Etiqueta: batalla

  • Podemos perder la batalla ante las bacterias para el 2050

    «Si perdemos la guerra contra las bacterias, otra vez la humanidad se verá sumida en un momento muy difícil. Se espera que para el año 2050, si no se hacen políticas de concientización tanto en la población como en los médicos, nos vamos a quedar sin este armamento terapéutico que son los antibióticos», alertó Jimena Ramírez de Aguilar Frías, médico en el Centro Médico Nacional Siglo XXI del Instituto Mexicano del Seguro Social.
    Podemos perder la batalla ante las bacterias para el 2050

  • La batalla de los sexos

    La actriz Natalie Morales descarta que la cinta «La batalla de los sexos» sea una trama feminista, «más bien habla sobre la igualdad de género y el talento de cada persona».
    La batalla de los sexos

  • Aniversario de la Batalla de Puente de Calderón

    Autoridades del estado y de este municipio conmemoraron el 206 aniversario de la Batalla de Puente de Calderón
    Aniversario de la Batalla de Puente de Calderón

  • Arqueologos hallan restos en Monterrey

    Este hallazgo se verificó en el Fortí­n Tenerí­as, en Nuevo León; 10 osamentas pertencientes a soldados caí­dos en 1846 durante la Batalla de Monterrey, en la que se enfrentaron norteamericanos y mexicanos, estos esqueletos se suman a otros 10 encontrados en excavaciones previas que fueron efectuadas en 1995, 2006 y 2008.

    El descubrimiento se registró durante las obras efectuadas por una empresa constructora, en tres predios distintos localizados entre las calle Heroes del 47 y George Washington de la capital leonesa, donde especialistas del INAH realizaron labores de salvamento arqueológico para la salvaguarda de las osamentas.

    La investigadora Araceli Rivera Estrada, responsable del salvamento arqueológico, explicó que a partir del tamaño de los cráneos â??relativos a la raza caucásicaâ?? y la estatura de las osamentas â??que va de 1.75 a 1.80mâ??, se considera que los esqueletos hallados corresponden a soldados estadunidenses, toda vez que los rasgos fí­sicos no coinciden con los del mexicano promedio de aquella época.

    Según fuentes documentales, en la intervención estadunidense â??que se verificó del 21 al 23 de septiembre de 1846 y culminó con la toma de la ciudad regiomontanaâ?? murieron alrededor de 25 soldados mexicanos y 30 norteamericanos, a estos últimos corresponderí­an la mayorí­a de la veintena de esqueletos encontrados en las cuatro excavaciones arqueológicas hechas en los últimos 15 años.

    Durante esta última temporada del Proyecto de Salvamento Arqueológico en el Fortí­n Tenerí­as, abundó la especialista del INAH, efectuada del 17 de enero al 14 de mayo del año en curso, se desenterraron 10 osamentas localizadas en los sectores oeste y suroeste de dicho predio, de las cuales tres se hallaron completas y corresponden a los enterramientos 2, 4 y 6.

    Rivera Estrada comentó que â??todos los soldados fallecieron en combate, aunque algunos de las osamentas presentan fracturas, como el caso del esqueleto número 2, que fue hallado con el fémur izquierdo cortado, cuya evidencia hace pensar que le fue amputada la pierna.

    A su vez, dijo, la osamenta número 4 se encontró con huellas de una posible herida en uno de los fémures, que quizá provocó infección, además de que sólo se halló una cuarta parte del cráneo, por lo que se intuye que murió al instante por impactos de bala en la cabeza.

    Respecto al enterramiento número 6, la investigadora del Centro INAH-Nuevo León, mencionó que el húmero izquierdo se halló totalmente destrozado también por impactos de bala.

    â??Estos restos óseos tienen pedazos de madera adheridos, debido a que el cuerpo fue depositado en una fosa rectangular a la cual se le colocó una capa de corteza, seguramente de mezquite, con la que se tapó el entierro y que al paso de los años, por el peso del sedimento superior, se colapsó y los fragmentos de madera cayeron sobre el esqueletoâ?, explicó la arqueóloga Rivera.

