La exconductora del programa de televisión “Otro Nivel” Maritza Villar, fue asesinada a balazos y su cuerpo abandonado en la carretera Cuatro Caminos- Apatzingán.
El hecho se registró a las 04:10 horas de este día, a la altura del puente Los Girasoles, lugar a donde se trasladó personal de la Unidad Especializada en la Escena del Crimen (UEEC) para realizar el levantamiento del cadáver, que fue llevado al anfiteatro local para practicarle la necropsia de ley.
La familia de la joven asesinada declaró que actualmente Maritza era edecán de una empresa.
De acuerdo con las autoridades, Maritza Villar, de 20 años, fue localizada muerta la noche del lunes con varios disparos en la cabeza, atada de manos y vendada de los ojos.
A decir de la empresa productora con la que se le relacionó, tenía año y medio que había dejado la conducción del programa trasmitido en sistema de cable y dedicado especialmente al género grupero.
Autoridades de la Procuraduría General de Justicia del Estado investigan el homicidio, de acuerdo con información difundida.
Según su cuenta de Facebook, Maritza estudió en Centro de Capacitación Radio y Televisión Raúl del Campo; radicaba en Morelia y era originaria de esa misma ciudad.
En sus fotos aparece al lado de vehículos lujosos y en ocasiones utilizaba palabras alusivas al Ejército Mexicano.
La Fiscalía Regional inició Carpeta de Investigación con relación al homicidio de la joven.
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Ataque a la alcaldía de Buenavista, Michoacán
Luego de que un grupo de sujetos desconocidos irrumpiera en la presidencia municipal de Buenavista, Michoacán para provocar una serie de destrozos en el inmueble, la Procuraduría General de Justicia de Michoacán, inició con la integración de una carpeta para la investigación de estos hechos.
La dependencia estatal señaló a través de un boletín que elementos de la Base de Operaciones Mixtas, BOM, adscritos a esta región, llegaron al sitio luego de que fuera recibida una denuncia que alertaba de los hechos,
Según refiere la dependencia estatal, el reporte fue hecho alrededor de la 13:30 horas, del día lunes, momento en el que sucedió el hecho.
En la presidencia civiles no identificados lanzaron objetos al inmueble, quebraron cristales y cámaras de seguridad”, indicó la PGJE sobre los actos vandálicos.
Asimismo, se informó que los elementos de corporaciones estatales y federales lograron detener a algunos de los sujetos que aún estaban en el ayuntamiento al momento de los desmanes.
Sin embargo, la autoridad no reveló el número exacto de aprehendidos, pero sí se detalló que, éstos fueron presentados ante la Fiscalía Regional con sede en Apatzingán, donde los entrevistaron.
Hasta la mañana de este martes, es desconocida cuál es la situación jurídica de las personas detenidas.
La PGJE mencionó que el operativo se reforzó en la zona para evitar más acciones violentas.
Cabe mencionar que tras la agresión, el presidente municipal de Buenavista, Lorenzo Barajas, acusó también a un grupo delincuencial que opera en la región, de ser el culpable de este hecho, no obstante, las autoridades no han confirmado ni desmentido la información.
Asimismo, el edil precisó que esta movilización fue provocada por la delincuencia, como parte de una respuesta a los operativos de seguridad que se han intensificado en la zona, con la finalidad de erradicar prácticas ilícitas que afectan directamente al bienestar de la población.
Indicó que habrán de mantener las acciones para privilegiar la seguridad, con el apoyo de las fuerzas policiales del estado y de los efectivos del Ejército y de la Marina.
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Se da enfrentamiento en autopista de Michoacán
Un enfrentamiento, registrado hoy en la Autopista Siglo XXI, dejó dos muertos -un elemento de la Policía Federal (PF) y un presunto delincuente-, informó el procurador general de Justicia del estado, Martín Godoy.
El funcionario confirmó el hecho, aunque señaló que las investigaciones están a cargo de la Procuraduría General de la República (PGR).
