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  • Talibanes castigan votantes afganos

    Los insurgentes del Talibán mutilaron los dedos empapados de tinta de dos votantes afganos en el sur del país durante las elecciones presidenciales, dijo el sábado el director de una fundación electoral.

    Los dos hombres, que sumergieron sus dedos índices en la tinta púrpura – medida antifraude – fueron atacados en la provincia de Kandahar poco después de votar el jueves, dijo Nader Nadery, director de la Fundación Elecciones Libres y Justas de Afganistán. Kandahar es la cuna espiritual del Talibán.

    Los rumores de que los islamistas iban a mutilar los dedos entintados de los votantes corrieron antes de la votación. Un vocero del Talibán aseguró que los islamistas no recurrirían a esa medida, pero la entidad carece de una estructura rígida y muchos de sus comandantes operan por su cuenta.

    Millones de afganos votaron en las segundas elecciones presidenciales del país por sufragio directo y universal, aunque las amenazas y los ataques del Talibán limitaron la concurrencia, especialmente en el sur donde el presidente Hamid Karzai era el favorito entre los pastún. Por lo menos 26 civiles afganos y miembros de las fuerzas de seguridad murieron en decenas de ataques insurgentes.

    Si los resultados demuestran que muchas más personas votaron en el norte que en el sur del país, «tendremos un problema», reconoció Nadery.

    La escasa asistencia a las urnas en el sur perjudicaría a Karzai en su empeño de obtener un segundo mandato de cinco años y reforzaría las posibilidades de su rival, el ex canciller Abdalá Abdalá.

    Si ninguno de ambos candidatos recibe el 50% de los votos en la primera ronda, acudirán a una segunda de desempate. Los primeros resultados preliminares no serán anunciados hasta el martes, y los resultados finales no serán certificados hasta mediados de septiembre.

    Nadery dijo que su grupo constató problemas generalizados de funcionarios electorales que no eran imparciales y que presionaron a los electores para que votaran por ciertos candidatos.

    Tanto Karzai como Abdalá dijeron que llevaban ventaja en el recuento.

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  • Ramazan Bashardost un candidato mas

    El ex ministro Ramazan Bashardost, a quien sus rivales acusan de hacerse pasar por loco por su excéntrico modo de vida (está instalado en una carpa desde 2005) marcó la campaña de las presidenciales afganas con sus encendidos discursos contra la corrupción y los señores de la guerra.
    No tiene grandes posibilidades de victoria pero este político, considerado en un primer momento como un candidato marginal tanto por su estilo de vida -en una tienda de campaña y sin dinero- como por su personalidad imprevisible y su vehemencia, se ha ganado a buena parte del electorado con su campaña.
    Un sondeo publicado el viernes pasado por un instituto estadounidense le pronosticó un 10% de los votos, lejos del 44% dado al presidente saliente y candidato favorito, Hamid Karzai, y del 26% vaticinado al ex ministro de Finanzas, Abdulá Abdulá.
    Bashardost se lució especialmente el domingo pasado, en el debate televisivo que compartió con Karzai y con otro candidato, el ex ministro de Finanzas Ashraf Ghani.
    Vestido como siempre -con una larga camisa tradicional de un blanco inmaculado-, se lanzó contra sus dos bestias negras: la corrupción del gobierno y sus aliados extranjeros y los «criminales» señores de la guerra.
    Los habitantes de Kabul conocen desde hace cinco años los discursos un tanto teatrales de este hombre, hijo de funcionarios, titular de doctorado en Derecho obtenido en Francia, donde vivió 19 años.
    En 2004 abandonó ruidosamente su cargo de ministro de Planificación del gobierno de Karzai tras haberse hecho numerosos enemigos por sus incesantes diatribas contra la corrupción.
    Esa renuncia potenció su imagen de Don Quijote popular en un Afganistán que se pregunta dónde van a parar los miles de millones de dólares de la ayuda internacional. Un año después, fue elegido diputado por Kabul con facilidad.
    Para «reducir sus gastos» -dijo-, se instaló ante el Parlamento, en una tienda de campaña de 15 m2, donde recibe a cualquier elector que se presente.
    Sus enemigos dicen que se hace el loco. «No pueden decir que me dejo comprar y así, es el único argumento que tienen», replica Bashardost.
    Sus discursos de acento humanitario y demócrata son vanguardistas en un país aún encasillado en alianzas político-tribales y suscita reacciones paradójicas entre los afganos.
    «A la gente le gusta pero no lo toman en serio. Porque un presidente debe ser un rey, no un profeta en sandalias», explica un periodista afgano.
    Vive solo porque, como dice, «cuando se es Bashardost, no se puede estar casado».
    «Ya saben lo que pasa; las mujeres quieren dinero para ir al restaurante y comprar vestidos. Pero yo no puedo hacerlo mientras mis compatriotas mueren de hambre o no tienen casa», explicó en julio a la AFP
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  • Abdulá Abdulá, elecciones en Afganistan

