaxaca, Guerrero y Chiapas), donde la esperanza de vida para las mujeres es de 51 años, y para los hombres de 49, mientras que el promedio nacional es de 79.9 años y 73 años, respectivamente.

    â??El Estado no está garantizando un derecho básico como es el de protección a la saludâ?, concluye la directora ejecutiva de Incide Social. â??No estamos preparados para contingencias como la de la influenza. Los datos muestran que no existen la infraestructura ni el personal para poder operar una estrategia de atención. Esto habla de que no se ha hecho una inversión en el área y que el gobierno no asume su responsabilidad. Lo que se ha hecho es tratar de privatizar un derecho humanoâ?

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