En este sentido, la delegación de la PGR dio a conocer que aproximadamente a las 05:00 horas agentes federales circulaban en tres patrullas adscritas a la División Caminos en las inmediaciones de la caseta de peaje de San Ángel cuando se encontraron de frente con hombres armados a bordo de por lo menos cinco camionetas de lujo.
Fue entonces cuando los civiles abrieron fuego contra los uniformados y al repeler la agresión inició un enfrentamiento en el que se logró abatir a un presunto delincuente.
La zona fue resguardada por elementos del Ejército Mexicano, la Policía Federal y la Policía Michoacán mientras que el tramo Uruapan-Pátzcuaro fue cerrado a la circulación por varias horas en tanto se realizaron las actuaciones de ley.
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Se investiga el asesinato de evangelizadores en Michoacán
La Procuraduría General de Justicia del Estado de Michoacán informó que se abrió una indagatoria para esclarecer el homicidio de cuatro personas que evangelizaban en el municipio de Apatzingán.
Los cuatro cuerpos que aparecieron hoy en San Juan de los Plátanos, comunidad del municipio de Apatzingán, en Michoacán, corresponden a los cuatro catequistas que habían desaparecido el pasado sábado de la comunidad de La Ruana, así lo confirmó Hipólito Mora Chávez, fundador de autodefensas michoacanas.
Se ha solicitado la confirmación de esta versión a la Procuraduría General de Justicia de Michoacán, pero de la oficina de prensa de la dependencia estatal se ha negado todo tipo de datos al respecto, la PGJE se ha limitado a difundir un boletín donde informa el inicio de la carpeta de investigación por el múltiple homicidio, pero se omite abundar en el tema a pesar de que los cuerpos ya fueron identificados por los deudos.
Desde el pasado sábado 1 de octubre, familiares y amigos de los cuatro evangelizadores, difundieron imágenes con datos personales de los desaparecidos, solicitaban el auxilio para encontrarlos o información de su paradero y fue hasta ayer cuando supieron de ellos, es decir, una vez que fueron localizados sin vida.
Los cuatro jóvenes pertenecían al Grupo Arcoíris, dedicado a evangelizar a niños y niñas en la región de Apatzingán.
Las víctimas fueron identificadas como: Wilibaldo Hernández, Adán Valencia, Jesús López Urbina y Jesús Ayala Aguilar, este último apodado “El Chuy”, es quien formó parte de las filas autodefensas, según informó Hipólito.
Él los recuerda a cuatro como “muchachos de bien, trabajadores, ayudaban a sus familias, incluso el papá de El Chuy, murió el 16 de diciembre en la emboscada que nos hizo El Americano (Luis Antonio Torres González)».
Los cuerpos de los cuatro hombres fueron localizados en una brecha de San Juan de los Plátanos, tenían visibles huellas de tortura además de varios impactos de bala; estaban en estado de descomposición, semidesnudos, envueltos con bolsas de plástico.
Mientras que el cuerpo de Jesús Ayala, “El Chuy” tenía puesto un chaleco táctico.
En Buenavista, particularmente en La Ruana existe una rivalidad entre Hipólito Mora Chávez y Luis Antonio Torres González, desde que ambos lideraban a los grupos de autodefensas.
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El ejcutado del día en Apatzingan Michoacán
Reportes señalan que la tarde del lunes fue encontrado sin vida un hombre en la calle de Chinameca, en Apatzingán.
La agencia Quadratín indicó que los vecinos reportaron la presencia de un civil con aparentes lesiones por arma de fuego, por lo que llamaron a los paramédicos.
Al llegar al lugar, en la colonia Zapata, la víctima ya estaba sin vida, por lo que se dio parte a las autoridades de la Fiscalía Regional de la Procuraduría General de Justicia del Estado.
Luego de haberse declarado la hora de muerte fue levantado el cadáver y trasladado al Semefo local.
