Libro sobre caos Paulette, que porqueria

â??Te traicionó Amanda De la Rosa, ¿tienes idea por qué?â?, le pregunté a Lizette Farah hace más de dos meses. â??La Procu (General de Justicia del Estado de México) la tiene agarrada de los huevosâ?, respondió resignada.

La pregunta vino a cuento porque Amanda De la Rosa se habí­a presentado en el noticiario Hechos AM de Televisión Azteca. Mónica Garza le preguntó que si meterí­a las manos al fuego por Lizette y De la Rosa contestó que no metí­a las manos al fuego por nadie.

La aseveración fue devastadora. Se dio en pleno linchamiento a la madre de Paulette. Sin embargo, para Lizette lo de Amanda era lo de menos, acababa de recibir una llamada: le avisaron que la Procuradurí­a de Peña Nieto la acusarí­a y detendrí­a por homicidio imprudencial. Nerviosa, delgadí­sima, se sentí­a acorralada.

Sabí­a lo de Amanda porque ella misma le dijo que la Procuradurí­a le encontró mariguana en su automóvil, que la tení­an â??agarrada de los huevosâ? y que no la podí­a defender. â??¡Cómo se le ocurre traer unos churros de mariguana en el coche! ¡me hundió a mí­ para salvarse ella!â?, dijo Lizette. Que Amanda consumí­a drogas no era nuevo para Lizette, lo que la sorprendió fue la traición:

â??Nunca me lo hubiera imaginadoâ?. Habí­an sido amigas desde la infancia. A pregunta expresa, Lizette aseguró que no compartí­a el gusto de Amanda. â??Yo no uso mariguana, ni siquiera bebo alcohol, sólo fumo marlboros y tomo mucho caféâ?, confió.

Dos personas presenciaban esta entrevista en la casa de su madre. En el momento en el que hablábamos de Amanda, una de ellas le dijo a Lizette que De la Rosa insistí­a desesperadamente en que se reunieran, querí­a comentarle que escribirí­a un libro sobre Paulette. Escriben la historia El mensaje de Amanda para Lizette era claro: le estaba avisando que redactarí­a el libro. Aquello no fue una solicitud de permiso para hacerlo.

Lizette estalló en rabia. Gritó que no querí­a volver a ver a Amanda en toda su vida y que era el colmo que pensara en utilizar la muerte de su hija. Habí­an pasado sólo 37 dí­as desde la desaparición de Paulette cuando Lizette Farah se enteró de los planes de Amanda para debutar como escritora. Estaba furiosa. â??¿Pero que pretende Amanda?, dijo Lizette.

Ignoro lo que sucedió después entre Amanda y Lizette. Es claro que De la Rosa escribió rápido; el texto se vende mejor mientras el asunto de Paulette se mantenga todaví­a â??calienteâ? entre el público. Ahora que De la Rosa promociona su historia en los medios de comunicación, parece que considera una virtud que las procuradurí­as de justicia no fabriquen culpables.

Precisamente la noche en que sucedió lo que describo, la abuela materna de Paulette repasaba los detalles de la que considera una trampa fallida que Alfredo Castillo presuntamente le tendió a su otra hija: Arlette Farah. Según el relato de la abuela,

Castillo llamó por teléfono a Arlette para pedirle unos datos de las terapeutas de la niña porque querí­a hablar con ellas. Arlette le recordó a Alfredo Castillo que él mismo contaba con esos números porque le habí­a quitado el teléfono a su hermana Lizette, quien aún estaba bajo arraigo. Castillo respondió que el teléfono se le habí­a olvidado en la mesa del departamento de la familia Gebara Farah y le pidió a Arlette que fuera por el aparato.

Sin embargo, Arlette estaba muy ocupada atendiendo a los medios de comunicación, por lo que su madre se ofreció a buscar el teléfono de su hermana Lizette personalmente. Cuando llegó al edificio se sorprendió porque no habí­a agentes de la Procuradurí­a General de Justicia del Estado de México (PGJEM) custodiando el departamento; no quiso entrar al lugar sin la presencia de la autoridad.

La señora Lidia Farah los espero durante 45 minutos en el lobby. Se fue y regresó una hora mas tarde: lo mismo. Desistió de la encomienda de Castillo. Al dí­a siguiente encontraron el cuerpo de Paulette. â??¿Te imaginas si hubiera entrado al departamento? ¡Me habrí­an acusado a mi!â?, exclama indignada la mujer. Ni la abuela de Paulette Gebara Farah, ni su tí­a Arlette Farah, quien supuestamente durmió en esa cama creí­an en la versión de que la niña murió ahí­ accidentalmente.

Y ahora que Amanda se estrena como escritora y Alfredo Castillo como procurador mexiquense, me preguntó: ¿qué pasó con el asunto de la droga? ¿todaví­a tiene la Procuradurí­a General de Justicia del Estado de México a Amanda en tan penosa situación? y, sobre todo, ¿quién se llevó a Paulette Gebera Farah? ¿quién sembró su cuerpo al pie de la cama? ¿quién le hará justicia?

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