El buque colombiano ARC «20 de julio», zarpó hoy con 93 tripulantes a bordo desde Cartagena hacia la Antártida, para realizar una expedición científica que coadyuve a la conservación del medioambiente y reducir el calentamiento global.
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De Cartagena hacia la Antártida
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Chile vigila recuperación de la capa de ozono en la Antártida
Chile vigila recuperación de la capa de ozono en la Antártida. Chile instala en la Antártida su primera plataforma de mediciones atmosféricas para controlar los efectos en el cambio climático de la recuperación de la capa de ozono, que según científicos debería completarse en 30 años.
La edificación de la plataforma se realiza en una superficie de 50 metros cuadrados cerca de la base Julio Escudero del Instituto Antártico Chileno (Inach) en la Bahía Fildes de la Isla Rey Jorge, y estaría operativa en abril, según dijo a AFP Raúl Cordero, líder del proyecto y académico del Departamento de Física de la Universidad de Santiago.
«En el montaje de esta plataforma participamos siete personas, pero está destinada para ser operada de manera remota mediante equipos robóticos que serán controlados desde la Universidad de Santiago», explicó Cordero.
La información que generará tendrá un gran impacto en la comunidad científica abocada a la comprensión de los efectos del cambio climático en la Antártida, debido a la influencia del fenómeno conocido como «agujero de ozono» en el clima.
El agujero de ozono es un proceso de destrucción de este gas que se produce entre los meses de septiembre y diciembre de cada año, favorecido por las bajas temperaturas de la estratosfera antártica en ese período. Cuando las temperaturas suben al final de la primavera, cesa la destrucción masiva de ozono. La extensión del agujero alcanzó los 10 millones de km2 en diciembre, más del doble de lo esperado para esa fecha, según un estudio del Inach y la Universidad de Santiago.
«Lo que esperamos en los próximos 30 años es la recuperación de la capa de ozono y del cierre del agujero, sin embargo, a medida que la capa se recupera va a alterar el balance radioactivo de la tierra», explicó el académico chileno. «Al recuperarse la capa de ozono podría producir un pequeño calentamiento de la atmósfera, y eso no es bueno porque la Antártida necesita mantenerse helada para mantener el clima actual del planeta», agregó.
El proyecto comenzó hace un año y se cristalizó gracias al traslado de las ocho toneladas de metal de la plataforma en el buque ‘Aquiles’ de la Marina de Chile desde el continente hasta la Antártida.
El control desde la plataforma se realizará durante 10 años y su manutención se realizará gracias al apoyo del Inach y el Estado de Chile.
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Hallan nuevas formas de vida en la tierra
Debajo de la capa de hielo, lejos de los pingüinos juguetones y de otros animales que atraen a los turistas a la Antártida, hay un mundo frío e inhóspito en el que no debería haber el menor asomo de vida, según todo parece indicar.
Pero los científicos que investigan los hielos que se derriten observaron recientemente un pez de 15 centímetros que nadaba en el subsuelo. Poco después, vieron criaturas que parecían camarones.
En sectores más remotos todavía del continente blanco, en zonas a las que no llega la luz del Sol desde hace millones de años, los científicos han encontrado una sorpresa digna de una película de extraterrestres: el ADN de una criatura microscópica que parece una combinación de oso, manatí y ciempiés.
En este ambiente extremo prosperan formas de vida que son normales y extrañas, sencillas y complejas al mismo tiempo. A los científicos que desafían el frío y la distancia para encontrar vida en el hielo, todo esto los sorprende y los maravilla. Para los expertos en formas extremas de vida, es un testimonio del poder de la evolución
La Isla Decepción es un cráter volcánico frente a la Península Antártica que albergó a balleneros a comienzos del siglo XX. Fue evacuada hace muchos años luego de varias erupciones. Pero es un jardín comparado con el sitio donde Ross Powell se detuvo a hablar.
Powell había recorrido otra parte del continente blanco, a cientos de kilómetros de cualquier edificio o de puestos de investigación, en una expedición financiada por la Fundación Nacional de Ciencias de Estados Unidos. En una llamada, vía satélite desde la Barrera de Hielo de Ross, en enero, el profesor de la Northern Illinois University describió lo que él y sus colegas vieron a través de un submarino a control remoto que penetró unos 800 metros debajo del hielo para observar la base de una de las capas de hielo que se está derritiendo en la Antártida.
Es una zona que está totalmente a oscuras, a mil kilómetros del océano más cercano y con apenas 75 centímetros de agua líquida debajo del hielo. La temperatura del agua es de -2 grados centígrados (28 Fahrenheit), pero su salinidad impide que se congele.
Los científicos encendieron las cámaras y quedaron anonadados al ver un pez, delgado y casi traslúcido, que daba vueltas y a veces parecía estar jugando con la cámara. También se asomaron unas criaturas de caparazón anaranjado llamadas anfípodos.
Cuando los científicos divisaron por primera vez el pez en su improvisada sala de controles “comenzaron a gritar y aplaudir”, relató Powell.
Después de un par de días, Scherer dijo que divisaron tantos peces que “llegó un momento en el que decíamos ‘ahí va otro’ en lugar de ‘¡Dios mío, un pez!’”