    Abdulá Abdulá se convirtió en el principal escollo para la reelección del presidente Hamid Karzai en los comicios del jueves, al cabo de una campaña en la que con su voz aterciopelada cuestionó duramente la gestión del mandatario saliente, quien hace tres años lo destituyó del cargo canciller.
    Los sondeos dan a Karzai una fuerte ventaja frente a sus 40 contrincantes, pero las cosas, según los analistas, podrían complicársele si se viera obligado a disputar una segunda vuelta contra quien fue su ministro de Relaciones Exteriores de 2001 a 2006, y que ahora es segundo en las intenciones de voto.
    «Karzai transformó una ocasión de oro en un desastre. No hay ninguna razón para darle cinco años más», proclamó Abdulá en un mitin reciente.
    Los observadores consideran que en las últimas semanas, gracias a su intensa campaña, sus posibilidades aumentaron.
    Nacido en 1960, casado y padre de tres hijas y un hijo, este oftalmólogo construyó su reputación durante las tres décadas de guerras afganas como brazo derecho del «héroe nacional» Ahmad Shah Masud, famoso resistente a la ocupación soviética y al régimen talibán, asesinado el 9 de septiembre de 2001.
    Abdulá suele denunciar la «desconexión» entre el Gobierno de Karzai y la población, atrapada en una realidad de corrupción y violencia que lleva a muchos afganos a engrosar las filas de la insurgencia islamista talibán.
    El candidato opositor se proclama independiente y denuncia el estado deplorable de un país que según él desperdició las enormes oportunidades que se le ofrecían tras la caída del régimen talibán, cuando empezaban a fluir los miles de millones de dólares de ayuda internacional.
    «La seguridad se deteriora, la situación política es caótica, los problemas de la gente (…) no son tratados como debieran serlo», declaró recientamente a la AFP.
    «Mi principal proyecto es mejorar la situación, crear una esperanza entre la población», añadió.
    Por ejemplo, propone modificar la Constitución para cambiar un sistema político extremadamente centralizado y crear los cargos de primer ministro y de dirigentes de las provincias, que representen mejor a la población y la alienten a implicarse más en la vida pública.
    «Afganistán ciertamente necesita un cambio (…). Y no un cambio de nombres, sino un cambio de visión (…). Se trata de elegir entre una situación en la que Afganistán se hunde lentamente (…) y una situación en que la gente tenga de nuevo esperanza», explica.
    La madre de Abdulá pertenece a la minoría tayik, y el dirigente está vinculado con los tayik del valle de Panshir, bastión de Masud, al norte de Kabul. Pero su padre era pastún, una ascendencia que podría darle muchos votos en el seno de esta etnia, la principal del país.
    Político respetado, Abdulá dice ser optimista con respecto al resultado de las elecciones, a condición de que éstas sean «creíbles y transparentes».
    El universitario Nasrulá Stanikzai, observador de la política afgana, considera que Abdulá es uno de los mejores entre decenas de candidatos insulsos.
    Según un sondeo estadounidense difundido el domingo, Abdulá obtiene el segundo lugar, con el 26% de intenciones de votos, detrás de Karzai, con el 44%, con lo cual se necesitaría una segunda vuelta.
    Pero tanto Abdulá como el ex ministro de Economía Ashraf Ghani (6% de intenciones de voto) podrían ser castigados por el hecho de que participó en el Gobierno de Karzai, considera el universitario.
    «Ambos trabajaron en el Gobierno durante años, y si hoy día el equipo de Karzai fracasó, ellos también son considerados parte de ese fracaso», analiza
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  • Afganistan y su situacion

    Afganistán, que organiza elecciones el jueves con un clima de violencia sin precedentes desde 2001, es un Estado islámico situado en la estratégica encrucijada entre Oriente Medio y Asia central y del sur, con una geografía montañosa y rural y una de las economías más pobres del mundo.