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La historia de Ecuandureo, ejecución, tortura y crimen
Las siete capillas fúnebres de esta cabecera municipal trabajaron a toda su capacidad entre los días lunes 25 y miércoles 27 de mayo: en ellas tuvieron lugar las velaciones de 34 jóvenes oriundos de este municipio, quienes murieron en Ecuandureo, Michoacán, a manos de la Policía Federal (PF)
En los velatorios la indignación y la rabia de familiares y amigos de las víctimas son más fuertes que el llanto y el dolor. Los asistentes coinciden: los federales usaron fuerza desmedida para asesinar a los jóvenes, sin darles oportunidad de defenderse.
Si fuera verdad que hubo un enfrentamiento entre federales y sicarios del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), como dijo el comisionado nacional de Seguridad, Monte Alejandro Rubido, entonces no hubieran tenido oportunidad de torturarlos, razonan los familiares. A algunos los quemaron; les rompieron los dientes; les fracturaron los brazos; les mutilaron manos, piernas o testículos y algunos hasta recibieron el tiro de gracia.
Ocotlán aún no terminaba de asimilar el enfrentamiento entre la PF y el CJNG del pasado 19 de marzo –en el que murieron cinco federales, cuatro civiles y dos sicarios–, cuando una tragedia mayor se sumó a la historia de violencia que asuela a esta región jalisciense limítrofe con Michoacán, debido a la lucha que grupos de la delincuencia organizada libran por el control de la zona.
Así, del lunes 25 al miércoles 27, las siete capillas de velación recibieron los cuerpos de 34 jóvenes fallecidos el viernes 22 en el Rancho del Sol, en Ecuandureo, donde según la versión oficial murieron en “enfrentamiento” 43 personas, 42 de ellas presuntos integrantes del CJNG.
Esos días los dos cementerios municipales de Ocotlán vieron las mismas escenas: con bandas de música, globos blancos y camionetas con música a todo volumen –como se acostumbra aquí cuando alguien muere con violencia–, los 34 de Ecuandureo fueron enterrados.
Y en uno de los cementerios municipales, ese martes un hombre robusto, de tez morena, con los ojos enrojecidos por el llanto y una botella de whisky en la mano, gritó: “¡Viva El Pollo, cabrones! ¡Chingue a su puta madre el gobierno!”. Luego vació el licor dentro del ataúd de madera donde, guardados en una bolsa de plástico negro, estaban los restos de su hijo, una de las víctimas de la matanza. Un mariachi tocaba “El muchacho alegre”.
En los dos panteones municipales de Ocotlán trabajan 12 personas que tuvieron que hacer hasta dobles turnos para enterrar en esos días a 34 de las víctimas de la matanza. De ellas, 11 habitaban la colonia Infonavit 5, en esta cabecera. Por instrucciones de los familiares no hubo una sola cremación. Todos los cadáveres fueron sepultados.
Cada noche, a las 20:00 horas, en un altar de la calle Libra en la colonia Infonavit 5 se reza el novenario. “Al finalizar vamos a traer música y tocarles las canciones que les gustaban a los muchachos”, dice Carito, una de las vecinas.
Pero campea la incertidumbre: “Estas 42 muertes van a traer consecuencias. Más sangre. Va a morir más gente, no nos vamos a quedar así; estamos muy adoloridos. Yo veo a los federales y me dan ganas de matarlos”, espeta Gerardo García Pineda, hermano de una de las víctimas.
De acuerdo con los testimonios de los ocotlanenses que fueron al Servicio Médico Forense (Semefo) de Morelia a identificar a sus familiares, no se trató de un enfrentamiento, pues había cadáveres sin dedos, sin dientes y hasta uno sin manos, piernas ni testículos; además, señalan, fueron violados con objetos.
“Eso no fue un enfrentamiento, fue una masacre”, dice a este semanario Víctor Hugo Reynoso, hermano de Luis Alberto, una de las víctimas. “Hasta un niño de 14 años fue abatido. ¡Qué animales!
“Uno había perdido un ojo, otro tenía golpes en el rostro, uno más con los dientes sumidos por el impacto de un objeto y otro más tenía un tiro en la cabeza”, agrega.
