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  • Re-aprender a escribir

    hace cuanto que no escribimos asi

    ¿Hace cuánto que no escribes un parrafo a mano, más allá de anotar rápidamente un número telefónico o firmar un voucher? ¿Reconocerías tu propia letra o ya no eres capaz de leer los garabatos que dejas en el papel?

    Escribir a mano no va con los tiempos. Es un acto de poetas, soñadores y pintores. Internet nos entrega información casi de manera instantánea, y estamos obligados a registrar esos datos, analizarlos y producir nuevos contenidos. Escribir a mano es demasiado lento para responder adecuadamente.

    El teclado nos permite escribir a gran velocidad, copiar párrafos enteros de diversas fuentes e integrarlos a nuestros escritos. Pero hemos sacrificado la caligrafía personal, que es un acto de expresión casi artística, y el acto íntimo que significa crear un trazo en el papel con la punta de nuestros dedos.

    ¿Vale la pena recuperar la escritura a mano?

    A mi me gusta el acto de trazar letras, jugar con los instrumentos de dibujo y texturas del papel para lograr diferentes grosores en cruces y ganchos de las letras. Me gusta la letra a mano como objeto visual, como una ilustración que se lee. Descubrir que la letra tiene una personalidad más allá de la funcionalidad de la tipografía.

    Yo aprendí a leer y escribir con la letra script o de molde. Y posteriormente, nos enseñaron la letra manuscrita (cursiva). La práctica en este tipo de escritura fue poca y el interés de las maestras para que la domináramos, era poco. Era mucho más importante ser capaz de tomar un dictado completo que la grafoeducación. Esto hizo que casi la totalidad de mi salón de clases adoptara la letra de molde, a pesar de que mi escuela enseñaba un estilo de letra cursiva muy bello, cuyos rasgos y ganchos eran tan característicos que delataban el colegio de procedencia de la escriba.

    Hoy en día, la escritura a mano es cada vez menos frecuente. Pasamos horas ante un teclado y la destreza con la pluma, «penmanship» en inglés, se olvida cada día más. Los niños tienen acceso a las computadoras desde muy pequeños y algunos educadores podrían estar tentados a privilegiar la velocidad en el teclado sobre la enseñanza de la escritura a mano.

    Hace un tiempo se me ocurrió que quería ser capaz de escribir con la mano izquierda, (soy diestra) y comence con las clásicas planas de rayitas y espirales con crayolas. La litografía de M.C. Escher, donde 2 manos salen de una hoja de papel, y como espejo, cada una sostiene un lápiz para dibujar a la otra, fue mi inspiración. El objetivo final sería dibujar a 2 manos.

    De las planas de gusanitos pase a las letras y los números, pero decidí que debería evitar la letra de molde y aprender manúscrita. Esto significó aprender nuevas formas de las letras y desaprender los trazos conocidos. Tuve que encontrar la personalidad de mi nueva «letra», mi «letra» zurda.

    Escribir con fluidez y legibilidad es un proceso complejo que a los niños les toma años dominar. Implica practicar diariamente para desarrollar fuerza y control motriz en una mano no acostumbrada a escribir o dibujar.

    Por el momento, yo puedo decir que mi experimento ha sido satisfactorio y que me ha enseñado mucha paciencia. Mi letra con la mano izquierda es bastante fea y poco ágil, se queda muy rezagada de mis pensamientos pero es leíble y cada vez mejora más.

    * Adriana Rodarte (aerodi), diseñadora. Devoro imágenes y libros. Mis trazos, objetos y textos encontrados en: http://adriana.tumblr.com/

  • Agora por Carin

    En muchas ocasiones se escucha a muy diversas personas referirse a la expresión señalada en la Sagrada Escritura, especí­ficamente en el Antiguo Testamento (Gen 1,26) â??â?¦ a imagen y semejanzaâ?¦â?. En la mayorí­a de los casos se hace una mala interpretación de dicha sentencia con base en una dudosa interpretación o en una explicación privada carente de fundamentos doctrinales mí­nimos.

    Esto se puede entender a la luz de una correcta hermenéutica, basada no solamente en la expresión textual de la Santa Biblia, sino en los modos de interpretación que existen y son conocidos, sancionados y empleados por la Iglesia. En principio hay que sostener que la lectura de la Biblia entraña una complejidad que tiene su razón en la naturaleza compleja y múltiple que le es propia. Recordemos que el Texto Sagrado contempla diversos planos de conocimiento, siendo a la vez un documento histórico, literario, moral y religioso. No es óbice lo anterior para señalar que el trabajo interpretativo debe considerar el tiempo en que fue escrito además de la manera particular en que fue redactada, como puede ser el muy extendido uso que se le dio a la parábola en el Nuevo Testamento. Esta calidad particular la convierten en un instrumento de difí­cil dilucidación.

    Siendo conscientes de lo anterior se colige que la lectura e interpretación de la Sagrada Escritura es en extremo difí­cil, por lo que la interpretación no puede siquiera hacerse a través de un solo método, requiriendo al efecto diversas modalidades de hermenéutica. Ciertamente serí­a más provechoso acercarse a las fuentes originales, es decir, a los textos escritos en hebreo, arameo, griego y, en última instancia, en latí­n.

    De todo lo anterior se infiere que quien esté dispuesto a interpretar la Santa Biblia puede hacerlo al no existir prohibición al respecto pero, si quiere que su interpretación no sea el juicio subjetivo, individual, personal, relativo, parcial y, seguramente, poco acertado, deberá considerar los argumentos antes esgrimidos.

    El Catecismo de la Iglesia Católica señala, con base en los trabajos del Concilio Vaticano II, tres criterios: 1) Prestar una gran atención â??al contenido y a la unidad de toda la Escrituraâ?, 2) Leer la Escritura en â??la tradición viva de toda la Iglesiaâ? y, 3) Estar atento â??a la analogí­a de la feâ?. De la lectura de este Documento Fundamental se desprende que la â??única interpretación auténticaâ? (adminiculado con todo lo expresado en el presente lí­belo) de la Palabra de Dios ha sido confiado únicamente al Magisterio de la Iglesia, al Papa y a los obispos en comunión con él (Catecismo de la Iglesia Católica, No. 85)

    Finalmente, explicando el sentido de las palabras al epí­grafe de la presente reflexión, las mismas significan, no que Dios sea hombre o mujer, no que Dios tenga cinco dedos como nosotros o alguna otra barbaridad del estilo. Para entender la infinitud nos hacemos de imágenes lo que no significa que esa sea la imagen precisa de Dios. Dios es infinito y no podemos encerrarlo en nuestra finitud. â??A imagen y semejanzaâ? quiere decir que participamos de la Gracia, es decir, de la Vida Divina, de la Vida de Dios, de la Eternidad, no que nos parezcamos a í?l â??fí­sicamenteâ? lo que es claramente absurdo. Algo muy diferente es que í?l se haya hecho como nosotros, a través de la Segunda Persona de la Santí­sima Trinidad, es decir, a través de su hijo Jesucristo.