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  • Baltasar Garzón, de azote de dictadores

    El juez español Baltasar Garzón, que logró acorralar a Augusto Pinochet y a otros ex represores sudamericanos, se ve ahora sentado en el banquillo de los acusados en su propio país y suspendido en sus funciones por haber intentado investigar los crímenes del franquismo.

    La decisión de un magistrado del Tribunal Supremo de juzgarlo por haber intentado investigar esos crímenes sin tener competencia para ello y obviando una ley de amnistía general de 1977 ha acabado por poner fin temporalmente a su carrera como juez.

    Una suspensión temporal, decidida este viernes por el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que podría convertirse en definitiva si es declarado culpable de prevaricación (dictar una resolución injusta a sabiendas de que lo es, ndlr) y acabar con la carrera en la judicatura de este pionero y ardiente defensor de la «justicia universal».

    Garzón, de 54 años, de cabello entrecano y trajes impecables, volvió a demostrar este viernes su facilidad para causar emociones al abandonar la Audiencia Nacional (principal instancia penal española), a la que llegó en 1988, entre los aplausos de sus partidarios, tan acérrimos como sus detractores.

    Mientras los primeros defienden a capa y espada su dedicación, sus detractores le describen como una estrella, más preocupado por salir en la primera página de los diarios, que por el buen fundamento jurídico sus instrucciones.

    Su decisión, el 17 de octubre de 2008 -diez años después de pedir la detención en Londres del ex dictador chileno Augusto Pinochet por crímenes de lesa humanidad- de abrir la primera instrucción sobre los «crímenes contra la humanidad» del franquismo, ha acabado por volverse contra él.

    Esta investigación sobre el franquismo, aplaudida por las familias de las víctimas y algunos historiadores, también suscitó numerosos rechazos.

    La derecha y los medios conservadores lo acusaron de reabrir inútilmente viejas heridas, mientras que la fiscalía le reprochó haber lanzado una «inquisición general» basada sobre un castillo de naipes jurídico, hasta que finalmente tiró la toalla.

    Su intento fue coherente con la trayectoria profesional de un juez que con el caso Pinochet desató un efecto dominó, ya que países como Chile, Argentina y Guatemala empezaron a investigar los crímenes de sus dictaduras.

    Tras investigar en España los crímenes de las dictaduras argentina (1976-1983) y chilena (1973-1990), logrando incluso llevar a juicio al ex represor argentino, Adolfo Scilingo, condenado en 2005 a 1.084 años de cárcel, ¿cómo ignorar los crímenes de la dictadura española?.

    Garzón, de aspecto tímido y voz aguda, falló en su país y podría pagarlo caro, pero sus investigaciones sobre los regímenes militares en América Latina llevaron a que la justicia española reconociera en 2005 su competencia para perseguir y juzgar crímenes de lesa humanidad en todo el mundo.

    Aunque algunas de sus grandes investigaciones sobre el terrorismo islámico o traficantes de cocaína gallegos fueron luego criticadas en los tribunales, el juez ha logrado grandes éxitos en 20 años de lucha contra la organización armada independentista vasca ETA.

    Su investigación sobre la financiación de ETA le llevó en 2002 a suspender las actividades del brazo político de la organización armada, Batasuna, a la postre ilegalizada por el Tribunal Supremo al año siguiente.

    Aunque este juez, casado y con tres hijos, llegó a tener un cargo en el último gobierno socialista de Felipe González (1982-1996), ello no le impidió investigar los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL), grupo secreto creado en los años 80 bajo el gobierno socialista para eliminar físicamente a miembros de ETA.

    Esta investigación, que contribuyó a poner fin al gobierno de González, le valió la aprobación de la derecha.

    La misma que se volvió contra él por haber apoyado las negociaciones de 2006-2007 entre el gobierno socialista y ETA, investigar sobre el franquismo y descubrir en 2009 un vasto escándalo de corrupción que salpica al Partido Popular (PP, derecha).