    â??También se localizaron restos de cerámica, metal, vidrio y concha, así­ como 16 botonaduras de chaquetí­n pertenecientes a uniformes de los combatientes, ocho clavos en el entierro número 6 y restos de maderaâ?, agregó.

    Durante las investigaciones previas hechas por el INAH en 1995, en el suroeste del predio tres, se hallaron aproximadamente 15 clavos y cinco osamentas fragmentadas, una de ellas llevaba consigo dos monedas de plata de medio dólar.

    En 2006 se llevó a cabo una segunda excavación, bajo la responsabilidad del arqueólogo del INAH Moisés Valadez, quien encontró fragmentos de otras cuatro osamentas de soldados que probablemente fueron depositados en una fosa común, ya que los restos óseos â??entre ellos tórax, cráneos y mandí­bulasâ?? estaban revueltos.

    â??Lo caracterí­stico en estos huesos, es que muchos de ellos tení­an pigmentación verdosa, propia de los restos que son expuestos al metal, por lo que suponemos que estos soldados fallecieron en combate al recibir impactos de bala, que al paso del tiempo mancharon los restos.

    â??Además hallamos dos balas â??una aún totalmente esférica y la otra un poco aplastada debido a que ya habí­a sido disparadaâ??, así­ como un botón de hueso e infinidad de material de relleno, como vidrio, cerámica, plástico, cuero, loseta, entre otrosâ?, comentó el arqueólogo Valadez.

    En la excavación de 2008 â??el predio norteâ?? sólo se descubrieron fragmentos de un esqueleto en muy mal estado de conservación, que también fueron rescatados durante obras de construcción de una empresa privada.

    Una de las hipótesis por la que no se han hallado osamentas de soldados mexicanos, apunta a que sus familiares los sepultaron en diversos panteones de la región, consideró la arqueóloga Araceli Rivera.

    Actualmente, todos los restos óseos â??excepto los hallados hace cinco añosâ?? están resguardados por el INAH en el Museo del Obispado, donde serán estudiados por el antropólogo fí­sico Jesús Velasco González, del Centro INAH-Tamaulipas, para precisar las posibles causas de muerte de los individuos.

    Los fragmentos encontrados en 2006 por el arqueólogo Valadez, fueron trasladados a la Dirección de Antropologí­a Fí­sica, en la Ciudad de México, donde fueron analizados.

    La investigadora Araceli Rivera externó la intención de colocar en el Fortí­n Tenerí­as una placa que haga referencia a la Batalla de Monterrey de 1846; además se contempla la posibilidad de abrir un pequeño museo de sitio donde se exhiban los restos y se explique su valor histórico y arqueológico.

    Durante 1846 y 1848, cuando se llevó a cabo la intervención estadunidense en México, en Monterrey se levantaron trincheras en las bocacalles, se erigieron más de una decena de baluartes y fortines, distribuidos en las orillas y las entradas de la ciudad, siendo los más importantes el de La Ciudadela y el de Tenerí­as.

    En este último se desató la Batalla de 1846, donde participaron alrededor de 900 soldados nacionales y norteamericanos. La tropa mexicana, conformada por las milicias de Nuevo León y de la Ciudad de México, fue encabezada por el general Pedro de Ampudia, mientras que la estadunidense â??integrada por los batallones de Ohio y Kentucky, y de los regimientos de Tennessee y Mississippiâ?? estuvo al mando del general Zachary Taylor.

    El Laudero es editor en jefe de lauderiasymas.com el blog cultural de difusion mas importante de la zona centro de Mexico, musico y maestro

  • Toma de Zacatecas (Historia)

    â??Espero que esta pelea la ganen sus cañonesâ? â??le dijo Pancho Villa a Felipe íngeles mientras se preparaban para marchar con toda la División del Norte sobre Zacatecas. La vieja ciudad colonial era el último bastión del huertismo y su caí­da significaba el paso franco a la ciudad de México.

