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  • Tiempos de reflexión.

    Es ya prácticamente Navidad y 7 dí­as después año nuevo. En uno de mis artí­culos escribí­, que la pausa en la vida es necesaria para poder vivir bien. No se puede vivir en la misma rutina diario, es enfermizo y es aburrido. Siempre se le debe de dar un giro, ya sea de diversión, de descanso y de reflexión.

    Estas épocas, quizás por costumbre, quizás por nuestro calendario o puede ser que por el frí­o, se antojan para esa parte de reflexión. Esos momentos de escucharse a uno mismo, saber bien lo que pasa a nuestro alrededor, platicar con la familia y profundizar acerca del sentido del mundo y nuestras vidas.

    Es momento de dejar de lado (por un momento), todas esas noticias crueles que a diario pasan en nuestro querido Paí­s. Es tiempo de un rico y caliente ponche sentado en un sillón, rodeado de la familia y pensar qué es lo que nos hace falta, qué puedo hacer para mejorar a mí­ mismo, qué puedo hacer para ayudar a los que me rodean, qué puedo hacer para ayudar a mi sociedad. Reflexionar lo hecho en el año, que objetivos alcancé, qué se quedará pendiente para el próximo año y qué nuevos propósitos habrán de hacerse para lograrlos.

    En lo personal, creo que es una fecha propicia para hacerlo, para los que somos creyentes, renovarnos en la fe para poder seguir adelante y seguir trabajando, para los que no lo son platicar en silencio con la persona en la que crean. Si no creen en nada, al menos la paz interior debe de reinar y seguir platicando con uno mismo.

    Siempre he creí­do que estos dí­as también son un buen pretexto para que juntos familia y amigos, renueven los lazos de unión, para que se fortalezcan, una buena cena y regalos, son solo â??accesoriosâ? para este tiempo, pero lo realmente importante es esa conjunción que debe de haber y que en este tiempo en nuestra sociedad tanta falta hace.

    Regresemos a las bases, hagamos de nuevo que la familia sea la base infalible e incorrompible de nuestro entorno, sigamos creyendo, sigamos teniendo fe, sigamos construyendo la paz. Todo esto último se logra empezando por uno mismo, para poder contagiar a los demás.

    Tiempos de reflexión, tiempos de ser más felices, tiempos de renovación.

    Por mi parte les deseo mucha paz, salud y éxito en sus objetivos, la mejor de las vibras siempre.

    * Ricardo Martí­nez â?? Consultor en TI y de empresas y colaborador de atomilk.com
    http://twitter.com/rmtz8

  • Pateticos Marilyn Monroe y a JFK, sepa porque

    «Es hora de desmitificar una época», escribí­a James Ellroy en «América». Franí§ois Forestier se lo toma al pie de la letra para bajar del pedestal a Marilyn Monroe y a JFK, dos «monstruos de egoí­smo, de locura, de poder y de dinero».

    El idilio entre la estrella de Hollywood y el presidente de Estados Unidos lo conoce todo el mundo, pero la relación que mantuvieron durante una década nunca habí­a sido contada en detalle hasta que el escritor y periodista francés Franí§ois Forestier la puso en blanco sobre negro en el libro «Marilyn y JFK» (Aguilar).

    «Para mí­, la historia de amor, si se puede llamar a eso así­, de JFK y Marilyn es una historia entre dos monstruos completos, de egoí­smo, de locura, de poder, de dinero. Pero por momentos hay pequeños claros en esa noche negra, un poco de humanidad, y es eso lo que me conmueve», explica Forestier en entrevista.

    Analizados con lupa, estos dos mitos del siglo XX son «patéticos», dice el periodista de «Le Nouvel Observateur», quien considera, no obstante, que el «patetismo» y el «absurdo» son los principales ingredientes de la condición humana.

    Si algo tuvieron en común Marilyn y JFK fueron «dos malas vidas», asegura Forestier.

    Ella debutó en un mundo «sórdido», del que nunca saldrí­a. Era una «manipuladora», «una prostituta», que se inventó la historia de «niña huerfanita con necesidad de afecto».

    En público es «deslumbrante y sexy», el resto del tiempo es Norma Jeane, «una chica que se desprecia, que no se lava, que se muere del terror incontrolable que le provoca la cámara» y que «se atiborra de productos quí­micos».

    í?l, aquejado del mal de Addison, de su eterno dolor de espalda y de enfermedades venéreas reiteradas, «también está cebado con medicamentos», un médico le inyecta «anfetaminas a grandes dosis», también toma cocaí­na y más adelante probará el LSD, según Forestier.

    Es, además, el «Speedy González del erotismo», un «eyaculador precoz», se pasa «la mitad del tiempo pensando en mujeres y la otra mitad acostándose con ellas»