    SITUACION GEOGRAFICA: Afganistán, en el corazón de Asia central, está enclavado entre tres repúblicas ex soviéticas al norte (Turkmenistán, Uzbekistán, Tayikistán), Irán al oeste, Pakistán al este y al sur y China al este. País árido, de 652.225 km2, montañoso en un 85%.

    POBLACION: Entre 26 millones y 32 millones de habitantes.
    POBREZA: Quinto país más pobre del mundo, con un 42% de la población que subsiste con menos de 14 dólares mensuales.
    MORTALIDAD INFANTIL: Alrededor de 257/1000, tercer índice más alto del planeta después de Sierra Leona y Angola (ONU).
    MORTALIDAD MATERNA: 1.600 de cada 100.000 nacidos con vida, segundo índice más alto del mundo después de Sierra Leona (ONU).
    ALFABETIZACION 23% de la población adulta (oficial).
    ESCOLARIZACION: La mitad de los niños están escolarizados, pero sólo un 35% de esos escolares son niñas (ONU).
    ESPERANZA DE VIDA 43 años (ONU).

    CAPITAL: Kabul.
    IDIOMAS OFICIALES: Dari (persa) y pashtún, más unas 30 lenguas de minorías, incluido el uzbeko.
    RELIGIONES: Islam (80% de sunitas y un 20% de chiitas).
    HISTORIA: Reinado de la dinastía pashtún de los Durrani de 1747 a 1973, cuando fue derrocado del rey Zaher Shah.
    En abril de 1978, un golpe de Estado lleva a los comunistas al poder. El Ejército soviético invade el país en diciembre de 1979, pero se topa con la resistencia férrea de los muyaidines y se retira en febrero de 1989. El presidente Najibulá, puesto por Moscú al frente del país en 1986, es destituido en abril de 1992. Empieza una sangrienta guerra civil entre facciones.
    En septiembre de 1996, los talibanes, fundamentalistas formados esencialmente en Pakistán, se apoderan de Kabul e imponen su interpretación ultrarrigurosa de la sharia (ley islámica). Son derrocados a finales de 2001 por una coalición internacional con mando norteamericano tras negarse a entregar a los jefes de Al Qaida, responsables de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos.
    En diciembre de 2001, la conferencia de Bonn (Alemania), que reúne a las facciones afganas bajo los auspicios de las Naciones Unidas, instala un Gobierno interino dirigido por Hamid Karzai.
    REGIMEN: Presidencial en virtud de la Constitución de 2004. Hamid Karzai, primer presidente elegido democráticamente en octubre de 2004.
    RECURSOS: Carbón (4% de las reservas mundiales), hierro, cobre, piedras preciosas (yacimiento más importante del mundo de lazulita y esmeraldas). Yacimientos de plomo, zinc, estaño, tungsteno y cesio permanecen sin explotar. País rico en gas natural y madera.
    DROGA: Cerca del 93% del opio mundial se produce en Afganistán (ONU). El valor de la exportación se estimó en 3.400 millones de dólares en 2008. Una parte sirve para financiar a los talibanes.
    DEFENSA: Si sale reelegido el 20 de agosto, Hamid Karzai quiere duplicar en cinco años los efectivos del Ejército Nacional Afgano de 130.000 a 260.000 hombres y de la policía, de 80.000 a 160.000 hombres.
    Más de 100.000 soldados extranjeros, la mayoría norteamericanos, se encuentran en el país para combatir la insurrección islamista. La violencia bate récords absolutos desde la caída de los talibanes.