“En las fotografías que circularon en las redes sociales se demuestra que primero los cuerpos aparecen sin armas, y luego portan fundas y carrilleras. Las imágenes muestran a los abatidos descalzos y hay sangre en las camas, en las colchonetas”, precisa, y agrega: “Los agarraron dormidos. No hubo tal enfrentamiento; con la cantidad de armas que supuestamente tenían, y si dicen que son presuntos miembros del crimen organizado, capacitados y entrenados para tirar, fácil hubieran matado a muchos federales y no a uno. ¡Qué mala puntería tenían!”
“¡El gobierno los mató a todos para no dejar testigos! Agarró parejo: trabajadores del rancho, cocineros, afanadores, sicarios… mató a todos”, tercia, indignada, Rocío Robles, también familiar de una víctima.
“Mi primo –cuenta Gloria, pariente de otro asesinado– tenía 28 años, era carpintero y no era mala persona. Pero los mataron como animales. Si hicieron algo mal, los hubieran detenido y encerrado.”
Los parientes de las víctimas narran a Proceso que éstas cada mes mandaban dinero a sus casas y tenían distintos oficios: carpinteros, albañiles, plomeros o jardineros; los menos eran expertos en desmalezar las carreteras.
Y para ciudadanos que de la sobreexposición a la violencia han aprendido a examinar los detalles de las escenas del crimen, las armas y municiones fotografiados cerca de los cuerpos parecían haber sido plantados después del hecho.
“El cadáver de un joven en una de las fotos se encuentra boca arriba, un rifle de alta potencia, de asalto, descansando horizontalmente a través de su torso. Otra víctima sin vida yace sobre su espalda con un cinturón de cartuchos bajo su mano izquierda; en una foto distinta del mismo cadáver, la cartuchera no está por ningún lado”, explica Fernando, otro familiar de una víctima, mientras, para corroborar su dicho, muestra las imágenes guardadas en su celular.
Un luchador
“Hay muchas dudas. Ni el gobierno ni derechos humanos, nadie ha venido a vernos. Mi hijo era gladiador, luchaba en Ocotlán, Guadalajara, Zamora, La Piedad y a veces en la Triple A. Lo conocían como El Draco. Varias veces se lo llevo el luchador Psicosis a la Ciudad de México, a luchar allá”, dice Graciela Pineda Téllez, madre de otra víctima.
Se llamaba Martín Felipe García Pineda, de 21 años, quien antes era guardia de seguridad y luego se empleó en una gasolinera de Ocotlán; fue a Michoacán porque supo que había trabajo en los campos de fresas y hortalizas y se ganaba más que en su pueblo.
Graciela Pineda cuenta su sorpresa al ver que su hijo estaba entre los muertos. “En la foto que vimos en internet, dice, se ve bien, y ya me lo entregaron quemado como con ácido”. Ella no sabía que su hijo estaba en el Rancho del Sol; hacía dos meses que no iba a Ocotlán. Pero un día antes de la matanza le telefoneó a su esposa, embarazada, para decirle que estaba bien.
“El hijo de Chela”, dice Emma, vecina de Ocotlán, “era como como mi hijo. Aquí se criaron todos los difuntitos, desde el kínder, primaria y la secundaria; luego ya cada quien agarró su rumbo, pero se juntaban ahí en la esquina, donde está el altar”.
Carito, de 21 años, vecina del barrio, muestra fotos donde se ve el cadáver de uno de los jóvenes que vivía en la colonia Infonavit 5, a quien apodaban El Chicua (Héctor de Jesús), sin dientes y sin impactos de bala, le sacaron un ojo y en sus brazos rotos se aprecian huellas de llantas.
Tercia iracundo Gerardo García Pineda: “Así aparece en la foto, sin dientes y marcas de ruedas. Lo entregaron sin brazos, piernas y sin sus partes nobles. Él era también de aquí, del barrio. Y a mi hermano me lo entregan quemado”.
–¿Cómo se fueron a trabajar al rancho? –se le pregunta a Carlos, de 22 años y vecino de Ocotlán.