    En la madrugada del 17 de junio de 1914, desde Torreón, el general íngeles comenzó a montar el grueso de su artillerí­a en cinco trenes. A las 8 de la mañana la primera locomotora anunció su partida rumbo a Zacatecas, y con intervalos de 15 minutos salieron las demás. El viaje fue por demás lento y húmedo. La lluvia no dejó de caer sobre la División del Norte pero los villistas iban muy animados: tras varios meses de intensos combates nadie dudaba ya de su poderí­o. Villa y íngeles deseaban, por encima de cualquier otra cosa, darle el tiro de gracia al régimen del usurpador Victoriano Huerta.

    íngeles y su gente llegaron a Calera â??a 25 kilómetros de Zacatecas- el dí­a 19 por la mañana. Desembarcado el equipo militar, el general tomó su caballo y con una escolta salió a reconocer el terreno, necesitaba establecer posiciones y ubicar los sitios más adecuados para sus piezas de artillerí­a. Se le veí­a tranquilo cabalgando de un lugar a otro, daba órdenes, tomaba sus binoculares para observar la ciudad de piedra, se detení­a un momento y respiraba satisfecho.

    El enorme reflector colocado en el punto más alto del cerro de la Bufa iluminaba la ciudad de Zacatecas. La gente comentaba que el general huertista Luis Medina Barrón â??oficial a cargo de la defensa de la plaza- lo habí­a mandado traer de Veracruz, para lo cual habí­a sido necesario desmontarlo del faro que se levantaba en el puerto. Los federales lo hací­an girar toda la noche tratando de ubicar las posiciones rebeldes y las piezas de artillerí­a de íngeles. Los desesperados esfuerzos de las tropas de Huerta para defender la plaza no le quitaban el sueño al general. Nada podí­a ya detener la marcha de la División del Norte

    Villa se presentó en las inmediaciones de Zacatecas, por la tarde del 22 de junio de y determinó que la batalla comenzarí­a a las 10 de la mañana del dí­a siguiente. â??Juntas se moverán todas las fuerzas a esa hora. Nadie entrará un minuto antes ni un minuto despuésâ? â??ordenó el Centauro. La señal para iniciar serí­a era el disparo de un cañón.

    Amaneció radiante el dí­a 23 de junio de 1914. El cielo no podí­a ser más azul. Atrás habí­an quedado las amenazas de lluvia de la noche anterior. íngeles despertó pasadas las siete de la mañana; se afeitó con calma, tomó su baño, desayunó con su estado mayor y montó su caballo. Eran las nueve de la mañana.

    En la ví­spera, el general hizo un movimiento que dejó perplejo al enemigo: retiró las piezas de artillerí­a de sus posiciones originales y las emplazó en sitios imperceptibles y muy cerca de las lí­neas defensivas de los federales. Los últimos tres dí­as convenció a los huertistas que ya tení­a definidas sus posiciones.

    El disparo de un cañón a las diez de la mañana en punto anunció el inició de la batalla. Los villistas avanzaron por los cuatro puntos cardinales intentando arrebatar a los federales sus posiciones en la Bufa, el Grillo, la Sierpe, Loreto y el cerro de La Tierra Negra. Cuarenta cañones â??28 por el norte y 12 por el sur- entraron en acción al mismo tiempo para apoyar el despliegue de la infanterí­a que ascendí­a presurosa por los cerros que rodeaban la ciudad.

    Los veintidós mil hombres de la División del Norte se moví­an en completa armoní­a bajo la dirección de íngeles. El general habí­a logrado la perfecta conjunción entre las brigadas del ejército villista. â??La artillerí­a obrando en masa â??escribió íngeles- y con el casi exclusivo objeto de batir y neutralizar las tropas de la posición que deseaba conquistar la infanterí­a y ésta marchando resueltamente sobre la posición en donde la neutralización se realizaba. ¡Qué satisfacción la de haber conseguido esta liga de las armas!â?

