Sin ciudadanos en la calle, los puestos callejeros simplemente vacios

Más que salir beneficiados por la disposición del gobierno capitalino sobre cerrar los restaurantes a los comensales y sólo permitir la venta de comida para llevar, los encargados y dueños de puestos ambulantes se quejan de que sus ventas han bajado a la mitad por la sicosis de la gripe porcina.

â??La gente no viene porque la tienen asustadaâ?, expresó Beatriz Gómez, quien vende caldos de gallina en un puesto metálico frente al metro Hidalgo, tras afirmar que sus ventas cayeron 50%.

Al tiempo que con su cubrebocas puesto, despacha un caldo â??para llevarâ? en un vaso grande de unicel, explica que está dispuesta a cerrar su negocio si el gobierno lo dispone, pero cuestiona: â??¿Pero qué nos va a dar para que comamos? No tenemos, por eso trabajamosâ?.

Eduardo Gutiérrez, ofrece tacos de bistec y longaniza sobre avenida Balderas; para él, el cierre de los restaurantes y otros negocios es bueno siempre que se trate de salud pública, pero en el caso de los puestos de la calle, si tuvieran que cerrar, los empleados â??como en su casoâ?? tendrí­an que buscar un empleo sustituto, pues â??viven al dí­aâ?.

Contrario a lo que se pensarí­a sobre los beneficios por el cierre preventivo de restaurantes, el señor Felipe Esteban, quien atiende un puesto de tacos de suadero, afirma que la venta disminuyó 70% porque a la gente le da miedo comer en la calle.

Martí­n Antonio y sus familiares atienden un puesto de tacos de guisado frente al ex cine Arcadia, y todos usan tapabocas y guantes como se los recomendó el personal de la delegación.

A ellos, la contigencia les ha disminuido las ganancias en 60%; sin embargo, están conscientes de las medidas que tendrí­an que acatar si se les pide que dejen de vender. Para ílvaro Suárez, el cierre de su puesto de pollos rostizados serí­a una diposición que tendrí­a que obedecer, pero con la que no está de acuerdo pues es su sustento de todos los dí­as.

En un recorrido por restaurantes en el Centro Histórico, los dueños y gerentes consideraron que están en una situación crí­tica porque operar con el servicio de comida para llevar no funciona.

Carlos Dí­ez, dueño del café La Blanca, señaló que hay incertidumbre sobre lo que ocurrirá porque deben seguir pagando sueldos y no hay ventas. â??Una de cada 10 personas que ingresan, es la que pide comida para llevarâ?.

Los meseros se mostraron preocupados porque perderán una de sus principales entradas de dinero: las propinas.

Los sitios lucieron vací­os y con letreros que indicaban la disposición de cerrar parcialmente los negocios hasta nuevo aviso.

En tanto, en el estado de México, medio centenar de comerciantes que tienen sus negocios en torno a la zona escolar más grande de Toluca dijeron temer al virus de la influenza, pero sobre todo a la inasistencia de sus principales consumidores, como son los estudiantes.

Los encargados de neverí­as, papelerí­as, cafés internet, tiendas, torterí­as y fondas, entre muchos otros comercios en la zona conocida como La Maquinita, dijeron estar conscientes de la emergencia pero demandaron a los gobiernos estatal y federal, ser eficaces en sus acciones

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