En calidad de broma, alguien había llevado una pecera desde Nueva Zelanda. Pero ahora ya no era un chiste. Los científicos trataron de atrapar un pez usando una gran red adosada a las cámaras del submarino y empleando sobras del día previo como carnada.
No pudieron pescar nada, pero sí atraparon algunos anfípodos. Scherer, a quien le encanta la comida marina, no se dejó tentar. “Me pareció que olían a cebo”, comentó.
Powell y Scherer están tratando de averiguar de dónde venían esos animales y, más importante aún, dónde consiguen sus alimentos.
En su búsqueda de vida, los científicos llegaron también al Lago Vostok, considerado el sitio más remoto de la Tierra. Se trata de un lago de agua mayormente fresca, enterrado 3.7 kilómetros debajo de la capa de hielo, sin contacto con aire libre desde hace 15 millones de años.
Hace un par de años, los científicos tomaron muestras del agua del lago y buscaron rastros de vida. Encontraron secuencias genéticas de 3,507 especies reconocibles y de otras 10 mil especies desconocidas por la ciencia, según Scott Rogers, profesor de microbiología de la Bowling Green State University, que trabajó en el estudio. -
El daño a la Antártida es ‘irreversible e imparable’
Desde siempre hemos sabido que el ser humano hace mucho tiempo que cruzo el umbral de la sustentabilidad global, del deterioro climático, de la deforestación etc. pero ahora hay un umbral mas que hemos pasado.
La contracción de los glaciares en la Antártida cruzó un umbral y es ahora «irreversible» e «imparable», según afirmaron científicos que estudian los datos recogidos durante cuatro décadas por la NASA y que han dado este sombrío panorama.
De igual forma aún hay voces que hablan de que el calentamiento global es solo un mito, pues no se ante tal cumulo de datos que se han vendido dando en el ultimo lustro como pueden seguir dudándolo, este es un mensaje mas de la tierra, nos la estamos acabando y parece que nadie hace nada o parece importarle.
El daño a la Antártida es ‘irreversible e imparable’ -
Iceberg gigante a la deriva
Un iceberg del tamaño de Luxemburgo, de unos 2 mil 550 kilómetros cuadrados, se desprendió del glaciar Mertz, en la Antártida del Este, informó hoy el Centro Nacional de la Investigación Científica de Francia (CNRS).
Esta escisión en la lengua de hielo del glaciar, que tuvo lugar entre los pasados 12 y 13 de febrero y que ayudará a estudiar la circulación de las aguas y el cambio climático, se debió a la colisión de un iceberg aún más grande del que ahora navega por las aguas del Antártico.
El bloque de hielo -de una longitud de 78 kilómetros, una anchura de entre 33 y 39 kilómetros y un espesor medio de 400 metros- y el que le golpeó, al ser ambos de gran tamaño, pueden afectar a la circulación oceánica y al equilibrio de los ecosistemas de la región, precisó el CNRS en un comunicado.
En la Antártida se están registrando, de manera cada vez más frecuente, desprendimientos de plataformas de hielo, con lo que se ha incrementado el número de icebergs y, como consecuencia, el nivel de agua dulce en el Océano Austral.
La zona oceánica costera situada inmediatamente al oeste del Mertz es de fundamental interés para los científicos puesto que en ese punto nace una parte de las aguas que alimentan la circulación oceánica mundial.
Por ello, añade la nota, estudiar la deriva del nuevo iceberg «representa una oportunidad única»
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Mas de 100 icebergs avanzan en el mar
Más de un centenar de icebergs, alguno de hasta 250 metros de longitud, están siendo empujados por la corriente marina en dirección a Nueva Zelanda, cuyas autoridades han dado la alerta a los buques que navegan por la zona, informó hoy la prensa local.
Las últimas fotografías por satélite hechas por expertos de la División Antártica Australiana indican que los bloques de hielo han sobrepasado las islas Auckland y se encuentran a unos 450 kilómetros al noreste de la isla del Sur, la mayor de Nueva Zelanda.
La masa de hielo, desprendida de la Antártida a causa del alza de la temperatura como consecuencia del calentamiento global, fue avistada por vez primera hace unas dos semanas por los científicos del puesto permanente de investigación que Australia tiene en la isla de Macquarie, en el extremo suroeste del océano Pacífico.
Los icebergs se mueven a una velocidad media de entre uno y dos kilómetros por hora, según el seguimiento que está llevando a cabo el Instituto Neozelandés de Investigación Atmosférica.
Rodney Russ, jefe del equipo de científicos neozelandeses que viajan a bordo del buque «Spirit of Enerby» de la compañía Heritage Expeditions, dijo a la prensa que los bloques de hielo se deterioran y derriten a medida que se alejan de la Antártida.
Es esta la segunda ocasión que ocurre un fenómeno similar en apenas tres años.
En 2006, varios icebergs se derritieron cuando se encontraban a unos 25 kilómetros de la costa de la isla del Sur, lo que no ocurría desde 1931, según los datos de los que dispone la División Antártica Australiana.
Las autoridades marítimas de Nueva Zelanda emitieron la pasada semana una alerta para los buques que navegan por la zona en la que han sido avistados los icebergs