    íngeles estaba enardecido; parecí­a encontrarse en una dimensión diferente al resto de los hombres, en un sitio privilegiado, exclusivo para el guerrero. Las granadas estallaban encima de su punto de observación o lo rebasaban por completo. Con sus binoculares alcanzaba a divisar al abanderado que corrí­a al frente de su brigada avanzando sin parar. Entonces calibraba nuevamente los cañones y alargaba el tiro para apoyar el asalto final de la infanterí­a sobre alguna posición.

    En medio del fuego de la fusilerí­a, íngeles tomó su caballo para cerciorarse del estado que guardaban otros puntos de la batalla. En camino a Loreto encontró a Villa. Ambos generales con sus estados mayores, cabalgaron juntos mientras escuchaban â??alegrementeâ? los disparos de la artillerí­a villista. Los cañones federales intentaban pegarle al numeroso grupo; sus tiros, sin embargo, quedaban cortos.

    Una granada explotó a escasos tres metros de donde se hallaban íngeles y Villa observando el combate. El humo cubrió por algunos instantes a los dos jefes y a sus hombres. Cuando el humo desapareció habí­a varios cadáveres mutilados. Para mala fortuna no habí­a sido disparado por del enemigo. El proyectil era villista, explotó en manos de un artillero que preparaba su lanzamiento. Para evitar que los soldados entraran en pánico o pensaran en el riesgo que corrí­an al manejar las bombas, íngeles gritó: â??No ha pasado nada, hay que continuar sin descanso; algunos se tienen que morir, y para que no nos muramos nosotros es necesario matar al enemigo. â??¡Fuego sin interrupción!â?.

    Hacia las 5. 40 de la tarde, el triunfo de la División del Norte estaba cerca. El enemigo abandonaba sus posiciones y huí­a de manera desorganizada. â??No los veí­amos caer, pero lo adivinábamos â??escribió íngeles-. Lo confieso sin rubor, los veí­a aniquilar en el colmo del regocijo; porque miraba las cosas bajo el punto de vista artí­stico, del éxito de la labor hecha, de la obra maestra terminada. Y mandé decir al General Villa: ¡Ya ganamos, mi general! Y efectivamente, ya la batalla podí­a darse por terminada, aunque faltaran muchos tiros por dispararseâ?.

    Unos minutos después, las tropas villistas tomaban posesión de la Bufa y del Grillo y avanzaban sobre la ciudad. Las calles de Zacatecas presenciaron una de las peores matanzas de la revolución. Los revolucionarios acabaron con todos los soldados federales que encontraron a su paso. Saquearon casas, edificios y oficinas. En algunos casos arremetieron incluso contra la población civil. Los siete kilómetros que mediaban entre Zacatecas y la población de Guadalupe terminaron tapizados de cadáveres impidiendo el tránsito de carruajes.

    En uno de los edificios del centro de la ciudad se encontraba un joven oficial del ejército de Huerta. Su misión era defender el parque y las armas que se encontraban almacenadas ahí­. Cuando los villistas entraron a la ciudad, el oficial supo que no tení­a escapatoria. Esperó a que llegaran los revolucionarios y cuando intentaron entrar hizo volar el edificio. Decenas de ví­ctimas de ambos bandos quedaron entre los escombros de la vieja construcción.

    Cinco mil muertos entre las tropas federales. Cerca de tres mil lamentó la División del Norte. En los dí­as siguientes surgirí­a nuevamente el humanista. Decenas de prisioneros salvaron la vida gracias a la intercesión de íngeles. La sangre sólo debí­a correr en la batalla. Los muertos eran parte del ritual de la guerra.