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  • Cifras en Afganistan ante las elecciones

    A continuación la fechas clave de Afganistán desde el comienzo de la intervención internacional de 2001 liderada por Estados Unidos:

    2001
    – 7 oct de 2001: primeros bombardeos británicos y estadounidenses sobre Kabul (operación «Libertad Duradera» inicialmente llamada «Justicia Infinita») en respuesta a los atentados del 11 de septiembre de Al Qaida en Estados Unidos. Washington dirige una coalición militar internacional para derrocar a los talibanes, en el poder desde 1996.
    – 9-13 de nov: la Alianza del Norte, oposición armada a los talibanes, toma Mazar-e-Sharif (norte), Herat (oeste) y Kabul.
    – 20 de nov: Washington ofrece 25 millones de dólares por la captura de Osama Bin Laden y 10 millones por el jefe talibán, el molá Omar.
    – 4-16 de dic: ofensiva contra Tora Bora, en las montañas del este, presunto escondite de Bin Laden.

    – 5 de dic: acuerdo de Bonn, impulsado por la ONU, entre las facciones afganas para un gobierno interino dirigido por Hamid Karzai, de la etnia pastún.
    – 7 de dic: Kandahar (sur), capital de los talibanes, se rinde.
    – 22 de dic: entra en funciones la Fuerza de Asistencia Internacional para la Seguridad (ISAF) de la OTAN y el gobierno multiétnico presidido por Karzai.
    – 2-18 de mar: operación «Anaconda» de la coalición estadounidense en las provincias fronterizas con Pakistán, seguida por numerosas otras operaciones.
    – 5 de set: atentado con coche bomba en Kabul deja 30 muertos.
    – 2 de oct: el jefe de guerra Gulbudin Hekmatyar llama a expulsar a las tropas extranjeras.

    2004
    – 6 de ene: la ISAF, dirigida por la OTAN, extiende su mandato fuera de Kabul.
    – 9 de oct: Karzai se impone en una vuelta en la primera elección presidencial de la historia del país.

    2005
    – 23 de jun: las fuerzas afganas y estadounidenses rastrillan el «triángulo negro» del sur; más de 130 muertos.
    – 18 de set: primeras elecciones legislativas y provinciales desde 2001, poco perturbadas por la violencia.
    – 19 de dic: primera sesión del nuevo Parlamento.

    2006
    – Mediados de mayo: ofensiva «Mountain Thrust» («incursión en las montañas») de la coalición en el sur. En seis semanas, mueren unos 1.000 talibanes (según fuentes oficiales).
    – 2-17 de set: «Operación Medusa» en la provincia de Kandahar. Más de 1.000 talibanes mueren, según la OTAN, que pierde una veintena de soldados.

    2007
    – 27 de feb: un atentado suicida delante de la base estadounidense de Bagram (norte de Kabul) durante una visita del vicepresidente estadounidense, Dick Cheney, deja 24 muertos.

    2008
    – 17 de feb: un atentado suicida entre una multitud que asiste a una pelea de perros deja 140 muertos. Los talibanes niegan cualquier implicación.
    – 18 de ago: diez soldados franceses mueren en una emboscada a menos de 60 km de Kabul. En julio, nueve soldados estadounidenses murieron en el este.
    – 22 de ago: 90 civiles mueren en un bombardeo estadounidense en el oeste, lo que relanza la polémica sobre las víctimas civiles de los bombardeos extranjeros.

    2009
    – 11 de feb: 34 muertos en ataques reivindicados por los talibanes contra edificios gubernamentales en Kabul.
    – 27 de mar: el presidente estadounidense, Barack Obama, anuncia «una nueva estrategia» que incluye el envío de refuerzos civiles y militares (4.000) adicionales. Ya había anunciado un refuerzo de 17.000 soldados en febrero.
    – 4-5 de may: decenas de civiles mueren en bombardeos aéreos estadounidenses en Farah (oeste), 97 según la Comisión Afgana de Derechos Humanos, 140 según el gobierno, entre 20 y 30 así como 60 a 65 talibanes según el ejército estadounidense.
    – 23 de jun y 2 de jul: comienzan las operaciones británica, «Garra de pantera», y estadounidense, «Puñal», en el bastión talibán de la provincia de Helmand (sur).
    – 30 de jul: los talibanes llaman a los afganos a boicotear las elecciones y tomar las armas contra los «invasores».
    – 31 de jul: la ONU anuncia que más de 1.000 civiles murieron en los seis primeros meses de 2009. Un total de 76 soldados extranjeros, un récord desde 2001, murieron unicamente en julio.

