Un virus sin pasaporte

El brote de influenza tipo A enrareció las relaciones de México con el exterior, principalmente con algunas naciones latinoamericanas que se apresuraron a cerrar sus fronteras a los viajeros mexicanos e incluso a reclamar a las autoridades del paí­s por presuntamente â??ocultar al mundo la epidemiaâ?, como lo hizo el ex presidente cubano Fidel Castro.

Lo cierto es que los virus no usan pasaporte y en la era global cruzan las fronteras nacionales inadvertidamente, ocultos en animales o humanos que pueden mostrar o no sí­ntomas de algún contagio. Son una amenaza real cuando los viajeros e intercambios internacionales se han multiplicado.

Cualquiera puede ser un elemento de contagio, pues los virus no tienen nacionalidad, contra el prejuicio xenófobo y los estereotipos que de inmediato afloran cuando se señala a una nación como causante de un mal. â??Los cierres de fronteras y la reducción de los intercambios para evitar la propagación de un virus pueden resultar vanos dados el alto nivel de contagio de la influenza y el volumen de los cruces ilegales que ocurren en la mayorí­a de las fronterasâ?, señaló el experto Michael T. Osterholm en una edición especial de la revista Foreign Affairs hace cuatro años (julio-agosto 2005).

â??Ninguna nación puede erigir una fortaleza contra la influenza, ni siquiera la nación más rica del planetaâ?, puntualizó a su vez en la misma publicación el experto Laurie Garret, quien advirtió entonces de los riesgos de una pandemia planetaria cuando los sistemas de salud pública del mundo experimentan una declinación en paí­ses ricos y pobres.

En un nuevo ensayo (Foreign Affairs, marzo-abril de 2007), Osterholm alertó que el mundo se mantení­a impreparado para enfrentar una pandemia de influenza por la falta de inversiones gubernamentales en investigación y desarrollo de vacunas y antivirales contra un mal que, como los terremotos y huracanes, es â??un desastre natural recurrenteâ?.

Latinoamérica da la espalda

La aparición de la nueva influenza fue saludada racistamente como â??mexicanaâ?. En la crisis sanitaria, América Latina dio la espalda a México, mientras otros paí­ses adoptaron medidas discriminatorias contra los mexicanos.

Cuba ordenó el martes 28 de abril suspender por 48 horas los vuelos regulares hacia y desde México, para prevenir la llegada de la todaví­a llamada â??gripe porcinaâ? (luego la OMS la bautizó con un nombre más aséptico y a la vez más cientí­fico influenza tipo A). Cuba fue el primer paí­s en tomar determinación de ese tipo, pero casi de inmediato fue secundada por Argentina, Perú y Ecuador. El gobierno francés, por su parte, solicitó un dí­a después a la Unión Europea suspender todos los vuelos de salida y entrada a México. Pero la UE rechazó la demanda.

China, a quien se ha acusado de haber ocultado el brote de SARS (Sí­ndrome Agudo Respiratorio Severo) en abril de 2003, primero ofreció a México ayuda médica para combatir la influenza, pero luego, al detectar en Hong Kong a un mexicano con el virus, pegó con el garrote al poner en cuarentena a todos quienes estuvieron en contacto con él y aislar a por lo menos 71 mexicanos en condiciones â??inaceptablesâ?, según detalló la Cancillerí­a mexicana.

Apoyada en precisiones de la OMS y del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, la Secretarí­a de Relaciones Exteriores calificó como discriminatorias, xenofóbicas, injustificadas y unilaterales las medidas restrictivas y el trato inadecuado que recibieron los mexicanos en el extranjero a consecuencia de la influenza A.

Contra xenofobia

El embajador de México ante la ONU, Juan Manuel Gómez Robledo, llamó el 4 de mayo en Nueva York a detener las acciones de xenofobia por el brote de la nueva gripe, porque carecen de justificación cientí­fica y atropellan los derechos humanos.

El 8 de mayo, la Cancillerí­a mexicana presentó por la ví­a diplomática la inconformidad del gobierno del paí­s contra las medidas â??unilateralesâ? de Argentina, Cuba, Ecuador y Perú ante la epidemia de influenza A.

El extremo fue la reacción de Cuba, cuyo ex mandatario Fidel Castro acusó el 11 de mayo al gobierno mexicano de haber ocultado la epidemia para no afectar la visita del presidente estadounidese Barack Obama a México (16 y 17 de abril) y dijo que los â??platos rotosâ? los pagan otros paí­ses como Cuba, que confirmó su primer caso. La canciller mexicana Patricia Espinosa, que pacientemente habí­a tejido la recomposición de las relaciones México-Cuba, dijo que los comentarios de Fidel Castro sólo â??enrarecen la relación bilateralâ?.

La OMS tomó partido por México en la controversia, señalando a través de distintos directivos y voceros que México actuó responsable y oportunamente, y puntualizando que no recomendaba restricciones a los vuelos procedentes o con destino a México.

Lo cierto es que Estados Unidos, otro paí­s que pronto superó a México con casos confirmados de influenza, aunque planteó medidas preventivas, descartó de inmediato el cierre de la frontera. â??Serí­a como cerrar el portal después de que han salido los caballosâ?, dijo Obama al inicio de una crisis sanitaria que aún sigue dando sus coletazos en 48 estados de la Unión Americana con más de 6 mil 552 casos confirmados y 9 ví­ctimas mortales.

La inutilidad de cerrar la frontera serí­a patente casi dos semanas después, cuando la Casa Blanca confirmó que uno de los guardaespaldas que formaban parte de la comitiva de Obama en México se habí­a contagiado durante la gira presidencial.

El guardaespaldas, que nunca tuvo contacto directo con el presidente, se convirtió en objetivo de intensas pesquisas y tras una meticulosa investigación se confirmó que sólo habí­a contagiado a miembros de su familia

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