Y todavia, se enoja y amenaza

Llegó temprano. Le bolearon los zapatos. â??Hay que estar impecablesâ?, dijo a uno de sus acompañantes. Después desayunó con sus abogados: pidió huevos a la mexicana… y esperó el momento de estar ante los diputados para responder a las acusaciones en su contra.

Pero antes de terminar con el café y el pan de dulce, Miguel íngel Jiménez sentenciaba: â??Estoy totalmente tranquilo. No hay absolutamente nada de qué arrepentirme, nada ilegal en mi conducta como funcionarioâ?. Levantaba la voz, repetí­a: â??¡Nada, nada, nada!â?.

Ya encendido, con el í­ndice al frente, como para apuntalar sus palabras, manifestaba: â??Pero además no se va a quedar así­. Quedará clara mi inocencia, y luego me tocará la mí­a… ¡Los voy a demandar! ¡A quienes me calumniaron, me difaman, han dicho falsedades, los demandaré!â?.

â??¿Regresarí­a a la dirección de la Loterí­a? â??se le preguntó.

â??Mmm… eso no lo sé. Eso lo decidirá el Presidente.

Después caminó unos metros, se metió al salón en el que comparecerí­a como un ciudadano común y corriente. Mientras el presidente de la comisión que vigila la correcta aplicación de los recursos públicos, Antonio Soto, hablaba de la dinámica que seguirí­a la reunión, quien fuera uno de los cercanos a la profesora Elba Esther Gordillo se veí­a pensativo, sonriente por momentos.

Fue el propio Miguel íngel Jiménez quien pidió a Soto que, de acuerdo con las reformas legales, se le tomara la protesta de hablar con la verdad. El legislador le aclaró que esa obligación es para servidores públicos y que él es diputado con licencia y director de la Loterí­a Nacional con licencia también. Pero al final aceptó. Y el ex presidente del Partido Nueva Alianza juró no mentir.

Así­, de entrada, leyó un texto que tení­a preparado, en el que señaló que se presentaba como ciudadano más, â??en legí­tima defensa del honor y dignidad de mi nombre y el de mi familia. Soy el primer interesado en llegar a la verdadâ?.

Para finalizar su mensaje, con 101 palabras, daba a entender lo que ya habí­a dicho antes: demandará a quienes hoy lo acusan.

Siguieron las preguntas. Y las respuestas que él pudo dar. Aclaró que por el proceso que se sigue o se seguirá en el terreno judicial, deberí­a reservarse datos. Marcela Fernández, del PRD, reclamó, señaló que entonces la comparecencia era una simulación. Ofreció una carpeta con varios documentos, que Jiménez rechazó.

Cerca del mediodí­a, él pedí­a permiso para retirarse. Antes de abandonar el Palacio Legislativo, fue a donde pensó que estarí­a solo. Reiteraba que está tranquilo. â??Lo que me da frí­o es lo de la fiscalí­a para delitos electorales. Por las formas, porque no me encontrarán nadaâ?.

Y se fue. Con los zapatos impecables. Con una leve sonrisa en el rostro

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