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  • Ashraf Ghani en las elecciones de Afganistan

    Ashraf Ghani, un economista respetado en todo el mundo y decidido a sacar a Afganistán de la pobreza, no es favorito en la elección presidencial del jueves, pero se impuso como uno de los principales rivales del presidente saliente, Hamid Karzai.
    La campaña de este universitario de 60 años, que renunció a su nacionalidad estadounidense para poder presentarse en los comicios, promete a los afganos «un nuevo comienzo».
    Ghani presenta un programa para los próximos 20 años, destinado a reactivar la economía de uno de los países más pobres del mundo y a sacar a su juventud de las guerras que lo devastaron a lo largo de las últimas tres décadas.
    El primer objetivo de Ghani: que «de aquí a dos años, el 60% de la población diga que las cosas van en la buena dirección», explica a la AFP en su casa, al pie de una colina del oeste de Kabul.
    Ashraf Ghani se impuso como uno de los principales rivales de Karzai para estos comicios presidenciales, los segundos en la historia del país después de los de 2004.
    El economista va a contracorriente de la estrategia impulsada por Estados Unidos de militarizar todo y defiende una posición que combina «20% de fuerza y 80% de política y de desarrollo», para hacer retroceder la miseria y la violencia de los islamistas talibanes.
    No es un ex jefe de guerra ni un político de carrera, sino un ex ejecutivo del Banco Mundial, doctor de la prestigiosa universidad neoyorquina de Columbia, ministro de Finanzas de Karzai de 2002 a 2004.
    Ghani adquirió una sólida reputación internacional de eficacia y seriedad, pero en su propio país es poco conocido. Karzai, instalado en el Gobierno tras la intervención militar liderada por Estados Unidos a fines de 2001, no lo conservó en su gabinete después de la elección presidencial de 2004.
    Su credo: luchar contra la desocupación, a la considera como «un motor esencial» de la rebelión. Para muchos afganos, un «talibán» es ante todo «un joven desocupado», subraya.
    Su plan: «dividir al país en siete zonas económicas» y concentrar el desarrollo en «ocho provincias modelo» antes de extender el esquema a las otras 26 provincias. Y construir «un millón de nuevas viviendas», crear «un millón de empleos», «desarrollar la agricultura», etc.
    El dinero no es un problema, subraya, porque Afganistán está «inundado por centenares de millones de dólares» de ayuda internacional. El problema depende más bien de la gestión de los fondos, 70% de los cuales es derrochado por problemas de corrupción e ineficacia, explica.
    De su crítica no se salva el presidente saliente, favorito en las elecciones a pesar de un balance considerado mitigado, por no decir desastroso.
    Y su sentencia es clara: Karzai comprende tan poco los problemas de su país, que resulta «irrisorio», dice.
    «En ningún caso el presidente mostró su capacidad para gobernar. No ha hecho nada que pueda justificar su permanencia cinco años más», afirma.
    Tampoco se salvan de las críticas los que apoyan a Karzai o sus compañeros de lista, entre ellos algunos ex jefes de guerra muy controvertidos, principalmente por su implicación en la sangrienta guerra civil de la década de los noventa.
    De etnia pashtún como Karzai, Ashraf Ghani eligió, como él, a compañeros de lista de las minorías tayik o hazara, pero menos conocidos. «Por supuesto, ¡ya que nunca conocieron ningún crimen de lesa humanidad!», se burla Ghani.
    Ante un Gobierno símbolo «de corrupción, de violación de los derechos humanos, de perpetuación de la violencia y de derroche de los fondos públicos», Ghani quiere ser portavoz de los «nuevos afganos», aquellos que no tienen sangre en las manos y cuyas «esperanzas» fueron «profundamente defraudadas» por Karzai
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  • Elecciones en afganistan, Hamid Karzai

