En el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, se llevó a cabo la presentación del álbum «Dreamers» por parte de Magos Herrera & Brooklyn Rider, una inolvidable travesía musical reinterpretando clásicos de Argentina, Brasil, España, Nicaragua y México
Etiqueta: dreamers
-
Dreamers por parte de Magos Herrera & Brooklyn Rider
-
Dreamers mexicanos en EEUU hablan en la ONU
Sayra Daniela García Lozano y Mizraím Belman Guerrero dos inmigrantes mexicanos que fueron traídos a Estados Unidos en su niñez representan a México ante la Organización de las Naciones Unidas como parte del programa anual de delegados juveniles.
-
Mexicanos ganadores del Giuseppe Sciacca dedican su premio a los Dreamers
Dos jóvenes de origen mexicano, un actor y una científica, recordaron hoy a sus compatriotas «dreamers» afectados por la política migratoria del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, al ser premiados en el Vaticano.
Mauricio Kuri y Sophia Sánchez Maes fueron galardonados con el premio internacional «Giuseppe Sciacca» en las categorías Jóvenes-cine y Jóvenes-investigación y desarrollo, en forma respectiva.
-
Donald Trump miente al respecto de los dreamers
En febrero pasado el mexicano Juan Manuel Montes fue deportado a pesar de pertenecer al Programa de Acción Diferida, hecho que ha ocurrido con varios jóvenes indocumentados que viven en EU
Hace unos días Graco Ramírez informó que la Conago defendería al mexicano y mientras tanto el presidente Donald Trump aseguró, en entrevista con la agencia AP, que en cuanto a sus políticas migratorias los ‘dreamers’ pueden sentirse en paz.
Lo cierto es que cada vez más dreamers están siendo deportados aun cuando la ley, les asiste.
-
Facilitan trabajo a dreamers en EU
Facilitan trabajo a dreamers en EU. Cuando estudiaba enfermería, varias veces Hina Naveed estuvo tentada de abandonar, no porque no pudiese con el trabajo, sino porque se preguntaba si, en su condición de inmigrante sin permiso de residencia, podría conseguir una licencia luego de completar sus estudios.
«Invertí todo este dinero. Llegué hasta aquí. Hablo todo el tiempo de lo feliz que estoy de ser enfermera. Disfruté mucho mi experiencia clínica. Pero todo se reduce a un pedazo de papel», expresó esta mujer de 25 años, residente en Nueva York, que fue traída ilegalmente al país por su familia paquistaní cuando tenía diez años.
Nueva York y algunos otros estados han tomado medidas para poner fin a la incertidumbre de gente como Naveed, que obtuvo el derecho a trabajar en Estados Unidos al amparo de los programas de suspensión de deportaciones aprobados por el gobierno de Barack Obama en junio del 2012 pero seguía sin poder conseguir las licencias que los habilitasen para trabajar en su profesión.
El Board of Regents (junta administrativa) de Nueva York, que certifica o concede licencias para más de 50 profesiones, decidió el mes pasado permitir que inmigrantes sin permiso de residencia amparados por los programas de suspensión de deportaciones soliciten los documentos que los habilitan para trabajar en sus profesiones. Las medidas serán sometidas a una votación final y entrarían en efecto el 1ro de junio.
California aprobó en el 2014 una ley que despeja el camino para conceder licencias para 40 profesiones sin importar el status inmigratorio. En la Florida se dan licencias a abogados amparados por la suspensión de deportaciones. Nevada se las da a maestros con ese status, según Tanya Broder, del National Immigration Law Center.
La política abarca a las personas que entraron ilegalmente a Estados Unidos antes de cumplir 16 años y que han residido continuamente en el país desde el 2007. No regulariza el status migratorio, pero deja en suspenso la deportación y da a las personas la posibilidad de trabajar e incluso de pagar matrículas estudiantiles de residente, que son más baratas.
Tener derecho a trabajar, no obstante, no es lo mismo que estar habilitado para enseñar o ejercer la medicina. También hay que sacar licencias en cada estado. En Nueva York se concedían licencias solo a ciudadanos o personas con permiso de residencia.
