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  • El 10 de mayo en algun panteon

    La guerra contra el narcotráfico les arrebató aquello que las hací­a madres. Si de ellas dependiera, eliminarí­an el 10 de mayo del calendario, porque cualquier regalo o celebración les causa dolor al no poderlo compartir con quienes más desean: sus hijos. Este cambio que la violencia ha provocado en el orden de la naturaleza, donde las madres son quienes entierran a sus niños, mancha la celebración del Dí­a de las Madres.

    Son cuatro mil niños muertos por esta lucha, 20 mil familias afectadas, según un documento de la Cámara de Diputados. Madres que, como Cynthia Salazar, sólo repiten: â??Me da miedo que llegue ese dí­a. No sé cómo voy a reaccionar el 10 de mayo sin mis hijosâ?, confiesa a diversos medios de comunicacion.

    í?ste será el primer Dí­a de las Madres que Martí­n, de nueve años, y Bryan, de cinco, no acompañarán a Cynthia. Los asesinaron el pasado Sábado de Gloria, cuando iban hacia una playa de Matamoros, Tamaulipas, para disfrutar las únicas vacaciones que tendrí­an durante todo el año, pero la batalla contra el crimen no los dejó vivir para ver el mar.

    Los últimos momentos de Bryan fueron de llanto. De Martí­n no se sabe, él quedó muerto en el maletero. Cynthia, al sentir y escuchar que los disparos impactaban hacia su camioneta, abrazó y bajó a Bryan, porque creí­a que el vehí­culo iba a explotar. Sin embargo, al salirse, una bala se enfiló con toda fuerza hacia su abdomen pero, primero penetró el cuerpo de su niño, lo que evitó que fuera mortal para ella.

    Bryan murió al instante en sus brazos: â??Me salvó la vida, pero qué madre no preferirí­a mil veces estar muerta antes de ver morir a sus hijosâ?.

    Lo peor de este suceso, donde versiones de la Secretarí­a de la Defensa afirman que los hijos de Cynthia murieron por granda, es que no sólo dejó muerto a uno, sino a dos.

    Guadalupe, la hermana de Cynthia, también iba en la camioneta. Esperaba a su primer hijo y tení­a cuatro meses de embarazo. Ella sí­ alcanzó a correr hacia el monte, donde los papás de Martí­n y Bryan intentaban resguardarlos del ataque. â??Cuando escuché los disparos, me agaché y salí­ corriendo, pensé en mi bebéâ?