Guerra al narcotrafico, unica opcion

El narcotráfico ha existido en México por décadas, pero no afectó seriamente la estabilidad del paí­s ni provocó conflictos con Estados Unidos sino hasta mediados de los 80, cuando la cocaí­na colombiana comenzó a cruzar en grandes cantidades desde México al vecino del norte. Para ese entonces, las instituciones policiales mexicanas se encontraban en estado de descomposición, lo que las convertí­a en terreno fértil para la acción corruptora de los narcos. Y así­ ha ocurrido.

El desmantelamiento de los carteles de Cali y Medellí­n de Colombia en los años 90 creó un vací­o que pudieron llenar los carteles mexicanos, consolidando su posición en el mapa del narcotráfico. Aún así­, los niveles de violencia relacionada con drogas en México seguí­an siendo relativamente bajos en esos años. Esta â??paz de los traficantesâ? se puede entender por la polí­tica de tolerancia del gobierno mexicano, que buscó un grado de equilibrio entre los carteles de la droga y el estado, en términos de rutas de tráfico y los territorios infiltrados por los carteles.

Esta tregua secreta se mantuvo incluso después de las primeras elecciones abiertamente democráticas en el año 2000, cuando el Partido Revolucionario Institucional, que habí­a gobernado por largo tiempo, perdió su supremací­a. Hasta que el presidente Vicente Fox ordenó medidas enérgicas contra el tráfico. A medida que los señores de la droga iban siendo arrestados, se iba destruyendo el equilibrio entre las mafias, preparando las condiciones para una guerra entre los carteles de Sinaloa y el Golfo â??los dos más grandesâ?? que ha generado un enorme nivel de violencia, así­ como ácidas protestas de Estados Unidos debido a los efectos del combate a los narcos a lo largo de la frontera.

Herencia violenta. Cuando el presidente Felipe Calderón asumió el cargo en 2006, heredó una violencia en aumento, en que los narcotraficantes controlaban partes del paí­s. Respondió emprendiendo prestamente un ataque frontal contra los carteles, con el apoyo del ejército.

La ofensiva de Calderón aumentó su popularidad, pero también generó un nuevo aumento de la violencia, ya que las bandas de narcos no sólo se enfrentaron a las fuerzas del gobierno, sino que arreglaron cuentas entre ellas. El Gobierno de EE. UU. se quejó nuevamente, pero al mismo tiempo la administración Bush entregó un paquete de ayuda por 1,4 mil millones de dólares, la así­ llamada «Iniciativa de Mérida» para luchar a combatir a los traficantes.

En el 2008, el Gobierno mexicano decidió atacar los centros nerviosos del sistema de operaciones de los carteles de la droga, pero esto no hizo más que acelerar la fragmentación de las bandas, generando un nuevo y extraordinario aumento de la violencia. De hecho, el año pasado más de 5.000 personas fueron asesinadas por el crimen organizado, más del doble de la cifra correspondiente a 2007.

La violencia además se ha vuelto más cruda. Desde 2007, muchas de las ví­ctimas de los carteles han sido decapitadas, táctica que claramente apunta a intimidar a sus enemigos. Y, a medida que aumenta lo grotesco de la violencia, también se ha elevado la presión para adoptar una estrategia más eficaz. Algunos crí­ticos del gobierno del Calderón dicen ahora que es el momento de cambiar de estrategia, quizás incluso volviendo a la polí­tica de tolerancia anterior a Fox.

¿Hasta cuándo? Las encuestas de opinión pública todaví­a reflejan un amplio respaldo a la estrategia de Calderón, pero la pregunta es cuánto durará este apoyo. El Gobierno insiste en que la violencia relacionada con el narcotráfico se concentra en apenas tres de los 32 estados del paí­s, pero el problema se ha propagado a la mayor parte de México.

Por supuesto, la mayorí­a de las ví­ctimas son traficantes, pero la violencia rampante que existe en el paí­s ha creado un ambiente de inseguridad que afecta la vida cotidiana de muchos mexicanos y que, en último término, puede hacer que la opinión pública se vuelva en contra de la polí­tica de Calderón. Esto es algo que algunos grupos del narcotráfico están promoviendo con afiches anónimos y la promoción de protestas populares en el norte de México, en las que se exige que el ejército regrese a los cuarteles.

Sin embargo, al menos en el corto plazo parece no haber alternativa a la estrategia de Calderón. Después de todo, si bien su polí­tica de confrontación ha generado altos niveles de violencia, la tolerancia con los carteles de la droga fue lo que corrompió las instituciones del Estado, sembrando las semillas de la situación actual.

Al parecer, la única opción del gobierno es proseguir la guerra, con la esperanza de que sus esfuerzos de largo plazo por fortalecer la capacidad y la integridad de las instituciones del estado puedan dar frutos. No obstante, la corrupción sigue siendo una amenaza profunda y persistente a estas iniciativas, y si el gobierno no la puede reducir de manera significativa â??especialmente dentro de sus fuerzas antinarcóticosâ?? será inevitable un retorno a la tolerancia.

Mí?XICO â?? El narcotráfico ha existido en México por décadas, pero no afectó seriamente la estabilidad del paí­s ni provocó conflictos con Estados Unidos sino hasta mediados de los 80, cuando la cocaí­na colombiana comenzó a cruzar en grandes cantidades desde México al vecino del norte

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