–Primero se fue uno y luego se corrió la voz y se comenzaron a ir otros. El que más tiempo tenía era como año y medio; los que menos, tres meses. Aquí se paga poco, 600 pesos a la semana sin prestaciones. Yo la tengo que hacer de quesero, albañil… en lo que se gane más.
–¿Cuál era la chamba ahí?
–No sé. Sólo sé que ganaban lo suficiente para mantener a su familia. No una fortuna; pero sí para vivir bien.
“Varios de los muertitos dejaron a sus esposas embarazadas; por ejemplo la de Felipe, el luchador, el día del funeral se puso mal y se le reventó la fuente. La llevaron al hospital”, cuenta Charito, vecina de Ocotlán.
–¿Cómo supieron que eran sus familiares? –se le pregunta.
–Por las fotos de internet. El viernes, sábado y domingo estaba llena de gente esta calle de Libra (en la colonia Infonavit 5), ávidos de noticias. Da tristeza porque los chamacos se fueron en busca de mejores condiciones de vida. Aquí no las hay. Ni becas para estudiar, trabajos mal pagados de sol a sol, como albañil, por 700 pesos a la semana, y con eso hay que pagar renta, comida, escuela, ropa… no alcanza.
El trato hacia los deudos de las víctimas en el Semefo de Morelia fue cruel y despectivo, informa la madre de El Draco. Refiere que estuvo dos días a la intemperie, soportando la lluvia y sin probar alimentos porque no llevaba dinero para comprar comida; escuchó también las burlas de los federales que se solazaban con el asesinato de sus hijos.
Añade que a su hijo lo quemaron y apenas pudo identificarlo. Trae en las manos un cuadro con el retrato del luchador, al cual le dirige unas palabras.
“¿Verdad que tú no eras…? Si ni con tus hermanos peleabas. Mírelo”, dice a los reporteros, “todo sonriente. Era deportista, no consumía drogas ni nada de eso”.
Érika Eunice Hurtado, hermana de otro de los abatidos, asegura que cuando estaba dando su declaración para solicitar el cuerpo de su hermano, agentes de la PF “a mis espaldas se estaban burlando, estaban diciendo que ‘los agarraron como pajaritos, dormidos en su nido a los cabrones’”.
“A Martina, otra vecina del Infonavit 5, le dijeron: ‘¿Quieres el cuerpo de tu hijo? Híncate delante de él’. Y lo tuvo que hacer, yo lo oí”, dice Rocío Robles.
“¿Es así como el gobierno defiende a la gente? Queremos que vea eso Peña Nieto. Si ya los tenían rodeados, ¿por qué los mataron? ¿Por qué no los detuvieron? Hay muchas formas de hacer justicia y una de ellas es la captura. Muchos tienen huellas de rodadas. Los vimos en el Semefo de Morelia en la identificación.”
–¿Les dieron copia de la autopsia? –se le pregunta a Gerardo García.
–Nada. No nos los querían entregar. Ya olían mal. Sellaron los ataúdes para que no los viéramos. ¡Es indignante! Fueran lo que fueran, también son seres humanos y hay leyes que los protegen. Según eso, están para proteger… No son autoridades, son “asesinos con licencia”.
–¿Crees que la saña con la que actuaron fue en venganza por los 11 federales abatidos en Ocotlán en marzo?
–Creo que sí, porque (los muertos) eran de Jalisco y la mayoría de Ocotlán. No sé por qué salen con esas armas (en las fotografías); aquí no hay tantas como en Michoacán. Siempre hemos tenido mala experiencia con la policía. La gente les tiene mucho miedo porque ellos creen que todos somos sicarios.
Según la Dirección del Servicio Municipal de Cementerios, que encabeza Ricardo Murillo Cárdenas, cada día se hacen en promedio 1.6 entierros; entre el lunes 25 y el miércoles 27, la cifra se multiplicó a más de 30 inhumaciones.
En una de las criptas velaron a César Mora, de 24 años, quien según sus amistades se dedicaba a brindar protección personal. No ofrecieron más detalles. En un extremo de su tumba se escuchó decir a alguien: “A lo mejor sí eran (del CJNG) o no, pero no se vale que los hayan asesinado así”.