    El presidente afgano Hamid Karzai, instalado por Occidente en 2001 y elegido en 2004, volvió a demostrar su habilidad política manteniéndose como favorito para un nuevo mandato en los comicios del jueves, pese al pobre balance de su gestión en materia de seguridad y de lucha anticorrupción.
    El mandatario saliente prometió, en un mitin ante unos 15.000 partidarios a principios de agosto en el estadio de Kabul, «una vida mejor que hoy en día» para los afganos, en caso de ser reelecto.
    Conocido por su cortesía y elegancia, con su caftán verde y violeta y su bonete de astracán, Karzai, de 52 años, nació en una familia de poder. Y fue el hombre que Estados Unidos colocó al frente del país tras la intervención militar internacional que derrocó al régimen islamista talibán a fines de 2001.
    Fue también el candidato apoyado oficiosamente por Washington en los primeros comicios del país en 2004, que la población vio como la promesa de una nueva era y en los que participó con entusiasmo.
    Pero su estrella se ha apagado bastante desde entonces. En Washington, la nueva administración de Barack Obama no le ha ahorrado críticas al principio, antes de atenuarlas por falta de alternativa.
    Y la cólera cunde entre la población por su fracaso a la hora de atajar la violencia, en su nivel más alto desde 2001, y de combatir el crimen y la corrupción.
    Karzai puede atribuirse, en cambio, varios éxitos, en materia de sanidad y educación sobre todo.
    Y sigue siendo el gran favorito de las elecciones. Las maniobras entre bastidores desde hace meses parecen garantizarle los apoyos necesarios para imponerse a sus 40 contrincantes.
    Pastún del clan de los Popalzai, nacido el 24 de diciembre de 1957 en el pueblo de Karz, cerca de Kandahar, la gran ciudad del sur cuna de los islamistas talibanes, estudió en Kabul y luego en la India, donde se especializó en ciencias políticas.
    Casado con Zenat, médica de presencia muy discreta, tuvo un hijo en 2007.
    Entre 1982 y 1994, pasa la mayor parte del tiempo exiliado, sobre todo en Pakistán, excepto un efímero paso como viceministro de Relaciones Exteriores por el Gobierno muyaidín en 1992.
    En 1994, de regreso en Kandahar, cultiva relaciones con los talibanes pero rompe definitivamente con ellos cuando su padre muere en 1999 en Quetta (Pakistán) en un atentado atribuido a los estudiantes de religión.
    Regresa clandestinamente a Afganistán en octubre de 2001 y, después del derrocamiento de los talibanes por una coalición militar internacional dirigida por Estados Unidos, es designado presidente en diciembre de 2001, en la conferencia de Bonn, encargada de constituir un Gobierno «interino».
    Confirmado en junio de 2002 por una Loya Jirga (gran consejo tribal), gana a finales de 2004 la primera presidencial por sufragio universal directo de la historia afgana, con un 55% de los sufragios.
    Hamid Karzai ha sobrevivido al menos a cuatro intentos de asesinato, el último durante un desfile militar en abril en Kabul.
    Sólo ha participado en algunos mítines de campaña, bajo alta protección, y ha anunciado dos prioridades: duplicar los efectivos policiales y militares de aquí a cinco años y abrir negociaciones con los talibanes, una propuesta recurrente que los rebeldes han rechazado siempre.
    También se ha negado a participar en un debate televisado con sus principales rivales, que ponen en duda su competencia para dirigir el país.
    Su decisión de designar como candidato a la vicepresidencia a Mohammad Qasim Fahim, un ex jefe de guerra tayiko acusado de crímenes de guerra, ha horripilado a la comunidad internacional, pero debería aportar al presidente pastún los votos de la influyente minoría tayika.
    También líderes de las comunidades uzbeka y hazara han anunciado su apoyo al presidente saliente. Sus rivales han fracasado a la hora de formar un frente unido

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  • LA OTAN en Afganistan y las elecciones presidenciales

    Al comienzo fueron 5.500. En febrero del año pasado ya eran 43.000. Ahora son 64.500. Y en otoño serán 68.000. El número de soldados de la OTAN en Afganistán se ha multiplicado por más de diez en los últimos seis años.

    De cara a las elecciones presidenciales del 20 de agosto la cifra es mayor que nunca, debido también a los refuerzos adicionales. Aun así, no hay una victoria a la vista de las tropas internacionales de la ISAF sobre los islamistas radicales talibanes.

    Por lo contrario, en los últimos meses y semanas previos a los comicios, los soldados de la OTAN fueron más que nunca blanco del fuego talibán, pese a llevar a cabo una ofensiva propia. Se produjeron hasta 400 ataques semanales. Desde 2001 fueron abatidos más de 1.000 soldados de la OTAN.