En junio del año pasado un tribunal de apelaciones de Nueva York falló a favor de un inmigrante que había completado sus estudios de derecho y aprobado los exámenes correspondientes, pero se le negó la licencia para ejercer como abogado porque estaba ilegalmente en el país, al que fue traído por sus padres cuando tenía cinco años.
Ese y otros fallos recientes hicieron que el Board of Regents decidiese oficialmente conceder licencias profesionales a los dreamers acogidos al programa de suspensión de deportaciones que satisfagan los requisitos.
José Pérez, de la agrupación defensora de los derechos de los inmigrantes LatinoJustice PRLDEF, sostuvo que si un joven va a la universidad, saca un título y satisface todos los requisitos, no debería haber impedimento para que consiga su licencia.
«Se les ha dado el beneficio de una educación superior y deberíamos alentarlos a que se desempeñen en sus profesiones», declaró.
Naveed espera ansiosa poder ejercer, aunque primero debe aprobar el examen de su licencia, que tomará en abril.
No todos tienen la misma suerte.
Mónica Sibri, de 23 años, vino a Estados Unidos tres meses después de haber cumplido 16 años y por lo tanto no puede acogerse al programa de suspensión de deportaciones que permite hacer una vida normal a los inmigrantes traídos ilegalmente al país cuando eran niños. Está estudiando ciencias políticas, carrera que eligió porque dice que jamás le hubiesen permitido ejercer como abogada o enseñar.
«Tuve que elegir algo que no requiriese una licencia», explicó.
Pero cuando complete sus estudios, sin permiso de trabajo, «¿Qué voy a hacer con mi título?», preguntó. «No tengo esperanzas para el futuro».
-
Miles de dreamers no se han legalizado
Leticia Vélez es una estudiante universitaria de 20 años y activista desenvuelta que desde niña acompañó a su madre a manifestaciones, marchas y protestas a favor de la causa de los inmigrantes que están en Estados Unidos sin permiso. Hace poco tomó la palabra durante una conferencia de prensa en el ayuntamiento de Los Ángeles.
Nacida en Ciudad de México, podría acogerse al programa ejecutivo que deja en suspenso las deportaciones de los «dreamers», como se denomina a los jóvenes que fueron traídos al país ilegalmente cuando eran menores, pero no lo ha hecho. Tampoco su hermano Ricardo, de 18 años.
Ambos son parte de una familia humilde y salen adelante como pueden. Reciclan latas y botellas y preparan pozole, tacos y otros platillos mexicanos que venden a los trabajadores del vecindario, pero no han logrado reunir el dinero para poner el trámite en marcha.
«He estado tratando de juntar dinero para los gastos de la universidad, la renta, el permiso migratorio. Son muchas cosas a la vez, así que decidimos enfocarnos en pagar la renta», explicó la muchacha, que todavía no ha elegido una carrera pero contempla ser actriz o activista a tiempo completo. «Es difícil. Cada centavo cuenta».
Igual que los hermanos Vélez, numerosos dreamers no se han acogido al programa que entró en vigor en agosto de 2012 por falta de dinero u otros motivos, incluida desinformación o temor a ser deportados si esos programas son anulados en el futuro.
Se desconoce cuántos inmigrantes están en la misma situación que los Vélez, pero desde que entró en vigor el programa y hasta febrero de este año se habían recibido 770.338 solicitudes, de las cuales 639.000 fueron aprobadas, 50.000 estaban siendo estudiadas y 80.000 fueron denegadas, según la oficina de Servicios de Ciudadanía e Inmigración.
Esto quiere decir que cientos de miles de jóvenes no han presentado solicitudes para acogerse al programa, ya que el Centro de Investigaciones Pew calcula que hay 1,7 millones de dreamers que podrían ser cobijados por las órdenes ejecutivas.
Vélez dice que ha tratado de ahorrar desde que terminó la secundaria en 2012 pero no ha podido. Su hermano Ricardo tampoco.
Los dos viven con la madre y otro hermanito de 11 años en una casa modesta de Los Ángeles, apretada entre negocios y camiones. Vélez dice que ha tenido un «cachuelito» (trabajito) por aquí y por allá pero que cuesta compaginar el trabajo con los estudios y el salario de su madre, Leticia Soto, quien limpia oficinas, no alcanza para todos.