Al parecer el cuerpo de César era uno de los más golpeados. Uno de sus amigos comentó que tenía fracturas en ambos brazos y la dentadura destrozada. A punto de sepultar a los jóvenes, algunas familias, como la de Jesús Ernesto Salazar, de 21 años, tuvieron que regresar a Morelia por el acta de defunción para concluir el trámite. Jacqueline, hermana del joven, señala que no lo había visto desde hacía tres años y tampoco sabía a qué se dedicaba.
La noche del lunes 25 seguían llegando cuerpos a las capillas de velación. En una de ellas velaron a Omar Hurtado Martínez, de 31 años. Su padre, Pablo Hurtado Ramírez, dice que su hijo vivía con él y se dedicaba a construir muebles de sala. En las últimas semanas, expone, lo contrataron para “arreglar casas” de gente adinerada y le informó que iría a un rancho. Comenta que no supo más y, como otros padres, por las noticias supo que su hijo había muerto en un supuesto enfrentamiento.
“¡Me importa madre que vengan sobre mí, cualquier autoridad! Si creen que era un delincuente, por qué no lo apresaron, por qué tuvieron que martirizarlo y ejecutarlo. Son una bola de embusteros los del gobierno; estoy en contra de todo ese salvajismo”, recalca.
Resalta que a Omar le cortaron los testículos, lo ahorcaron y le dieron un tiro en la frente. El joven estaba casado y tenía tres hijas, una de ellas de apenas 22 días de nacida.
La mañana del lunes 25, los Montaño Zúñiga estaban en la capilla El Ángel, donde despidieron a su hijo, Carlos Octavio Montaño Zúñiga, de 19 años.
Francisco Montaño, padre del muchacho, relata que, la tarde del jueves 21, el joven salió de su casa sin avisar a dónde iba y sólo volvieron a tener noticia de él cuando había muerto.
“Fue como una cubetada de agua fría”, menciona el padre, quien resalta que su hijo le fue entregado en una bolsa que le llegaba hasta el cuello.
Por el alto grado de descomposición que presentaban los jóvenes ocotlenses, los familiares no pudieron velarlos mucho tiempo y los llevaron casi de inmediato a enterrar.
En una de las salas de velación, la familia Reynoso Tejeda despidió a su hijo Víctor Hugo, de 29 años. Su madre, Teresa Tejeda, dice que Víctor se fue a la cosecha de jitomate a la región donde ocurrió el supuesto enfrentamiento y luego perdió comunicación con él.
Después se enteró del fallecimiento por la televisión. Comenta que cuando fue al Semefo de Morelia a recoger el cuerpo de su hijo, notó que además de las perforaciones de bala tenía huellas de tortura.
Para Graciela Pineda la desgracia en Ocotlán la instituyó el presidente Enrique Peña Nieto cuando decidió enviar a la Gendarmería Nacional (división de la PF) para custodiar sus calles. Dice que los uniformados sólo llegaron a extorsionar y matar a la gente; golpean y les quitan sus pertenencias a los ciudadanos. Menciona que hace tres meses vio por última vez a Martín, aunque tenían comunicación constante por teléfono. Éste le dijo que iría a Michoacán, sin darle explicaciones, y después se enteró de su fallecimiento.
“Cuando no había gobierno, como ahora”, coinciden varios testimonios, “no nos faltaban al respeto los malandros o sicarios, como les dicen; no había robos ni asaltos. Ahora ‘los negros’ (los efectivos de la PF) lo ven a uno en la calle y le quitan todo: celulares, dinero, relojes, esclavas, anillos. Se meten a las tiendas y no pagan la mercancía. No pasaba eso con los sicarios.”
“Qué necesidad hay de tener miedo hasta para ir a trabajar”, afirma Rocío Robles, y añade: “Los sicarios patrullaban, ayudaban a la gente; si alguien estaba enfermo o sin trabajo, le daban dinero. Ya no están y la policía no nos deja en paz. En Navidad el gobierno regalaba pelotas y las aventaba a ver a quien le tocaba. Los del CJNG llegaban con cinco camionetas a cada colonia, con todo tipo de juguetes… hasta bicicletas. Eran algo así como las autodefensas de Michoacán, cuidaban a su pueblo.”