    La presión ha acabado por hundir este buque insignia de la justicia universal, que ahora buscará el exilio como asesor de la fiscalía del Corte Penal Internacional en La Haya

  • Suspenden al Juez Garzon

    El pleno extraordinario del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) decidió este viernes por unanimidad suspender cautelarmente en sus funciones al juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón, después de que el juez del Tribunal Supremo Luciano Varela acordara el miércoles la apertura de juicio oral por la investigación de los crímenes del franquismo.

    La suspensión estará vigente al menos hasta que el Tribunal Supremo, en el que Garzón tiene abiertas contra él otras dos causas, decida sobre la culpabilidad o la inocencia del juez, a quien se acusa de prevaricación.

    La decisión del CGPJ fue adoptada por unanimidad de los 17 vocales y el presidente, Carlos Dívar, que convocó para esta tarde a la Comisión Permanente del CGPJ para estudiar la solicitud de una comisión de servicios especiales presentada por Garzón para trasladarse al Tribunal Penal Internacional de La Haya como asesor de la Fiscalía. Tras reunirse durante una hora y media, dicha comisión acordó aplazar sine die su decisión sobre el traslado, para pedir nuevos informes sobre el asunto.

    Al ser suspendido, Garzón cobrará su sueldo base (unos 2.000 euros mensuales), sin los complementos que habitualmente cobran estos magistrados (peligrosidad, disponibilidad…). En el caso de que fuese declarado absuelto, recuperaría su plaza en la Audiencia Nacional y se le reintegraría la parte de sueldo que hubiera dejado de cobrar durante la suspensión cautelar.

    Una vez conocida la decisión del CGPJ, que le pilló en su despacho mientras tomaba declaración a uno de los imputados en la «operación Pretoria», Garzón abandonó la Audiencia nacional, en la que ha trabajado los últimos 22 años de su vida

    Visiblemente emocionado, salió por las puertas poco antes de las 14.00 dedicando sonrisas de agradecimiento a sus compañeros, que le ovacionaban con aplausos, entre ellos los magistrados Fernando Andreu y Santiago Pedraz. Después de hacer un breve gesto de despedida con la mano, el juez bordeó su vehículo y los abrazó efusivamente, con lágrimas en los ojos.

    Después se metióen el coche, aunque se detuvo a tan sólo unos metros, cuando salió para abrazar al grupo de simpatizantes -entre ellos, Cristina Almeida- «consternados» por la suspensión del juez, «el único que había tenido en cuenta a las víctimas».

    La acusación

    A Garzón se le acusa, en esta causa, de iniciar diligencias sobre desapariciones del franquismo atribuyendo a personas fallecidas delitos que habrían prescrito o estarían amnistiados por la Ley de Amnistía de 1977. Delitos además que, según la acusacion, no eran competencia de la Audiencia Nacional.

    La querella está promovida por el pseudosindicato Manos Limpias, dirigido por un responsable del partido ultraderechista Fuerza Nueva. Posteriormente presentaron querellas la asociación Libertad e Identidad y el partido Falange Española, pero el pasado 23 de abril, el juez Luciano Varela expulsó a Falange del proceso por presentar fuera de plazo el escrito de acusación

  • Corte Penal Internacionald e la Haya, ¿para Garzon?

    El magistrado Baltasar Garzón, contra el que se siguen tres causas en el Tribunal Supremo de España, solicitó su traslado a la Corte Penal Internacional de La Haya como asesor en el consejo de la Fiscalía, confirmó este martes una portavoz de la Audiencia Nacional.

    Garzón ha pedido al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) el permiso para irse en comisión de servicios especiales por un periodo de siete meses.

    «Esta mañana ha entrado la petición y mañana lo ve la comisión permanente del Consejo General del Poder Judicial», dijo una fuente del órgano de control de los jueces.

    La petición del magistrado responde a una invitación del fiscal jefe Luis Moreno Ocampo de la Corte Penal Internacional, creada en el 2002 para juzgar los crímenes contra la humanidad.

    El magistrado tiene abiertas tres causas en el Supremo por presuntos delitos de prevaricación por investigar los crímenes del franquismo, por ordenar espiar las conversaciones entre los jefes de una bullada trama de corrupción y por unos supuestos pagos que recibió del Santander durante un periodo docente en Nueva York