    Anders Fogh Rasmussen, de 56 años, nuevo secretario general de la OTAN desde el 1 de agosto, en su quinto día en el cargo ya viajó a Afganistán. El danés dice lo que siempre había afirmado su antecesor, Jaap de Hoop Scheffer: «Respaldaremos al pueblo afgano el tiempo que haga falta». Y subrayó: «Repito, el tiempo que haga falta».

    «No soy partidario de fijar una fecha», continuó Rasmussen. «Un éxito sería poder traspasar a los propios afganos la responsabilidad de su seguridad». La reconstrucción civil, bajo protección de los militares, debería avanzar con mayor rapidez, sostuvo.

    Las elecciones presidenciales son para la OTAN tan importantes porque la alianza necesita una dirección política legitimada, estructuras democráticas y sobre todo fuerzas de seguridad eficaces en Afganistán para poder calificar de éxito la misión de la ISAF y poder retirarse así con la cabeza erguida.

    La OTAN quiere relegarse a un plano secundario durante los comicios, para no despertar la impresión de que lleva la voz cantante. Cuando se trata de cuestiones de seguridad durante las elecciones, la policía afgana se sitúa en primer plano, señala un portavoz de la OTAN. En un segundo plano el Ejército afgano, que ya cuenta con más de 92.000 de los 134.000 efectivos previstos.

    La ISAF se queda en un tercer lugar. Aunque ha recibido alrededor de 3.000 soldados adicionales (no hay cifras exactas de la OTAN), exclusivamente para asegurar la cita con las urnas, por motivos políticos quiere dar preferencia a los afganos en las operaciones.

    La Unión Europea (UE) gastó 35 millones de euros (49,2 millones de dólares) en la organización de los comicios y mandó 120 observadores electorales a Afganistán. Porque, según un portavoz de la UE, «las elecciones son decisivas para el futuro de Afganistán».

    Estos observadores recibirán protección de la ISAF. El grupo liderado por la OTAN se encargará del transporte y la atención médica a los observadores en el país, y «en caso necesario los respaldará». De acuerdo con un portavoz de la OTAN, eso significa que «si tienen problemas, nosotros estaremos ahí». Aunque no quiso concretar más.

    Militares de la OTAN esperan que la actividad de los talibanes disminuya después de las elecciones presidenciales. Aunque no quieren confiarse. Por eso la alianza prepara para el otoño (boreal) nuevas ofensivas, para evitar la presencia duradera talibán sobre todo en el sur y este del país.

    También en el norte, donde están estacionados soldados alemanes y que en su día era considerada una zona tranquila, han aumentado los ataques peligrosos. Pese al considerable refuerzo del compromiso estadounidense con Afganistán, impulsado por el presidente Barack Obama, la presión de Washington sobre sus aliados europeos para que también aumenten su implicación en la zona sólo remitió de cara al público.

    Tras bambalinas, el secretario de Defensa Robert Gates llamó recientemente a sus socios de la OTAN a poner en práctica sus promesas de solidaridad

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  • Cuenta regresiva para Afganistan

    Las elecciones presidenciales y provinciales en Afganistán entraron el lunes en su recta final, con los últimos mítines y bajo la amenaza de atentados talibanes.

    Pocas horas antes de los comicios, el presidente estadounidense, Barack Obama, advirtió que la victoria contra los insurgentes no sería «rápida» ni «sencilla».

    «La insurgencia en Afganistán no surgió de la noche a la mañana. No la derrotaremos de la noche a la mañana. Esto no será rápido. Esto no será sencillo», dijo Obama, tres días antes de las elecciones del jueves en Afganistán, amenazadas por la violencia de los talibanes y el aumento de muertes entre las tropas estadounidenses y aliadas.

    El favorito en los sondeos es el presidente saliente, Hamid Karzai, llevado al poder por la coalición internacional liderada por Estados Unidos que a fines de 2001 derrocó al régimen talibán, y elegido en los primeros comicios del país en 2004.

    Pero sus principales rivales, empezando por su ministro de Relaciones Exteriores Abdulá Abdulá, realizaron dinámicas campañas que podrían forzar una segunda vuelta, según analistas.