Al cierre de ésta edición trascendió que en el Rancho del Sol se encontró una chamarra de la Dirección de Seguridad de Pública de Ocotlán, lo cual hizo pensar que efectivos de esa corporación participaron en la matanza; sin embargo, el titular del organismo, Diego Cervantes Maldonado, se apresuró a declarar a un medio local que el uniforme encontrado no está vigente, es falso y por ende sus policías no estuvieron en Ecuandureo.
“Es un uniforme bordado en hilo. Quiero recalcar esta parte: A partir de esta administración municipal, de 2012 a la fecha, los uniformes que se han proporcionado a los elementos de la Dirección de Seguridad Pública tienen en la espalda un material que se llama tránsfer, un material plástico, de vinil, que refleja la luz. No tenemos uniformes de esas características o con ese material. En esta administración hemos solamente entregado uniformes con tránsfer”, dijo.
No obstante, un efectivo de la dependencia –quien pidió el anonimato– asevera a Proceso que en el Rancho del Sol murieron tres expolicías municipales que habían sido despedidos en noviembre de 2013 porque no acreditaron el examen de control y confianza. Cervantes replica que uno de ellos renunció voluntariamente y le perdió la pista.
En la colonia Infonavit 5, al cruce de las calles Libra y Tauro, un grupo de cinco jóvenes levantó un altar con fotografías de los caídos en el Rancho del Sol.
En una imagen se aprecia el retrato de un chico empuñando un arma de alto poder y en otra se ve un joven sosteniendo lo que parece una metralleta. En el centro del altar hay un cuadro con la figura de San Judas Tadeo, patrono de las causas perdidas, y los nombres de todos los abatidos de Ecuandureo junto con sus apodos. Coronas de muerto que dicen, por ejemplo, “Para los Guerreros de la 5”, botellas de tequila vacías y latas de cerveza colocadas disimuladamente entre veladoras.
Infonavit 5 está en el oeste del municipio, muy cerca de la colonia Mascota, donde el 19 de marzo ocurrió el enfrentamiento entre federales y sicarios del CJNG. En la esquina de Libra y Tauro hay un muro que separa a la colonia de la zona de tolerancia.
Afuera el grupo de jóvenes que montó el altar vigila atentamente a quienes llegan, los observan con desconfianza y preguntan quiénes son. A estos reporteros les solicitan identificaciones. Satisfecho el trámite, los jóvenes empiezan a hablar. Uno de ellos comenta que 11 de los asesinados en Ecuandureo crecieron en la colonia Infonavit 5.
Quien habla tiene unos 35 años; no da su nombre, pero asegura que los conoció a todos. El resto expresa su indignación por la forma en la cual fueron asesinados. Uno de ellos muestra la edición del diario Página 24 Jalisco que tiene en portada la imagen de un joven tirado en el suelo con el cuerpo repleto de sangre, sin dientes y con los brazos rotos.
–El gobierno se pasó de lanza. ¡Crees que si hubiera sido enfrentamiento, los agarran sin pechera! –exclama.
–¡No! Los agarraron dormidos y no les dieron oportunidad para que se defendieran –interviene uno de sus amigos.
Las calles de Ocotlán están repletas de propaganda política de quienes, desde diferentes partidos, aspiran a ocupar la presidencia municipal o diputaciones locales y federales. Destacan el priista Eduardo González, abarrotero que quiere ser alcalde, y el panista Absalón García Ochoa, quien ya fue alcalde y ahora busca una diputación federal.
Ninguno de ellos se asoma en estos días aciagos para continuar su proselitismo. Tampoco lo hace el alcalde Enrique Robledo, a quien se buscó para obtener su versión. No se le pudo localizar.