    Frente a la noche y sumido en sus reflexiones, íngeles respiró satisfecho por el éxito de la batalla. La venganza sobre Huerta se habí­a consumado. â??Y bajo el encanto de la obra clásica de ese dí­a feliz, me hundí­ plácidamente en un sueño reparador y sin aprensionesâ?

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  • OFicial, desde hoy se conmemorara la Batalla de Tampico

    El Senado de la República aprobó que el 11 de septiembre se conmemore la Batalla de Tampico de 1829, fecha en que el Ejército Mexicano detuvo el último intento de la monarquí­a española por reconquistar el territorio.

    De acuerdo al dictamen avalado, que reforma la Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales, se busca enriquecer y fortalecer la cultura cí­vica en todo el paí­s, así­ como afianzar la identidad y conciencia histórica del pueblo mexicano.

    Los senadores señalaron que en el marco de la conmemoración del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución, se debe recordar y dar sentido a los movimientos, batallas y logros que permitieron que México sea un paí­s libre y democrático.

    â??La Batalla de Tampico debe ser conmemorada por las consecuencias que tuvo en nuestra historia, pues de haber sido derrotados (los soldados mexicanos) la viabilidad de ser un Estado independiente hubiera quedado en entredichoâ?, indicaron.

    El órgano legislativo dijo que si bien el movimiento independentista inició el 15 de septiembre de 1810 y finalizó el 21 de septiembre de 1821, la monarquí­a española aún intentó en fechas posteriores reconquistar el territorio.

    El 11 de septiembre de 1829 las fuerzas nacionales consolidaron la derrota del Ejército Español en Tampico, Tamaulipas, lo que fue el último intento de la Corona por reconquistar el paí­s.

    Por ello, señala el documento, el 11 de septiembre debe recordarse como la fecha en que se consolidó la Independencia.

    Las reformas a la Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales fueron turnadas a la Cámara de Diputados, para su análisis y trámite legislativo correspondiente.

    De aprobarse el dictamen también en la Cámara de Diputados, la Batalla de Tampico entrarí­a al calendario cí­vico y cada 11 de septiembre se izarí­a la Bandera Nacional.

  • Nokia demanda a Apple

    Nokia, el mayor fabricante de celulares del mundo, amplió el viernes su batalla de patentes contra Apple para incluir al iPad, lo que profundizó la batalla legal entre los dos rivales de teléfonos inteligentes.

    Nokia dijo que había presentado una demanda en un Tribunal Federal de Wisconsin, alegando que los productos 3G iPhone y iPad de Apple infringían cinco patentes importantes de Nokia.

    Las patentes no han sido cubiertas en las acciones legales previas de Nokia contra Apple.

    Ambas firmas están en el medio de una gran batalla legal, que empezó en octubre pasado cuando Nokia demandó a Apple por usar sus tecnologías patentadas sin pagarle.

    «Las patentes en cuestión se ligan a tecnologías para la transmisión mejorada de voz y datos, utilizando datos de posicionamiento en aplicaciones e innovaciones en configuraciones de antena que mejoran el desempeño y ahorran espacio,» dijo Nokia.

    «Estas innovaciones de patente son importantes para el éxito de Nokia dado que permiten mejorar el desempeño y diseño de productos», dijo.

    El pasado diciembre, el gigante finlandés denunció a Apple ante la Comisión Internacional del Comercio de Estados Unidos (ITC) por entender que casi todos los teléfonos, ordenadores y reproductores de música de la empresa californiana infringen siete de sus patentes.

    Dos meses antes, Nokia había demandado a Apple en el Tribunal Federal del Distrito en Delaware (Estados Unidos) por considerar que el iPhone infringe diez de sus patentes referidas a tecnologías de telefonía móvil de segunda y tercera generación (GSM y UMTS), así como a estándares de las redes inalámbricas WLAN.

    A su vez, Apple contraatacó en noviembre e interpuso una demanda contra la empresa finlandesa, a la que acusó también de haber infringido trece de sus patentes en la fabricación de varios «smartphones»