    Abdulá cerró su campaña el lunes por la mañana con un espectacular mitin en el estadio de Kabul, ante más de 10.000 personas con gorras azules que enarbolaban la bandera de su partido y coreaban su nombre.

    Hasta un helicóptero sobrevoló el estadio y lanzó miles de panfletos con la foto de Abdulá y papeletas con el nombre del candidato marcado para ayudar a una gran mayoría de votantes analfabetos.

    «¡Compatriotas!, Despertad, es hora del gran cambio», rezaba el panfleto, escrito en los tres idiomas mayoritarios en el país.

    En su primer debate televisado el domingo por la noche, Karzai fue criticado por su controvertida estrategia de alianzas con los jefes de guerra para asegurarse el voto de esas comunidades, aunque él se justificó en nombre del interés nacional y la paz.

    Las denuncias más duras procedieron de dos candidatos que ocuparon bajo su mandato cargos ministeriales desde los cuales destacaron en la lucha contra la corrupción: los ex titulares de las carteras de Finanzas, Ashraf Ghani, y de Planificación, Ramazan Bashardost.

    La embajada estadounidense en Kabul expresó su preocupación este lunes tras la entrada en la alianza de Karzai del señor de la guerra Abdul Rashid Dostmun.

    Ghani, que basó su campaña en una lucha contra la corrupción y en un plan para fomentar el empleo y el desarrollo económico, pronunció este lunes un discurso final ante unos 5.000 seguidores en la provincia de Nangarhar (este) y llamó a sustituir «un gobierno corrupto por otro legítimo».

    Unos 17 millones de afganos están llamados a las urnas para elegir a su presidente por segunda vez en la historia del país, así como a los 420 consejeros de las 34 provincias.

    Ambas votaciones se llevarán a cabo en un contexto de persistente inseguridad ante las amenazas de atentados, lo que podría fomentar la abstención en unas elecciones marcadas también por las amenazas de fraude.

    Los talibanes anunciaron el domingo por primera vez su intención de atacar las oficinas de voto el día de los comicios y reiteraron sus llamamientos a la población a boicotear las elecciones y a empuñar las armas contra los «invasores» extranjeros.

    Todas las fuerzas de seguridad disponibles -200.000 afganos y 100.000 soldados extranjeros, dos tercios de ellos estadounidenses- estarán movilizadas en la jornada electoral del jueves.

    Las bajas de las tropas internacionales -sobre todo estadounidenses y británicas- han alcanzado cifras récord desde julio, tras la puesta en marcha de operaciones para incrementar la seguridad en el sur afgano, bastión de los insurgentes

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  • Hamid Karzai gana posiciones en Afganistan

    Las intenciones de voto aumentaron para el presidente Hamid Karzai, favorito de las elecciones presidenciales del próximo jueves en Afganistán, pero podría verse forzado a disputar una segunda vuelta frente a Abdulá Abdulá, indica un sondeo estadounidense publicado el viernes. Según el estudio del Instituto Republicano Internacional, con sede en Estados Unidos, un 44% de los afganos interrogados dicen querer votar por Karzai en las que serán las segundas elecciones presidenciales de la historia de Afganistán.

    Un sondeo anterior, realizado en mayo, le atribuía un 31% en intención de voto. Según los resultados del sondeo será necesaria una segunda vuelta, a menos que Karzai alcance el 50% más uno de los votos requeridos para ser declarado vencedor en la primera vuelta. El ex ministro de Asuntos Exteriores, Abdulá Abdulá, gana en este sondeo siete puntos en relación al de mayo, y se sitúa en el 26%.

    El candidato independiente Ramazan Bashardost se sitúa en tercera posición, con el 10% de intención de voto (tres puntos más que en mayo), seguido por el antiguo ministro de Finanzas, Ashraf Ghani, que duplica su registro hasta el 6%. La comunidad internacional teme que las amenazas de los talibanes disuadan a la población (17 millones de inscritos) de ir a votar, lo cual restaría credibilidad a los comicios, si bien el sondeo revela que el 90% de los afganos dijo que ejercería el voto.

    El sondeo se realizó entre 2.400 hombres y mujeres afganas, del 16 al 26 de julio

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