En la parroquia tampoco está el sacerdote responsable de ella; el personal a su cargo dice que él es el único autorizado para hablar del tema. Su sustituto menciona que no es oriundo del lugar y sólo puede ofrecerle a los deudos un mensaje de paz. Parece tener prisa en despedir a los reporteros.
La matanza de Ecuandureo volvió a poner a Ocotlán en la mira nacional. Pero la gente no se quedó en silencio, expresó su opinión en las redes sociales.
Así, en Facebook y Twitter se difundió un mensaje sin firma: “Ocotlán NO (sic) está de luto, los que murieron en Tanhuato eran delincuentes. Estarán de luto sus familiares y amigos, quienes no pueden negar su parentesco o amistad, pero tampoco pueden negar que sus hijos, padres o hermanos que murieron al enfrentarse con la policía, en vida robaban, golpeaban, secuestraban y mataban a otros que también eran padres, hijos o hermanos”.
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Michoacán sigue con focos rojos de seguridad
Elementos de la Policía de Michoacán decomisaron dos armas largas, cargadores cartuchos útiles, vehículos con reporte de robo y equipo táctico, tras un enfrentamiento con hombres armados en el municipio de Tuquicheo.
La Secretaría de Seguridad Pública estatal informó que elementos de la Policía Michoacán detectaron sobre brechas de la ranchería El Tepehuaje, muy cerca de la población conocida como El Rodeo, al menos a 10 hombres que se localizaban en un campamento.
Al notar la presencia policial, los civiles abrieron fuego contra los uniformados y estos respondieron, por lo que se inició un intercambio de disparos, pero no hubo personas lesionadas en ningún bando.
Los civiles armados lograron darse a la fuga por lo que se implementó un operativo con apoyo de soldados del Ejército para dar con su paradero.
En el lugar, utilizado como campamento, las autoridades estatales localizaron e incautaron dos camionetas de la marca Honda CRV, una de ellas, según la SSP contaba con reporte de robo. Además había un vehículo tipo Ford Ranger sin placas.
Así como un rifle AK- 47, uno AR-15, 13 cargadores para AK-47, un cargador para R-15, 378 cartuchos útiles para los llamados «cuernos de chivo» y 8 más para calibre .223. Entre los objetos incautados por las autoridades destacan seis chalecos tácticos, ocho uniformes tipo militar, un uniforme pixelado similar al de la Secretaría de la Defensa Nacional, además de cuatro boinas, una gorra camuflada, dos casacas pixeladas, un pasamontañas, un par de botas tácticas y una camisola.
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Breve radiografía del narcotráfico mexicano
Una serie de nombres ya se barajan de nueva cuenta, hay muchos lideres que han caído en manos de las fuerzas federales y otros tantos bajo sus balas, algunos en intestinas guerras internas han sucumbido, pero lo cierto es que el narcotráfico mexicano sigue estando fuerte y lo saben las fuerzas federales.
Dos cárteles del narcotráfico dominan la mitad del país. Transcurridos más de tres años del actual sexenio, el Cártel Jalisco Nueva Generación y el Cártel del Pacífico operan en 15 entidades federativas, mientras que Los Zetas y Los Caballeros Templarios han sido replegados cada uno a una sola entidad: Tamaulipas y Michoacán.
Pero se han visto brotes de violencia en diversas entidades, Guerrero como area de producción, Jalisco como estado de paso, Chihuahua por su frontera con Estados Unidos y hasta Quintana Roo tiene brotes de combates del narcotráfico muy fuertes e importantes ya que es una de las sedes mas importantes del consumo por turismo, Cancún.
Según las autoridades que tienen luz en el caso, el 60% de las entidades federativas tiene presencia del crimen organizado. En comparación con el mismo análisis de 2014, se aprecia que los nueve cárteles reportados hace dos años se mantienen en operación, aunque se redujeron de 45 a 37 sus distintas células delictivas.
Pero esto no acaba aun, hay nuevos nombres que se están creando, algunos que ya se creían desaparecidos se repliegan y buscan fortalecerse o tratar de subsistir como organizaciones delictivas mientras otras están buscando apoderarse del país y sus rutas al mercado de Estados Unidos.