Su hermano terminó la secundaria el año pasado y también se puso a trabajar con uno de sus tíos instalando baldosas, pero aun así tampoco han podido ahorrar, dice Vélez.
Muchos de los que todavía no han solicitado el beneficio serían menores que no han terminado la secundaria y no necesitan los documentos. Abundan también los inmigrantes que no tienen dinero para la solicitud, legalizaron su estatus de otra manera, tienen miedo de pedir el beneficio porque creen que no son aptos, regresaron a su país de manera voluntaria o fueron deportados.
De acuerdo con Luis Pérez, director of servicios legales de la Coalición por los Derechos Humanos de los Inmigrantes en Los Ángeles, CHIRLA por sus siglas en inglés, las principales razones por las muchos no han solicitado el beneficio o recién lo están haciendo parecen ser la falta de dinero e información sobre préstamos disponibles, la creencia de que no son aptos y la demora en reunir los documentos necesarios.
«Cuando vienen a vernos, ya tienen todo. Vienen para comenzar el trámite. Aquí se enteran de que hay préstamos disponibles y dicen, `oh, de haberlo sabido antes’», dijo Pérez.
Esta es la situación de Vélez, quien no sabía que había préstamos específicos para el plan de Obama, ofrecidos mayormente por entidades pequeñas como el Frente Indígena de Organizaciones Binacionales, que aboga por los derechos de los indígenas en California.
Odilia Romero, directora ejecutiva de la organización, dijo que sirve mayormente a personas cuya lengua natal es indígena, así como también a madres solteras, jornaleros, mecánicos, vendedores ambulantes e inmigrantes sin autorización que ganan en efectivo o tienen problemas para probar sus ingresos por falta de documentos.
«Hace un mes vino un dreamer que venía (a acogerse al plan) por primera vez. Era un joven que tenía familia y trabajaba, pero no tenía el dinero suficiente. Llegó para pedir prestados 600 (dólares)», dijo Romero. «Son gente que no está en la economía formal. Si vendes frutas, te va bien hoy y mañana no. Entonces, priorizas de acuerdo a tu economía. A veces te alcanza solo para sobrevivir y es un lujo (solicitar el permiso de trabajo)».
Los préstamos para dreamers son mayormente de entre 465 dólares, el costo de la solicitud, y 1.000 dólares, con intereses altos, por ser de alto riesgo, de alrededor de 10%, 15% e incluso 30%. Las entidades prestamistas trabajan con organizaciones establecidas que defienden la causa de los inmigrantes sin visa, como CHIRLA.
Un préstamo es lo que también está considerando Edgar González, quien tampoco ha podido ahorrar dinero para su solicitud.
«Creo que podría vivir mejor (si tuviera permiso para trabajar), pero vivo mes a mes», dijo el joven de 22 años, quien gana alrededor de 1.000 dólares al mes trabajando 40 horas semanales en McDonald’s.
Su nena Vivian, de 11 meses, duerme en el cuarto, mientras un ventilador despeja el aire caliente de la sala atiborrada de cajas con pertenencias de su cuñada, que se va a quedar por un tiempo en su apartamento de un cuarto en el Sur de Los Ángeles, por el que paga 750 dólares.
«Allí van a ir mis ingresos ahora», dijo González mirando las cajas y una cama improvisada en su sala.
El inmigrante nacido en Michoacán, México, renta el apartamento con su novia, Melina Ramírez, una dreamer que ya tiene permiso de trabajo y gana unos 1.300 dólares al mes trabajando 40 horas semanales como supervisora en McDonald’s.
«Todo se va en la renta, las utilidades (servicios públicos), el carro, la comida», dice González, quien llegó al país a los 9 años en el 2001 y terminó la secundaria en 2011.
Al igual que Vélez, González no se ha quedado de manos cruzadas y está procurando mejoras para él y otros inmigrantes. Ambos son parte de Kids Over Politics, campaña del Sindicato Internacional de Empleados de Servicio para crear conciencia sobre asuntos laborales y derechos humanos y civiles.
«Hacemos todo lo que podemos, pero a veces no es suficiente», puntualizó González.